Darío Botero Pérez
1/11 Clases sociales y calidad humana
2/11 Efectos nocivos de la desigualdad
3/11 Igualdad convencional
4/11 Partera anacrónica y repudiada
5/11 Violencia y Verdad
6/11 Razones evolutivas más que económicas
7/11 Enemigos de carne y hueso
8/11 Las cifras del mal
9/11 Efectos políticos supra o para económicos
10/11 Ciudadanía sin soberanía popular
11/11 Recurso democrático
1/11 Clases sociales y calidad humana
Somos humanos antes, con mayor fundamento y mucho más que miembros de una clase social de la cual, eventualmente, podemos sustraernos, pasando a integrar otra.
Es algo que, aunque escaso, sucede, para algunos individuos, en todas las épocas y sin mayores traumatismos sociales. Suele inspirar ilusiones entre adolescentes pobres pero ambiciosos, tanto como pánico en quienes descienden en la escala social porque pierden sus bienes y sus ingresos.
Afortunadamente, para evitar esa movilidad traumática podemos suprimir las clases sociales mediante la Revolución Social Democrática soñada por todas las generaciones de gente decente.
En particular, ante las rígidas e inicuas sociedades de clase que se han sucedido en la Historia, no han faltado las luchas altruistas sostenidas por los subyugados; aunque en las clases dominantes tampoco han faltado personas sensibles, humanas y decentes, de modo que se han manifestado, como Buda o Francisco de Asís, para citar casos bastante conocidos a nivel mundial, de dos notables revolucionarios que prefirieron el amor a la guerra como vía de cambio social.
O el cura Camilo Torres Restrepo y algunos comandantes guerrilleros más en Colombia, que eligieron las armas para un propósito similar al de los iluminados citados.
O sea, los seres dignos o ambiciosos que se oponen a los poderes establecidos combatiendo sus abusos, que son intrínsecos a todas las instituciones jerárquicas, tampoco han sido escasos en ningún tiempo ni lugar, y también representan ejemplos de movilidad social o del cambio de clase mencionado al comienzo.
Todos ellos son quienes nos han precedido luchando de pié; exponiendo sus vidas para que sus descendientes pudiésemos vivir con dignidad, dejando de pertenecer a cualquier clase social.
2/11 Efectos nocivos de la desigualdad
Esta imposición histórica, que explota al creador humano tratándolo como a una bestia, establece diferencias arbitrarias pero convencionales con las que se desperdician los talentos y valores de quienes están más capacitados-pero, por la ruindad de esta estructura piramidal y excluyente, carecen de los recursos materiales necesarios- para aportar en la solución de los problemas comunes, que requiere creatividad y no el simple entrenamiento de alta calidad y especializado con que los sicópatas esperan eternizar su dictadura.
Por eso, en su arrogancia y megalomanía delirantes y mortales, en vez de ayudarles a cultivar su inteligencia y desarrollar su libertad, como lo exigen los retos del siglo y del futuro para alcanzar una sociedad satisfactoria para todos, los sicópatas retrógrados y genocidas no dudan en mandar a los jóvenes al matadero de la guerra, excitándolos con ideologías y fantasías que los fanatizan, para que entreguen sus vidas por las causas que se esmeran en mantener la desigualdad.
Es algo que sólo podrán resolver definitiva y sinceramente, no en términos de simple cambio de verdugos históricos, las mayorías subyugadas y desamparadas que producen la riqueza y el bienestar para las élites mientras llevan la peor parte en tal relación clasista, histórica e intolerante, que estamos suicida, indolente e irresponsablemente demorados en resolver aunque disponemos de todos los medios que nos lo permiten.
Basta asumir nuestra dignidad y soberanía para participar libre y activamente en la gestación de un nuevo modelo de sociedad que garantice la igualdad jurídica de todos y surja de esa concurrencia de opiniones, intereses y debates capaz de dotarnos de un Contrato Social realmente democrático y digno del mayor respeto por todos los ciudadanos.
