EL TRASEGAR HUMANO
Darío Botero Pérez
“La victoria se debe sobre todo a una acción intelectiva, un cambio arbitrario de perspectiva, que no desafía la fuerza del enemigo, sino que la hace vana, la sortea y la vuelve inútil"
Junto a los ríos de Babilonia,
comentario de Wu Ming a Guerrilla, de T. E. Lawrence
citado por Carlos Alberto Ruiz en
"Revueltas colonizadas y geopolítica de las alteridades rebeldes"
1. La violencia ha sido una constante de la Historia. Hasta puede postularse que su imperio marca el cambio de período respecto a la Prehistoria.
O sea, la imposición de la violencia como recurso de dominio habría destruido las sociedades idílicas propias de la organización en clanes familiares donde el respeto a los individuos y sus fueros era la base de la cohesión del colectivo y la garantía de su permanencia.
La autoridad indispensable para canalizar el esfuerzo de cada uno hacia la defensa o la conquista de objetivos comunes, no se imponía por la fuerza sino por la sabiduría.
En consecuencia, quienes orientaban a la comunidad y dirimían las querellas, no eran los más fornidos, exaltados, arrogantes, involucionados y violentos, sino los más sabios, evolucionados y pacíficos.
No obstante, la evolución social favoreció el florecimiento de los más desalmados y brutales.
Aprovechando la indefensión de los decentes, los pueblos y los clanes menos desarrollados genéticamente -en los que primaba el cerebro reptiliano propio de los sicópatas propensos a la guerra, el arrasamiento y el saqueo más que al respeto, la armonia y la equidad sociales, la asistencia mutua, la fraternidad y la paz-, para imponerse y sojuzgar a los limpios de corazón ajenos a la violencia, empleando ésta rompieron las reglas de convivencia que la leyenda asocia con la vida paradisíaca.
2. De esta manera se dio inicio a un nuevo período antropológico, marcado por el derramamiento de sangre, el triunfo de la impostura y la perversidad, y la división de la población en clases sociales opresoras (los potentados) y oprimidas (el resto sano).
Dicho período lo hemos denominado Historia. Su espíritu despreciable, que seduce a los peores integrantes de la especie, lo simboliza muy bien la solución al problema del Nudo Gordiano por el semidios Alejandro Magno.
Como no era capaz de desatarlo -a pesar de posar de inteligente y de haber recibido sus enseñanzas de quienes sí parecían serlo- lo destruyó con su espada, y exigió ser reconocido como genio por su brutalidad.
Y como tal lo consideran y reputan los potentados desalmados, al unísono con todos los honorables asesinos especializados en la guerra y demás crímenes que apabullan a los verdaderos honorables, dignos, respetuosos, inteligentes y valiosos.
Por fortuna, ahora la Historia está llegando a su fin, pues los mansos de corazón, los dignos y decentes, las víctimas milenarias de los sicópatas corrompidos que han monopolizado el poder y nos tienen al borde de la catástrofe global definitiva, estamos resueltos a recuperar la soberanía para todos y cada uno de los humanos.
3. Sabemos que la violencia ha sido la partera de la Historia, como bien lo dedujo el científico humanista que postuló las leyes de la revolución social propias del brutal período.
Por tanto, cuando la Historia agoniza porque ha agotado todo su potencial de progreso, el recurso para ayudarle a morir lo más pronto posible no debería ser acudir a la violencia A no ser que se trate del último ejercicio de tal degeneración, que se justificaría como el único método eficaz para aplicarle la eutanasia al período del devenir humano que la impuso y que sólo podría desaparecer violentamente.
En consecuencia, si las multitudes mundiales no tienen más remedio, podrían verse obligadas a acudir, por última vez, a la violencia para liberarse de los enemigos comunes.
Pero esto significaría caer en su juego, dándoles la oportunidad de fortalecerse si logran desatar la guerra de exterminio que tienen planeada para continuar su dictadura prolongando la Historia.
Por eso estamos obligados a superarla entre todos -dándole sepultura junto a sus promotores y grandes beneficiarios- para instaurar el Mundo que nos merecemos y que estamos en condiciones de conquistar si nos deshacemos de quienes nos lo impiden.
4. La insurgencia espontánea de las multitudes conscientes, precipitada a partir de la auto inmolación del joven tunecino Mohamed Bouazizi en diciembre de 2010, logró un par de victorias significativas y aleccionadoras, caracterizadas por la participación libre, independiente y pacífica de los ciudadanos.
