Cuatro principios rectores de la Aldea Global:
1. Derecho Internacional de
los Derechos Humanos,
2. Derecho Internacional Humanitario,
3. Derecho Internacional de los Pueblos y
4. Derecho Penal Internacional.
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Art. 19
Declaración Universal de DDHH:
"Todo individuo tiene derecho a
la libertad de opinión y de expresión;
este derecho incluye
el de no ser molestado a causa de sus opiniones,
el de investigar y recibir informaciones y opiniones,
y el de difundirlas,
sin limitación de fronteras,
por cualquier medio de expresión."
Este derecho lo formalizamos creando un Foro Abierto a la libre expresión de todo el que quiera intervenir, sin perder su anonimato ni impedirle, si lo prefiere, que se identifique.
Tampoco se le coartará su expresión, pero se le dará el trató que merezca su aporte, según los Criterios de Funcionamiento de este sitio.
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Defensa de una legalidad legítima
Denuncia y rechazo a las leyes e instituciones supranacionales que pisotean los derechos de los pueblos y los fueros de la Vida y la Naturaleza valiéndose del respeto supersticioso de las masas impotentes a la ley y a los dogmas económicos impuestos por los sicópatas que nos desprecian, embrutecen, fanatizan y esquilman.
Han de cambiarse por leyes forjadas entre todos los interesados, en los niveles que corresponda, desde el más local y próximo al ciudadano, hasta el global.
Se trata del ejercicio del poder popular que ahora se arrogan con exclusividad los potentados aprovechando las instituciones supranacionales que nos han ido imponiendo ladinamente normas, denigrantes para las mayorías y laxas y alcahuetas para quienes nos las imponen.
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Legalidades antagónicas
Los plutócratas desalmados, felones mentirosos, ambiciosos, hipócritas y seductores, narcisistas y megalómanos, acostumbrados a subyugar a quienes no lo son, viven convencidos de que la ley no puede ser más que la expresión de sus deseos y caprichos, estipulada en defensa de sus privilegios contra los derechos de las mayorías.
Y con este criterio han procedido durante el periodo que llamamos la Historia, cuya característica es la concentración del poder y la riqueza en manos de los violentos inescrupulosos que la siquiatría llama psicópatas.
Su involución o atraso evolutivo lo disfrutan despojando, asesinando, subyugando, amenazando y aterrando a los decentes.
Son quienes nos suplantan en los gobiernos, dizque para garantizar el ejercicio de la autoridad y el mantenimiento del orden, pero buscando ocultar que, en una sociedad plana, todos mandan colectivamente dentro del marco de una legislación concertada por todos y, por tanto, realmente legítima.
En consecuencia, todos la acatan por convicción y no por simple superstición, ni, mucho menos, por represión de quienes se sienten mejores y con derecho a corregir y castigar, como cualquier señor inquisidor medieval o cualquier fascista actual, canallas entre canallas, corruptos entre corruptos, cuya degeneración y decadencia ya son obvias e imparables, si no coronan sus desastres apocalípticos y nos fregamos todos.
Leyes de autoridad legítima
Aunque el respeto a la ley es una conquista de la civilización, sólo es respetable la ley legítima. O sea, la que proviene de la única fuente de autoridad admisible por cada individuo digno y soberano, que es el pueblo. Por tanto, la ley que merece respeto no puede ser otra que la que surge del acuerdo de todos o, al menos, de las mayorías deliberantes.
En una sociedad avanzada, necesariamente plana u horizontal, como la que tenemos la oportunidad de darnos actualmente, sólo merecen acato las leyes legítimas, lo cual exige denunciar, combatir y repudiar las impuestas por poderes artificiales que no tienen su origen en “la autoridad del pueblo”.
Ésta es la única autoridad reconocida por los seres evolucionados, que han superado las supersticiones sobre su falso origen divino y su atribución a seres superiores que abusan de quienes les creen sus cuentos, como los levitas que viven de los miedos y los diezmos de las once restantes tribus de judíos, subyugadas por la supuesta autoridad divina de los profesionales del culto, con sus ritos y secretos.
La equidad y la justicia exigen denunciar, combatir y no respetar leyes abiertamente injustas e ilegítimas, como las que nos están imponiendo los sicópatas con el Neoliberalismo y su ofensiva global mediante contratos leoninos, tratados de libre comercio que privatizan los Estados, instituciones supranacionales cuyos integrantes son lacayos de los enemigos comunes.
Estos traidores a las mayorías, politiqueros y funcionarios, jueces y leguleyos, según las circunstancias, siempre las engañan, estafan, desprecian, diezman y subyugan. Sin escrúpulos ni demoras, oprtunistamente rotan sus servicios entre las multinacionales privadas y las instituciones oficiales que defienden los derechos de los plutócratas contra los de los pueblos.
Alternativa popular de multitudes legalmente iguales
En cambio, la Sociedad Democrática Global que estamos construyendo entre todos los oprimidos es anárquica, pues nadie manda a nadie, ni se le puede imponer a otro desconociendo las normas de convivencia común elaboradas y convenidas por todos los interesados en participar en la vida pública ejerciendo su soberanía individual sin ninguna discriminación.
