Arboricidio en la Avenida De Greiff
Darío Botero Pérez
Como se ha vuelto costumbre desde la alcaldía de Sergio Fajardo Landaeta, cuyo decisivo apoyo le brindó al siguiente personaje para que fuese el politiquero recién llegado que resultó elegido, durante la alcaldía de Alonso Salazar Jaramillo se tumbaron muchos árboles en Medellín, pese a que el combustible que consumimos es el más contaminante del mundo, por mal refinado, y el alcalde lo sabía y prometió remediarlo.
Su solución fue matar alvéolos de ese pulmón vegetal que, años atrás, antes del ataque neoliberal, hacía de Medellín una tácita de plata con una primavera eterna, para satisfacción, bienestar y orgullo de los raizales, algo de lo que carecen los arribistas fuereños.
Actúan sin compromisos afectivos con la ciudad que engalanaba la Sociedad de Mejoras Públicas cuando los gobernantes tenían sentido de pertenencia y los valores cívicos eran motivo de orgullo y actitud general en los habitantes.
Uno de esos desastres alevosos logré documentarlo gráficamente. Aunque ya hace varios años de la tala criminal, que viola abiertamente la ley, es indudable que la contaminación actual ha empeorado por el arboricidio oficial, que sigue impune pero las víctimas no lo olvidamos, y lo cobráremos.
La falta de sombra benévola y de los árboles que la producían junto al vital oxigeno capaz de reducir los gases venenosos que nos están matando, explica que en 2016 un estudio de la U. de A. haya demostrado que en el Valle de Aburrá muere una persona cada tres horas, en promedio, por esta causa, y no por ser fumadores pasivos, que es lo que buscan hacernos creer.
Aunque apenas son una mínima muestra del crimen ecológico deliberado, adjunto unas fotos de 2008, cuando acabaron de tumbar árboles preciosos en el sector de san Benito, arrasando con los frondosos que siempre hicieron de la de Greiff una avenida amable.
Sin duda, las imágenes delatan claramente a los culpables oficiales, nada menos que el alcalde Alonso Salazar y la directora del Jardín Botánico en ese entonces, Pilar Velilla.
Adicionalmente, replicando lo hecho en Sevilla, España, quizás desde la alcaldía de Sergio Fajardo Landaeta nos vienen fumigando con gases venenosos esparcidos desde aviones.
Estos cruzan todo el Valle de Aburrá dejando una estela espesa que se difumina lentamente, pero que los ciudadanos incautos confunden con la huella que dejan los llamados aviones de "propulsión a chorro", originada por efectos de contrastes de temperatura a grandes alturas entre los motores y el ambiente, de modo que son pocos quienes exigen explicaciones o se inquietan por el ladino atentado contra la salud colectiva.
Parece que las autoridades tampoco se enteran, o se hacen las desentendidas.
Prefieren hacer negociados con las corporaciones depredadoras de los plutócratas que nos han condenado, de modo que no dejan de apurar su castigo contra nosotros, aportando químicos venenosos, conocidos como " Estelas químicas" o "Chemtrails".
Con ellos nos fumigan reiteradamente, con unas frecuencia y abundancia que asustan y desesperan porque es obvio que tal atropello contribuye al pésimo estado del aire que respiramos.
Además, los vehículos que usan necro combustibles, aunque insistan en estigmatizar a los fumadores como los grandes y definitivos culpables, según estudio de la Facultad de Salud de la Universidad de Antioquia, tienen "gran parte de la responsabilidad de la mortalidad por enfermedades respiratorias crónicas, como son 1.500 víctimas al año por enfermedad cardiovascular provocada por el ingreso de gases tóxicos en la sangre, 500 por cáncer de pulmón y otras mil por enfermedad polmunar crónica, con un total de 3.000 víctimas fatales al año".
(" Nuestro plan contra la contaminación", Andrés Pastrana, Gente Laureles, abril 8 al 14 de 2016).
Haciendo cuentas con años de 365 días, esto significa un promedio de 8.2 personas por día, o ¡una cada tres horas mueren por la mala calidad del aire que seguimos contaminando!
Y eso que un año antes del arboricidio que denuncio, y que apenas es uno entre muchos atentados que no cesan; según afirma la fuente citada, "En 2007, el Área Metropolitana, durante la alcaldía de Sergio Fajardo, firmó un pacto por la Calidad del Aire... " y bla, bla, bla.
Así van desolando esta batea maravillosa, dañando su microclima ensoñador y benévolo, porque los vendepatrias y sus amos la quieren convertir en una olla mortal, abusando de la ingenuidad, candidez, buena fe, impotencia y hasta ignorancia de los indefensos habitantes, víctimas pasivas de tanto horror.
Ahora sufrimos las consecuencias de los crímenes ambientales cometidos contra el Valle de Aburrá.
Para eso es la desmemoria, para volver a meter las patas y olvidar las causas y los causantes.
Pero: ¡No fumes, trota para que mueras respirando particulados cancerígenos que pululan gracias al pésimo combustible que nos suministra Ecopetrol!