Las manifestaciones alcanzaron una dimensión tan enorme que los dictadores de Túnez y de Egipto prefirieron dimitir luego de fracasar sus fuertes reacciones represivas, que no amilanaron a los pueblos.
Pero los gobernantes genocidas y ladrones de Libia, Bahrein, Yemen y Siria, donde las multitudes también se han manifestado, han acudido a una violencia despiadada, masiva e indiscriminada que está diezmando al pueblo y frustrando sus deseos de cambio.
Es de esperarse que el rey de Marruecos no proceda igual y se comporte como un dios benévolo pero, sobre todo, astuto y previsivo, pues la insurgencia popular es invencible. El rey tiene muy claro que, en tiempos de revolución, la voz del pueblo es la voz de Dios”.
En cambio, quizás José Luis Rodríguez Zapatero, el socialista espurio, lacayo del club de Bilderberg, se vea forzado a acudir a un expediente similar al de los dictadores plebeyos, en caso de que los indignados españoles persistan en su expresión libertaria, como van a persistir, pues el desafío es definitivo y de alcance mundial, de modo que paulatinamente se suman más pueblos, contagiados de indignación y resueltos a cobrárselas a los potentados degenerados, cuyas mentiras ya no les creen ni les reconocen autoridad de ninguna especie.
Esta expresión libertaria, a la que históricamente es tan proclive el alma anarquista de los ibéricos, responde claramente a los tiempos que corren, caracterizados por un creciente ejercicio de la democracia directa; a saber, del gobierno ejercido por el pueblo.
Desde luego, significa un claro rechazo a la impostura convencional de la burguesía, conocida como democracia representativa y cuyo significado histórico, patente y patético, no es otro que el de gobierno ejercido contra el pueblo por sus presuntos y perversos representantes que, ahora, por fin se hallan ilegitimados, descalificados, acusados y perseguidos, cada vez con más fervor y por más pueblos.
Ya entendemos muy bien la diferencia. Por eso, no soportamos más las imposturas, mitos y mentiras que le han permitido florecer al capitalismo hasta llegar a la nefasta degeneración conocida como Neoliberalismo.
A ojos vistas, está acabando con todo, de modo que tenemos que derrotarlo pronto, si aspiramos a conservar algunas esperanzas de que lograremos sobrevivir.
El grande y definitivo desafío no es otro que la posibilidad de evitar la extinción superando la Historia y pariendo, por métodos pacíficos, democráticos y civilizados, un nuevo período antropogénico, conscientemente concebido y ajeno a las organizaciones piramidales, pues todos valdrán lo mismo y nadie podrá pretender representar o dominar o explotar o dirigir o suplantar a nadie.
O sea, la especie está a punto de ingresar a una nueva época, si se demuestra digna de ella.
O está condenada a disminuirse e involucionar, en caso de que las actuales generaciones seamos incapaces de asumir nuestra misión de derrotar definitivamente a los potentados sicópatas que nos subyugan y embrutecen, y que están resueltos a destruir la biosfera a corto plazo, contando con la complicidad de los lacayos de todos los países y todas las ideologías.
Todos son sirvientes fieles del Neoliberalismo. A ninguno se le ocurre una alternativa de Vida. Es una misión reservada a los pueblos que ya no creen en caudillos.
Los líderes, defendiendo los intereses de los potentados, hacen todo lo posible para que olvidemos nuestra divinidad y nos declaremos ineptos e incapaces de asumir nuestra soberanía personal. Prefieren ponernos al servicio de quienes envilecen todo lo que tocan; esos que se han propuesto diezmarnos y acabar con la Naturaleza.
5. El criterio de rechazar la violencia como partera para la nueva época que está a punto de ser dada a luz tras el largo período de gestación, nos aconseja acudir a medidas imaginativas y originales que afecten profunda, radical y mortalmente al sistema consumista y jerárquico imperante en todo el Mundo. Es la expresión agónica o última de esos monstruos engendrados y paridos mediante la violencia y durante toda la Historia.
Debemos hacerlo pronto, evitando que los potentados y sus lacayos puedan defenderse. Tenemos que impedir que frustren el alumbramiento de la era gloriosa que han soñado los mejores ejemplares de la especie a través de los tiempos, aún en las condiciones más sórdidas.
