HEDENTINAS DE HEDIONDOS
Darío Botero Pérez
Gustavo Villegas Restrepo, el Secretario de Seguridad de Medellín escogido por Federico Gutiérrez, el alcalde, viene vinculado a la administración pública en la ciudad desde antes, como secretario de hacienda de Omar Flórez Vélez.
Participó en la alcaldía del mañoso Sergio Fajardo Valderrama (ahora flamante proyecto de candidato presidencial para 2018), cuando debió hacer migas con los bandidos que la controlan desde hace años.
Este maridaje, conocido pero siempre silenciado por los canales oficiales, era, además de rentable para los participantes -del que los funcionarios se favorecieron con una imagen de eficiencia falaz-, muy conveniente para mantener la confusión y la indefensión de los habitantes, víctimas inermes y desamparadas de los negociados cotidianos a las que los someten los criminales, como la extorsión, o las guerras del micro tráfico por ollas bien conocidas, pero respetadas por las autoridades.
En tal contexto se concertó, de hecho, al menos, un pacto que redujo los asesinatos en las comunas, a cambio de participaciones oscuras en el gobierno, incluyendo el disfrute del significativo presupuesto municipal, por los más conocidos jefes de las bandas criminales.
Este contubernio criminal es normal, viejo y global, propio de todas las sociedades piramidales que, por definición, son inicuas, de modo que llegó la hora de superarlas.
Estamos obligados a establecer sociedades planas, realmente democráticas, a cambio de no perecer por obra del megalómano Trump, cuya sinceridad macabra y ramplona pretende desconcertarnos para confundirnos y arrodillarnos.
Espera que todos reaccionemos como sus fanáticos de la América profunda, absolutamente reaccionarios y enemigos irreductibles del progreso y las conquistas de la civilización.
Detestan la ciencia pero respetan la ignorancia, la ambición, el poder y la capacidad de decisión imperial del rubio malo, que sabe halagarlos, comprenderlos y utilizarlos.
Lo admiran por ser enemigo de politiqueros y periodistas lacayos, que no teme ofender y descalificar en su grandeza sublime de triunfador (o sea, de quien consigue dinero y puede pisotear a quienes no lo hacen). Por eso se rodea de los criminales que causaron la crisis de 2007, como Goldman Sachs y J.P. Morgan
Procede aceleradamente, dictando órdenes y trazando línea directamente a sus bases, que debe exaltar hasta que efervezcan y saquen a relucir su armas, pues toda ellas son orgullosos miembros de la Asociación del Rifle, preparados y dispuestos a defender a su líder de cualquier pacifista irreverente.
Se considera un Hítler redivivo, pero mucho mejor, más rico y por tanto, superior al pintor austriaco, arribista y loco desalmado, cuyas poses y arbitrariedades geniales difunde por twitter, desde que se despierta con su carga de inspiración mesiánica.
Aunque se vale de Internet, pretende censurarlo, alarmado por la insurgencia creciente de la Democracia Directa, que también se expande con rapidez, en una carrera mortal y definitiva entre el 1% y el 99%, claramente perfilada desde 2011, con la inspiradora Primavera Árabe.
Entiende que el pueblo también se vale de las redes sociales para compensar la invasión total de la privacidad de sus usuarios, de cuya fuerza colectiva dependemos las mayorías.
Retomando el pacto non sancto, realmente perverso y nocivo para la comunidad del Valle de Aburrá y más allá; explica la absurda y criminal deforestación urbana, tan notablemente extensa, constante y agresiva, sufrida desde entonces a conveniencia y determinación de los arboricidas dueños de motosierras que solían ser homicidas.
La convenida participación en la administración, exige recibir información privilegiada, para reforzar su control efectivo sobre los ciudadanos inermes.
Constituye un sucio pacto entre delincuentes sin escrúpulos y codiciosos, en el que ambos sectores de enemigos sociales ganan, pues les garantiza el sometimiento de las mayorías, acosadas por la arbitrariedad, la inseguridad y la iniquidad de seres sin visión estratégica ni solidaridad de especie, incapaces de ver más allá de sus mezquinos y particulares intereses de corto plazo.
