FALACIA DEL PODER PLUTÓCRATA
Darío Botero Pérez
En honor a la memoria de
mi sabía Madre agnóstica
Todo discurso humano es débil. Aunque los más valiosos intentan comprender y develar la verdad mediante un ejercicio intelectual honesto y sin prejuicios, muchos pretenden defender intereses egoístas de plutócratas más que establecer claramente conceptos coherentes, verificables y funcionales que iluminen y empoderen a los demás.
Prefieren subyugarlos mentalmente, buscando tararlos o alienarlos para neutralizarlos o conquistarlos a fin de ponerlos a que luchen entre sí mismos contra sus propios intereses en defensa de los de los enemigos comunes. O sea, contra la Vida y la madre Tierra, como lo quieren los plutócratas.
Los mixtificadores de la realidad, que desprecian el sentido común, proceden guiados por los prejuicios intelectuales de las clases dominantes, interesadas en convencernos de su superioridad frente a las ideologías, los saberes, las culturas y los individuos subyugados, algunos de quienes, no obstante -en casos sorprendentes de verdadera sostenibilidad o sustentabilidad, de las que estamos obligados a aprender si queremos evitar la hecatombe en que nos sume el Neoliberalismo con las mismas palabras, que sus hechos desmienten porque precipitan evidentemente el Fin- suelen pertenecer a comunidades milenarias, lo que los hace ejemplares y dignos de respeto frente a los depredadores capitalistas que en poco más de 200 años nos tienen al borde de la extinción.
De ahí que estos degenerados prefieran sus galimatías al conocimiento objetivo de la realidad expresado con sencillez y claridad, sobre todo si -a punta de jerga especializada que les cuesta a sus admiradores y seguidores o prosélitos, alumnos o aprendices de brujo, un gran esfuerzo intelectual para asimilarla (o aparentarlo, pues el engaño pulula entre estos "intelectuales") y a la que muy pocos tienen acceso en los templos del saber oficial consagrado como verdad irrebatible- lo vuelven incomprensible e inaccesible para las mayorías ignaras, que nada podrían decir debido, precisamente, a su inculcada ignorancia...
Por fortuna, esos despreciados son inteligentes, no dejan de percibir los desastres, pueden frustrar los planes de los enemigos comunes, y cada vez identifican con mayor rigor a estas lacras decrépitas, convenciéndose de su bajeza, de modo que se están apersonando de sus asuntos, que lo son de todos, acumulando la fuerza global necesaria para superar la Historia mediante la concertación de la Sociedad Democrática Global que surja a cambio del prometido Fin del Mundo agenciado por el Nuevo Orden Mundial y sus instituciones supranacionales.
Éstas someten a los países, arrodillándolos y esquilmándolos a través de cipayos incondicionales, corrompidos y dispuestos a cualquier crimen, independientemente de la ideología con que engañen a sus pueblos, como es evidente ahora para cualquiera que quiera ver, sea cual sea el lado hacia donde mire, sea hacia España o hacia Brasil, a USA o a Rusia, a Siria o a Irak, Afganistán, Colombia, Venezuela, Chile o Nigeria, Turquía, México, Guatemala, Honduras, Panamá, China o Indonesia.
Lo difícil es señalar algún país cuyos gobernantes no apliquen las mortales recetas neoliberales, así las repudien de dientes para afuera.
En consecuencia, abunda la corrupción que todos niegan, como el cínico caradura, Mariano Rajoy en España, quien durante muchos años, como sus compañeros de batalla en el Partido Popular, recibió ingresos periódicos, jugosos e ilegales de su flamante tesorero, Luis Bárcenas.
No sólo los economistas; también los filósofos y muchos embaucadores blindados en ideologías que les ofrecen una supuesta formación superior-de los cuales los más patéticos y ambiciosos son los que dicen ser ministros o representantes directos de "dios"-, consideran que el rigor de sus discursos, ¡ojalá matematizados!, los convierte en sabios autorizados a violar abiertamente la lógica y la razón, pisoteando el sentido común y deformando la realidad para remplazarla por sus dogmas, generalmente letales y contraproducentes, aunque no lo admitan por su soberbia.
Así lo ha hecho siempre el capitalismo, exacerbándolo en su etapa agónica, el actual Capitalismo Salvaje o Neoliberalismo, que se ajusta cabalmente al aterrador comportamiento descrito por Jesús en alguna parábola, y que oportunamente reseñó Luis Buñuel en una de sus películas: " darle al que tiene y quitarle al que no tiene". Es la gran divisa del Neoliberalismo, que exalta la concentración de la riqueza en los Atlas de Ayn Rand.
Ahora está resuelto a acabar con todo, según mandato de los abrahámicos que ha llevado a Kiril y a Francisco a zanjar diferencias, por primera vez en casi mil años de cisma.
No se sabe bien si inspirados o asustados por las "perspectivas de desarrollo de la civilización humana... sentimos con especial fuerza la necesidad de una colaboración entre católicos y ortodoxos, llamados, con dulzura y respeto, a dar al mundo razón de nuestra esperanza... "
Por eso exhortan a sus feligreses a que "recen con fervor al providente Creador del mundo, para que proteja a su creación de la destrucción y no permita una nueva guerra mundial", pues, aunque está en los textos del apóstol Juan sobre la Revelación, o Apocalipsis, parece que querrían evitar el tantas veces anunciado Armagedón, actualmente desbocado y a punto de lanzarnos al abismo.
Tampoco se les escapa que "el consumo desenfrenado, como se ve en algunos países más desarrollados, está agotando gradualmente los recursos de nuestro planeta. La creciente desigualdad en la distribución de los bienes materiales aumenta el sentimiento de injusticia respecto al sistema de relaciones internacionales que se ha establecido"
(Ver Declaración conjunta del Papa Francisco y del Patriarca Kiril de Moscú y de Todas las Rusias
http://m.vatican.va/content/francescomobile/es/speeches/2016/february/documents/papa-francesco_20160212_dichiarazione-comune-kirill.html)