Nunca perdieron la esperanza ni la fe en la capacidad y la bondad de los humanos decentes, sumisos y solidarios que, ahora, están resueltos y disponen de los medios materiales e intelectuales para apropiarse del manejo de sus destinos y del destino común, que es el marco definitorio del de todos.
Eso explica la desesperación de los potentados por desatar la guerra; precipitar la destrucción de la biosfera con sus explotaciones mineras, siempre depredadoras y ruinosas, y controlar el Ágora Virtual que los está destruyendo con la batería pesada de la Verdad difundida a la velocidad de la luz.
Tardíamente, como corresponde a su retraso mental, han comprendido que Internet es la herramienta concreta que satisface de verdad el sueño de democracia, de modo que están desesperados buscando la manera de controlarlo. Al efecto, el vendepatria que Santos nombró como ministro del Interior, un nieto de Lleras Restrepo, ya presentó su proyecto de ley para abrirles el camino de la censura a sus amos neoliberales y sionistas.
Es que Internet y las tecnologías de las telecomunicaciones y la multimedia ponen de manifiesto la inutilidad de los políticos, tanto como la de los periodistas dedicados al engaño y la mentira mediática que endiosen y les garanticen impunidad y simpatías a los dueños de los medios y demás potentados opresores y depredadores, incluyendo a los gobernantes lacayos y vendepatrias.
6. La verdadera democracia deja a los decrépitos criminales sin el respaldo de los gobernantes lacayos que los pueblos destronan. También les arrebata todo lo que le pertenece al pueblo para ponerlo al servicio de todos, incluyendo la Libertad y el derecho a disfrutar de una vida plena.
En consecuencia, los enemigos comunes quedan a merced de las multitudes conscientes, muchos de cuyos miembros, debido a la necesidad de contar con ingresos en una sociedad mercantil, son empleados de los potentados.
Pero, cuando los pueblos se levantan se niegan a seguir sirviéndoles, se reconocen como pueblo y se unen a la realización del sueño común, a medida que las multitudes adquieren conciencia y exigen respeto, indignadas y resueltas a terminar con las afrentas, la miseria y el dolor causados por los potentados.
Éstos son degenerados, impostores, inescrupulosos, traidores, mentirosos, codiciosos, criminales e inútiles, que ya estorban y, a la mayor brevedad, deben ser desplazados de sus posiciones de poder y despojados de las riquezas que nos han robado con sus violencias e injusticias milenarias.
7. Las acciones concertadas a través de Internet permiten coordinar una huelga general mundial que los genocidas despiadados no puedan reprimir, a no ser de casa en casa, y que, en poco tiempo, pueda dar al traste con la Historia.
También, mientras la huelga avanza sin que sus participantes sean reprimidos (como es lo usual contra las manifestaciones presenciales, tan impresionantes y vulnerables como limitadas en el volumen posible de participantes y en la expresión de sus ideas, opiniones y simpatías personales), brindaría la oportunidad para definir -en un foro universal, abierto, ágil y fructífero-, los fundamentos institucionales y operativos de la Sociedad del Conocimiento que será la base del nuevo período antropológico.
La cosa es sencilla si se quiere, pues, como dioses, nuestra misión es hacer realidad lo imposible.
Pero en este caso es algo muy posible, que casi está hecho. Sólo requiere voluntad mayoritaria porque los medios nos los han proporcionado los potentados con el fin de controlarnos, como lo advirtió George Orwell en su libro 1984.
Si lo decidimos, el tiro les saldrá por la culata, como les está saliendo.
Es urgente, pues su ofensiva también es monumental. La destrucción que causan cada día es irremediable. Es indispensable detenerla ya mismo para conservar algo de biosfera.
Lo imposible sería la tarea que se han impuesto los potentados decrépitos y desesperados, oponiéndose al progreso que detestan y los arrolla, para cumplir el criminal designio sionista de apurar el fin del Mundo.
Pero, si no nos oponemos, lo lograrán. Tristemente, en esta lucha, que se da minuto a minuto, han avanzado demasiado en sus ataques al Mundo y a la Vida, aprovechando la indiferencia que han sabido inculcarles a las mayorías incautas.
Las tienen alienadas, pero son capaces de despertar y reaccionar con toda la dignidad y el coraje propios de su condición humana.
Si no despiertan, aquellos culminarán su crimen, la Historia nos atropellará, y la Nueva Era no será.
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