Todos obedecen a los mismos resortes y motivos, que conviene hacer explícitos con los cargos que le formuló el fiscal encargado de su caso, al secretario de seguridad de Medellín, el señor Gustavo Villegas Restrepo, destacado sobrino del inolvidable alcalde conservador, Álvaro Villegas Moreno, quien tuvo la osadía de convocar o, al menos, autorizar el Festival de Ancón, a principios de los setenta:
“Evitar el cobro de extorsiones y cobros ilegales a la empresa de propiedad de Villegas Restrepo y su familia; conservar sus cargos públicos manteniendo bajos los niveles de delincuencia en la ciudad, y de esta manera optar por una candidatura a las próximas elecciones de la Alcaldía de Medellín” (Periódico Q’hubo, Medellín, jueves 6 de julio de 2017)
Esa fue la pretensión criminal que llevó a Villegas, el tavo paisa -quien sería el eje del negociado, pues su cargo de secretario de seguridad le permitía tener la sartén por el mango-, a rendirle cuentas a la justicia, el 4 de julio, quizás en honor a la celebración del día de la independencia en USA, lleno del espíritu virtuoso que exhala el demonio rubio, Donald J. Trump.
No obstante, lo interesante es que este caso ha permitido entender el peligroso propósito mafioso -que entrega la patria a los bandidos de forma legal-, oculto tras el Decreto 1175 del 29 de julio de 2016.
Acude provechosamente a la neo lengua que tanto se esmeró por imponer Uribe Vélez para confundir los conceptos y relajar los principios.
Al efecto, el gurú chalán impuso la noción de “actores armados ilegales”, para igualar la lucha armada y violenta de los guerrilleros disciplinados y dispuestos a cambiar el régimen, con la de los narcotraficantes y bandidos claramente dedicados a abusar de la sociedad aprovechando la laxitud y complicidad del régimen podrido, que los guerrilleros combaten, arriesgando sus vidas a cambio de la satisfacción de no morir de rodillas, manteniendo la llama de la dignidad encendida.
En vez de distinguir entre delincuentes comunes, incluidos los politiqueros -motivados por intereses ruines y personales, que afectan a la sociedad-, y delincuentes políticos -cuya causa se pretende minimizar y desprestigiar, pues busca establecer una sociedad digna que suplante la asquerosa que nos imponen los criminales-, el sórdido decreto aprovecha los acuerdos de paz para ganar más poder dictatorial y consolidar la república mafiosa, en camino de convertirla en un país fracasado, a disposición de la voracidad de las multinacionales, que se apropian de nuestros bienes públicos y de nuestras riquezas naturales gracias a las canalladas de los politiqueros.
Estos personajes pisotean los derechos ciudadanos, legítimos y constitucionales, disfrutando de plena impunidad, consagrada en normas absolutamente antisociales, disfrazadas de buenos propósitos.
Al efecto, aprovechan la integración de los ex guerrilleros a la vida civil y a la actividad política legítima y pacífica, cuya ganada amnistía se quiere extender a rapaces asesinos y criminales, carentes de cualquier espíritu altruista.
Claramente lo expresa el artículo 1 del mencionado decreto, extendiendo lo que sería un derecho exclusivo de los subversivos, reconocido por las leyes consuetudinarias de todos los países, a simples bandidos comunes, enemigos por definición de la sociedad, que la nomenclatura marxista denomina lumpen proletarios, y que jamás serán revolucionarios en el sentido positivo en el que lo son los guerrilleros.
“El Gobierno Nacional, con el fin de propiciar acuerdos humanitarios, podrá solicitar a las autoridades judiciales competentes la sustitución de la medida de aseguramiento, de pena o solicitar la pena alternativa en contra de miembros o exmiembros de grupos armados organizados al margen de la ley”
Por su parte, Luis Gustavo Moreno, director de la Unidad Anticorrupción de la Fiscalía, fue detenido a fines de junio, con fines de extradición a USA, sindicado de “conspiración para lavar activos, con el fin de promover el soborno y la corrupción en Colombia” (elpais.com.co)
Ya está cogido y sin escapatoria, listo para ser extraditado porque fue el Imperio directamente, que no admite burlas, el que ordenó su detención, en vez de la Fiscalía presidida por Néstor Humberto Martínez -el hijo del honrado maestro albañil, Salustiano Tapias (en la ficción, decentes)-, que tolera los sobornos recibidos, de parte de las empresas de los brasileros Odebrecht, por altos personajes de la política y sus socios particulares o privados.