Por tanto, las fuerzas represivas no pueden justificarse en una sociedad igualitaria controlada por la ciudadanía en condiciones de auténtica civilización, cuya gran conquista es la convivencia pacífica y tolerante, sin mezquindades ni abusos. Sin las desigualdades propias de las sociedades piramidales o verticales o inicuas dominantes en la Historia, que tanto daño les han hecho a las igualitarias.
Por fortuna para la parte decente de la especie humana, aún no han podido extinguirlas, de modo que éstas ahora se yerguen como una alternativa vital a la moribunda Historia y sus engendros patológicamente sociópatas y sicopáticos.
Se sienten orgullosas de su identidad, tan pisoteada por los abrahámicos conquistadores y otras aberraciones autocráticas presentes en la Historia, como los sucesivos imperios que esclavizaron al mismo pueblo judío. Y el nazi que trató de exterminarlos, y a cuya persecución tantos frutos le han sacado a costa de los palestinos, y de la paz mundial, amenazada por la guerra atómica que obsesiona a los sionistas.
Justicia equitativa y legalidad democrática globales
Aplicación de la cláusula Martens para conflictos no reglamentados por el derecho internacional, y adopción democrática de tratados humanitarios y pactos internacionales realmente civilizados, no impuestos arbitrariamente por potencias como USA o el Consejo de Seguridad de la ONU o instituciones supranacionales como la OCDE, el FMI, el Banco Mundial, el Banco Central Europeo, la OTAN, en beneficio de los plutócratas, cuyos deseos se expresan en el Club Bilderberg, en el Foro Económico Mundial o en los sanedrines de Washington, donde medra la Continuity of Government desde los tiempos de Eisenhower.
O directamente, los abusos normativos son impuestos impunemente por los plutócratas mediante los leoninos "tratados de libre comercio", que de libres nada tienen pero entregan riquezas sagradas a las multinacionales depredadoras, cediéndoles la soberanía de las naciones gracias a la vileza de los gobernantes vendepatrias.
De esta manera, quedan sujetas a legislaciones supranacionales e ilegales puestas al servicio incondicional de los enemigos comunes, quienes no dudan en eludir su culpa en el desastre que se esmeran por agravar, aplicando el " Síndrome de Medusa" que pone a las víctimas a pagar los crímenes que les han infligido sus victimarios.
Ahora son las víctimas las llamadas a establecer leyes de validez universal por su legitimidad democrática, tan alejada de las leyes ilegales, abitrarias e inicuas impuestas por los plutócratas gracias a los canallas que venden las patrias para abrir cuentas en Paraísos Fiscales.
Llegó la hora de la verdad, buscada por tantas generaciones que han caído en las garras de los plutócratas acaparadores del poder y la riqueza.
Por fin disponemos de los medios idóneos para el ejercicio del poder por el pueblo, como debe ser en términos realmente democráticos, aunque hasta ahora ha sido privilegio de oligarcas y politiqueros sin escrúpulos, desalmados, ambiciosos y corruptos, sicópatas la mayoría, si no es que todos.
Dictum de Acton
Reproduzco el "Axioma de lord Acton", que tanto me esmero en recordar frente a cualquiera que se considere con derecho a ejercer algún poder sobre alguien. Estos tales proceden abusando de la amnesia impuesta a las mayorías por los medios de alienación masiva, presumiendo de una supuesta y siempre falsa superioridad moral que los haría casi incorruptibles, si les creemos y no aprendemos de este mar de corrupción, ya evidente para todos, en todos los países y en instituciones públicas y privadas de todo tipo.
Copiemos de wikipedia:
"... Lord Acton remitió una carta al obispo Mandell Creighton, autor de una monumental Historia del Papado, que no era contundente al juzgar la conducta de algunos papas. A esto Acton replicó:
"No puedo aceptar su doctrina de que no debemos juzgar al Papa o al Rey como al resto de los hombres con la presunción favorable de que no hicieron ningún mal.
Si hay alguna presunción es contra los ostentadores del poder, incrementándose a medida que lo hace el poder.
La responsabilidad histórica tiene que completarse con la búsqueda de la responsabilidad legal.
Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Los grandes hombres son casi siempre hombres malos, incluso cuando ejercen influencia y no autoridad: más aún cuando sancionan la tendencia o la certeza de la corrupción con la autoridad."
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Defensa de una legalidad legítima
En consecuencia, son indispensables y urgentes la denuncia y el rechazo a las leyes e instituciones supranacionales que pisotean los derechos de los pueblos y los fueros de la Vida y la Naturaleza valiéndose del respeto supersticioso a la ley y a los dogmas económicos impuestos por los sicópatas que nos desprecian, embrutecen, fanatizan y esquilman.
Han de cambiarse por leyes forjadas entre todos los interesados, en los niveles que corresponda, desde el más local y próximo al ciudadano, hasta el global, que ahora se arrogan con exclusividad los potentados aprovechando las instituciones supranacionales.
Mediante éstas nos han ido imponiendo, universal y ladinamente las doctrinas mortales del Neoliberalismo, que pervierten cualquier noción sensata de la presunta ciencia económica, como ahora es evidente para cualquiera que se dé el lujo de pensar.
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