Está acostumbrado, evidentemente, como su subalterno, corrupto camuflado, cual la mayoría de los funcionarios politiqueros, a los permanentes negociados sucios y multimillonarios que les produce el ejercicio criminal del poder sobre las masas indefensas.
A éstas las someten a leyes arbitrarias, incluyendo las que violan los derechos civiles e individuales, como el Nuevo Código de Nacional de Policía, que irrumpe en las vidas cotidianas, fomentando disensiones y enfrentamientos temerarios en las comunidades, al darles herramientas represivas a los sectores más reaccionarios.
Armados con tales instrumentos, los más retrógrados y categóricos, rígidos y autocráticos, amargados por naturaleza, atacan a los progresistas, arrebatándoles sus conquistas, como el derecho a usar los espacios públicos adecuados para la farra de los adolescentes y la relajación de los transgresores, que no dañan a nadie pero aman su libertad sobre todas las cosas, pues la consideran la mejor oferta de la maravillosa Vida..
Tal compromiso con la Vida y sus placeres, es intolerable para los amargados.
Genera el odio de los fascistas, desde luego, de modo que exige la reacción clara y multitudinaria de los evolucionados, cuyas conquistas están seriamente amenazadas por la ola retrógrada, represiva y reaccionario que recorre el Mundo, pretendiendo destruirlo en vez de permitir que avance.
En conjunto e individualmente, los vende patrias y los plutócratas usan el poder para expropiar a las mayorías y entregar las riquezas de la patria a la voracidad depredadora de las multinacionales, apátridas, desalmadas e insaciables.
Es evidente, entonces, para cualquiera que sea sensato, que ninguna autoridad nacional tomaría una iniciativa parecida a la que mueve a los lúcidos dignos para defender y ampliar los derechos humanos, pues quienes los desprecian, reducen y deforman son corruptos y lo han sido siempre.
No es ninguna novedad. Son como los politiqueros de todas partes, en todos los tiempos en que ha dominado la opresiva y fructífera Historia, actualmente sufriendo los estertores mortales de la agonía, pero intentando acabar con todo para llevarnos a su tumba y robarnos el futuro.
Todos ellos andan disfrazados de virtuosos e imprescindibles conductores de pueblos, para engañar y asaltar a los ciudadanos irreflexivos, que no ejercen su personal cuota de poder ni reclaman sus derechos, preocupados por salvar la vida, así sea sobreviviendo agachados o de rodillas.
Se sabe -aunque se calla por los pusilánimes prudentes- que todos ellos han cometido crímenes espantosos, que no les cobran sus jueces, desde luego, pues son escogidos por ellos mismos entre corruptos de peor calaña o, al menos, no inferior a la de sus nominadores:
Fiscal General-Fiscal Anticorrupción / Presidente Nacional-Fiscal General, y así funciona la cadena de la corrupción, la politiquería y el clientelismo, que conforman sólidos y variados eslabones.
Pero cuando la embarrada es innegable, e ineludible el castigo, alguien tiene que sacrificarse y callar.
De todos modos, sus crímenes los disfrutan y no dejarán de seguir cometiéndolos, si nos dejamos, si seguimos creyendo sus mentiras y aplaudiendo sus canalladas, estimulando su impune y enorme capacidad de sicópatas sin escrúpulos moralistas ni barreras éticas.
Por eso, se entiende perfectamente que -ante los delitos tan enormes, cometidos por sus amigos, colegas y patronos, como el señor presidente de la república; tanto como por sus clientes de las multinacionales- el Fiscal General quiera eludir sus responsabilidades con la justicia, sin perder la confianza de los ciudadanos, desviando la atención de los incautos fanatizados por Uribe Vélez y su émulos, mediante críticas a la Jurisdicción Especial para la Paz
Así funciona el sistema, que tenemos que cambiar entre todos, pues no es responsabilidad exclusiva de guerrilleros particularmente altruistas y valientes.
Es la suprema obligación de todos los oprimidos que entiendan el mar de corrupción en que nos movemos, como parte de las oprobiosas características de las sociedades piramidales dominantes en la Historia.
Sólo la Revolución Mundial podrá derrotarlas por siempre, estableciendo sociedades horizontales, ricas, justas, amables y dignas, donde vivir sea un placer y no el infierno en que se baten las mayorías por obra de sicópatas sin entrañas, en las sociedades verticales, autoritarias, piramidales, que nos han agobiado a las mayorías durante la vigencia de la Historia.
Eliminarlas para alcanzar la igualdad, resume la esencia del ejercicio del poder democrático, ya que su carácter colectivo impide que cualquier sicópata se lo apropie, como ha sido lo acostumbrado durante los últimos cinco mil años, que podemos conocer en detalle y no tenemos derecho a repetir ni prolongar, pero que los sicópatas no nos van a dejar superar por las buenas.
Por esa realidad tan cruda, patética y general, necesitamos verdadera democracia, en vez de politiqueros impostores que se la apropien como su patrimonio exclusivo, de modo que nos desprecian y hasta nos matan sin titubear, por la sagrada defensa de sus privilegios, confundidos con los de la nación, que encarnaría en ellos y en sus amigotes.
En cuanto al adalid de la lucha anticorrupción por parte de la justicia colombiana -tocayo del argentino anterior presidente de la Corte Penal Internacional, que tampoco castiga a los corruptos que eluden la justicia en sus propios países-, ha robado miles de millones que no devuelve.
Pero, como buen cristiano, que peca y reza, de modo que empata, ha pedido perdón tras las rejas, manifestando a moco tendido que se arrepiente y se siente profundamente triste y avergonzado, lo cual es más que suficiente para perdonarle sus delitos a un hombre de fe.
Queda claro que es una persona sensible, que acata las reglas de la hipocresía imperante, lo cual es mucho más valioso que la honradez, pues los beneficia a todos ellos con la impunidad general y personal garantizadas, adobadas con la conservación de lo robado y mal habido.
Aunque se vean eventualmente presos en condiciones principescas, jamás les aplican la llamada ley de repetición, que los obligaría a devolver lo robado, con multas, sanciones y compensaciones al erario y a las víctimas, para restablecer la fe pública con bases ciertas en vez de meras promesas de pícaros honorables, que disfrutan de enorme prestigio y respeto social entre las cúpulas corruptas y ante las masas vendadas, ciegas o miopes, incapaces de razonar.
Debido a su alcurnia y a la humildad demostrada mediante su acto público de arrepentimiento y humillación, hay que perdonarle al Luis Moreno, así como le han perdonado a Bernardo Moreno, el secretario privado del dictador Uribe Vélez, sus deslices de primíparo atrevido pero de buen corazón, y amigo del gurú, que es lo mejor.
A Luis Gustavo hay que abonarle que, según nos informó en su espectáculo dramático de contrición pura, ajustada a las más exigentes convenciones, “es un abogado que hizo varios postgrados, fue profesor de varias universidades y escribió algunas obras”
Sin dudas, para la sociedad oprobiosa que sufrimos, se trata de un personaje que está por encima de la ley, más allá del bien y el mal, casi tanto como el gurú Uribe Vélez, de modo que merece impunidad manifiesta e inmediata, disfrutada como un ser superior, en palacios, con joyas y carruajes majestuosos.
O sea, como Tom Y Jerry, los hijos del chalán de Salgar, sobrinos de Santiago y primos de Mario Uribe Escobar, por parte de padre, pues por el de la madre, Lina Moreno, sus méritos son superiores.
Si los autores del negociado continuo con los bienes de la nación, sus monopolios públicos y sus riquezas naturales, culpables evidentes de crímenes infames como los falsos positivos, o como el alcalde rolo -Enrique Peñalosa, hijo de ex ministro latifundista, su tocayo- que está arruinando a Bogotá, siguen en la cima del poder, disfrutando de total impunidad, pues dejemos tranquilos a los “tavos” Villegas y Moreno.
¿Qué más da, si todos son bandidos?
Moreno se mató solo al meterse en la boca del lobo para robarle parte de su botín, pretendiendo sobornar a un testigo sapo, cooptado por USA a través de la DEA.
Fue víctima de una pérfida trampa, que la Fiscalía General de la Nación colombiana no pudo disimular ni evitar o eludir, como tampoco lo pudo hacer con los sobornos de Odebrecht ni con los consecuentes delitos de Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos Calderón, cometidos con los ilegales fondos de sus campañas, como el espionaje del rival por medio de hackers.
No pudieron echarle tierra antes de ser conocido, porque el caso se ventiló en USA, como parte de los arreglos con Marcelo Odebrecht para no pagar cárcel por sus delitos, o reducir significativamente sus penas.
Pero ya en Colombia está casi perdonado y olvidado el escándalo por estos hechos, minimizados por el Fiscal.
Han sido rebasados por los delitos más recientes de conocimiento público, los de los corruptos guardianes de la honorabilidad, que ya el Fiscal comenzó a disipar, distrayendo la atención pública al dirigirla al polémico asunto trascendental de la paz.
Sin embargo, la analogía con el par de casos de los tavos, comentados en este escrito, conlleva que se recuerden antecedentes de similares tropelías, o “picardías”, como las llama el converso Santos, cometidas por las cúpulas del poder y no por meros advenedizos.
Ante la indispensable necesidad de mantener su impunidad, sus bienes y sus privilegios, cada vez mayores, se olvida la identidad de las cabezas del crimen en el país, pero todos sabemos quiénes son.
Se trata de intocables inimputables, como Santos y Uribe, o como los cacaos Luis Carlos Sarmiento Angulo y, el de menor rango pero más insidioso, Carlos Ardila Lule, a quienes se unen tantos lugartenientes de menor valía, pero igual de corruptos e impunes.
Aunque la condición de corrupto conocido, ostentada por el jefe de la oficina encargada de luchar contra tal flagelo, constituye un caso llamativo, que demuestra la pésima calidad humana de los politiqueros que nos gobiernan, de ninguna manera se trata de una excepción que requiera tanto escándalo y atención.
En cuanto a Villegas, no sería el primer alcalde paisa que llegase a ocupar su cargo mediante un pacto igual de conveniente con los mafiosos que asuelan la ciudad desde las épocas de Pablo Escobar, pues, por lo menos los últimos cuatro alcaldes han gobernado con similar criterio e iguales pactos criminales, desde Sergio Fajardo, Alonso Salazar y Aníbal Gaviria, hasta el actual Federico Gutiérrez.
Así han logrado reducir la enorme tasas de asesinatos, a un costo mayor en libertades políticas y derechos sociales para los indefensos pobladores del deteriorado Valle de Aburrá que, al menos, mueren en menor cantidad por arte de los bandidos.
Sin embargo, los pactos abominables propios de la corrupción, tanto como la corrupción misma en todas sus facetas, no son privilegio exclusivo de mis compatriotas paisas o colombianos, aunque no faltan siquiatras y antropólogos que lo afirmen para exculpar a sus colegas de otras latitudes.
Son muchos los legisladores y gobernadores que han violado la ley, inclusive la que crean a su medida, cuando no los favorece.
Y ha ocurrido con notable frecuencia, no sólo en Colombia. También lo vemos en México, ahora vapuleado públicamente por el rubio maluco, ordinario, arrogante, grosero, vulgar, ladrón, asesino y belicoso, que se robó la presidencia en USA, la bestia Donad J. Trump.
Pero no sólo son bandidos los presidentes de Colombia, México y USA. Iguales casos se han presentado en Guatemala, con su ex presidente ladrón y asesino, Alfredo Rios Montt, y su compañera vicepresidente, otra destacada delincuente.
Y en Panamá, con el flamante oligarca, compinche de Álvaro Uribe Vélez, Ricardo Martinelli, el que le dio asilo a la criminal jefe del DAS, María del Pilar Hurtado, tan delincuente como su antecesor en el cargo, Jorge Noguera.
Se trataría de personas impecables, según Uribe, quien vive rodeado de ángeles cuya santidad jamás se ve en los hechos, aunque la predica siempre y de todos ellos. Cuando los investigan, sin embargo, así sea someramente, terminan presos.
También sabemos de notables escándalos en las altas esferas de Perú, donde no sólo está preso el “chinito” Alberto Fujimori, tras sus crímenes y desplantes a la justicia, sino que Ollanta Humala y Alejandro Toledo, con sus consortes, están en calzas prietas.
Igual ha ocurrido con Michel Temer en Brasil y con la amable sibilina vende patria, la chilena Michelle Bachelet. Así como con la embrujadora Cristina Fernández y el oligarca bailarín, Mauricio Macri en Argentina.
Pero no son ajenos al fenómeno Valdimir Putin en Rusia, Yessip Erdogan en Turquía o Bashar al Assad en Siria, ni Mariano Rajoy en España.
En fin, como lo resume de manera macabra el temerario tramposo, asesino y ladrón, Donald J. Trump, se trata de la podredumbre mundial que sólo venceremos con el imperio de la Verdad, auténtico Mesías que podrá salvarnos, si somos dignos y asumimos nuestras obligaciones con la Vida, honesta, soberana y dignamente.
En tales circunstancias, echarle toda el aguas sucia a Venezuela para convertirla en un matadero fratricida, es temerario y no resuelve nada, aunque sí lo empeora, pues la solución depende de los pueblos unidos contra sus enemigos comunes, y debe ser mundial. Exige la derrota de la Historia para ingresar a una nieva era de paz, presidida por la Verdad, madre legítima de la justicia, la equidad y el respeto a los demás.
Sin olvidar ni perdonar los delitos de estos personajes, tratando de que reciban castigos por ellos, lo que hay que atacar con todas las fuerzas es el sistema piramidal, discriminador y excluyente, que produce la corrupción como fruto natural del oprobio impuesto por las sociedades autocráticas dominantes en la Historia.
Se trata de un fenómeno universal que lúcidamente denunció lord Acton, a fines del siglo 19, a causa de la infalibilidad declarada por el Concilio Vaticano I para las afirmaciones del papa, ahora ya enmendada por el Concilio Vaticano II, que comprendió su arrogancia, inaceptable por la inteligencia humana, pero que los fanáticos no dejan de reconocerles a sus respectivos caudillos, predestinados, autocráticos e iluminados, como nuestro desapacible mitómano, Álvaro Uribe Vélez.
Al respecto, lord Acton formuló el conocido axioma sobre el carácter corruptor del poder, que es mayor si éste es absoluto, como el de Uribe dentro de sus manadas y sus rebaños; o el de Trump entre las suyas y los suyos, tan anacrónicos.
Tal aserto universal continúa cautivando a ambiciosos dispuestos a seguir monopolizado el poder mediante engaños.
Aducen, para conseguirlo y conservarlo, cualidades, disposiciones naturales y falsas virtudes, que ninguno posee. Pero todos aparentan ser sus depositarios divinos, sin que falten incautos ignorantes que les crean.
Sin embargo, cuando pillan a los corruptos, dejándolos sin escapatoria, se arrepienten con sonoros golpes de pecho, aunque convencidos de que son mejores pese a sus delitos. ¡Almas benditas!
¿Qué de raro tiene, entonces, que pequen los menores, si los prelados castos de profesión, pedófilos y ladrones, lo hacen peor, pero son perdonados y perdonan a los demás, gracias a sus misteriosas e increíbles dotes escatológicas?
Lo grave sucede cuando el protagonista es un infeliz del montón. O sea, si hace parte de esos desechables del 99% despreciado por los sicópatas plutócratas, que lo manipulan a su antojo, capricho y conveniencia, de modo que el individuo sin poder no es dueño de su destino, al menos mientras no recupere su personal dignidad y deje el miedo
Olvidemos el asunto, y echémosle el agua sucia a Venezuela, un chivo expiatorio ideal para las canalladas de todos los gobernantes, que necesitan expiar sus crímenes por interpuesta persona, como lo merecen los mejores.
Tienen derecho a culpar al gobierno chavista, que ha resultado tan hábil para conservar el poder pese a la ofensiva mundial de la derecha internacional, que hasta le dio un golpe de Estado a Rafael Hugo Chávez Frías, en 2002, encabezado por el empresario Pedro Carmona, a quien -como era de esperarse de la solidaridad entre sicópatas defensores del Neoliberalismo- Uribe le dio asilo en Colombia, tras el fracaso de su régimen de dos o tres días, tan ambiciosos y reaccionarios, tan antidemocráticos y antipopulares.
Sin embargo, no han renunciado a tumbar el régimen chavista, calificado de malo porque no se arrodilla al Imperio, aunque el chileno, el colombiano, el peruano, el mexicano, el argentino, el brasilero -y muchos más, incondicionales con las multinacionales y las agencias multilaterales que las defienden contra los pueblos- están bastante podridos.
Pero son lacayos fieles, de modo que sus máculas, defectos y crímenes horrorosos, pasan si escándalos de CNN, que es lo que nos dejan ver por acá en la televisión, aunque la señal se la interfieren, para que nada se entienda.
Sin dudas, hieden mucho más que el venezolano, como lo prueba la detención, por orden de la omnipotente DEA, del corrupto encargado de perseguir y castigar la corrupción en Colombia, para no alejarnos de mi putrefacta patria, cuyo perverso presidente pretende posar de potencia moral en la región y el Mundo, prevalido de su flamante premio Nobel de paz, que está pagando espléndidamente, con los recursos naturales y los derechos de los pueblos, atentado abiertamente contra la Vida en general.
La consigna regional de los gobiernos lacayos sin condiciones, es que se maten los venezolanos mutuamente. Así lo vienen haciendo hace tiempo, como los demás latinoamericanos víctimas de la delincuencia común, cada vez más penetrante, poderosa, aliada a las autoridades y agobiante para los ciudadanos del montón.
Tales bandidos comunes disfrutan de la complicidad de las autoridades corrompidas y ambiciosas, se sabe de sobra, aunque deberían perseguirlos, combatirlos, batirlos y eliminarlos, por ser factor constante de desestabilidad social y de inseguridad ciudadana permanente.
Pero lo que pretenden las directrices estratégicas de los sicópatas, es incrementar la zozobra social sin correr riesgos de perder la primacía política, para lo cual la inseguridad ciudadana, cuando la ciudadanía es víctima cotidiana e indefensa de la delincuencia, tanto como la oportuna represión oficial de las protestas populares, son armas poderosas.
Así ocurre en México, Guatemala, Honduras y El Salvador, y en unos doscientos países más, pues todos son piramidales, y los gobiernan seres humanos especiales (según se creen ellos mismos), que abusan de sus pueblos para no desperdiciar la oportunidad que les ha ofrecido el destino.
Así seguirá siendo mientras los pueblos no recuperen el poder que les pertenece colectivamente, pero que les han arrebatado unos sicópatas como Trump, que hacen lo que les dé la gana, sin consideraciones con nadie que no sea potentado.
Por eso despreció públicamente a la Clinton, y lo reitera con la Merkel, descorazonándola sin compasión ni caridad cristiana, pese a que ambos profesan modalidades de cristianismo acomodadas a sus intereses personales. Serán rivales, tal vez, como los chiitas y los sunitas.
La indispensable toma de poder por los sicópatas poderosos e inescrupulosos -que, repitiendo el libreto de Ayn Rand en su libro, La rebelión de Atlas, prefieren asumir directamente el mando en vez de ejercerlo a través de intermediarios de baja calidad-, es cosa de lógica y no de ética superior, tan escasa, y tan inclinada a elevar el precio de las traiciones y negociados en que participe el ser adusto, de reconocida alta moral (muy bien fingida), decidido a aprovechar su cuarto de hora con las mieles del poder a su favor.
De su viveza viven los vivos, por cuenta de los bobos.
Deja de ser bobo, pero no te vuelvas vivo, pues todos merecemos respeto sin estar afligidos, preocupados, amenazados o mortificados por las avionadas de los demás.
Los mansos de corazón no lo tienen claro, pues suelen carecer de la malicia necesaria; pero los abusadores que se aprovechan, no dejan de abusar, asegurando que son los buenos.
Sin embargo, los cándidos que conozcan, admitan y difundan la Verdad, tienen esperanzas, pues la alternativa al holocausto es construir sociedades planas, donde sea natural respetar a los demás.
Así sí se puede disfrutar el viaje a este mundo, como seres creadores y no como máquinas sacrificadas a las ambiciones de los plutócratas locos e involucionados
¡Así va el circo, cada vez más putrefacto!
studentki seks (sábado, 09 septiembre 2017 09:23)
cykloturysta