No obstante, es saludable y conveniente estar alertas y ariscos ante los discursos retóricos especializados en el engaño, sin importar el carácter con que los presenten sus difusores.
En consecuencia, ninguna creencia merece respeto, mientras todos los que la compartan sí lo merecen, tanto como quienes la combaten. Aunque en las sociedades de clase ha sido lo contrario, al menos contra las mayorías, pues las élites pueden divagar a su antojo, si son inteligentes, pero muchos se ajustan al comportamiento establecido, pues no suelen destacarse por su astucia sino por su capacidad para hacer daño impunemente.
El combate radical a los prejuicios que nos convierten en enemigos mutuos sin conocernos, es el camino de todos los pueblos para acabar con la desigualdad.
De lo contrario, los representantes no dejarán de reproducirla y agudizarla, como sucede hoy en el Mundo entero, cuando las conquistas sociales de tantas luchas han sido borradas por la codicia de los plutócratas impunes, que tenemos que castigar pronto, antes de que extiendan globalmente la guerra que buscan desesperadamente como su gran tabla de salvación.
En vez de pagar sus crímenes, los aumentan con el criterio de que si nos desmoralizan no habrá quién les cobre tantas deudas pendientes, ni las actuales ni, mucho menos, las vinientes.
Por eso es tan grande la responsabilidad, de quienes estamos vivos, en la tarea de impedir que los sicópatas se salgan con la suya y sigan prolongando la existencia de sociedades piramidales, cada vez más represivas y desiguales.
Puede ser la última oportunidad de la Humanidad para no desaparecer víctima de los monstruos genéticos que ha engendrado, pero que apenas son un 1% de nuestra especie, aunque su capacidad nociva es enorme.
No obstante, Unidos los Venceremos, como gritaban las juventudes y los pueblos durante esas luchas cruentas cuyas conquistas hoy han sido negadas olímpicamente a los pueblos inermes por los banqueros ladrones, que siguen al mando y haciendo de las suyas, aunque ya sus canalladas son de conocimiento público mayoritario.
De ahí el afán de unos y otros. De ellos, por culminar el Apocalipsis, que tanto ha avanzado. De las mayorías incautas, dignas, decentes y nobles, por despertar y defenderse castigando a los sicópatas, antes de que lo culminen y reaccionar sea imposible, lo cual será bien pronto.
3/11 Igualdad convencional
En este anhelado futuro que estamos construyéndonos para vencer la maldición abrahámica que avanza aceleradamente en precipitar el Fin del Mundo, la existencia de tan abusiva y arbitraria división entre las personas por su pertenencia a clases sociales no será más que un mal recuerdo para la milenaria y noble pero envilecida especie nuestra.
Según el riguroso Materialismo histórico, que es el más calificado para orientarnos en estas materias (o lo ha sido desde que Marx lo formuló), todo depende de si las condiciones materiales lo determinan y permiten.
Es exactamente lo que sucede ahora gracias al asombros y jamás soñado desarrollo de las fuerzas productivas en el sentido actual, que nos capacita para superar la maldición bíblica de ganarnos el pan con el sudor de la frente.
Este enfoque superior de la actividad productiva, aporta novedades insólitas que dan al traste con la teoría del valor fundada en la producción de plusvalía, pilar fundamental de las economías basadas en la explotación del hombre por el hombre bajo las reglas del capitalismo, según lo demostró Carlos Marx y es su gran baluarte científico en la disciplina económica que tanto exploró y desarrolló.
Se trata de novedades como la liberación de la esclavitud del trabajo para dejárselo a los robots mientras las personas recuperan la creatividad y el ocio como su privilegio paradisíaco, según la leyenda de Adán y Eva, roto por la aparición de la violencia como criterio de relación entre los humanos, en vez del amor.
Pero, sobre todo, aunque las condiciones objetivas están dadas y a punto de hacer estallar el sistema que las parió, evitar el cataclismo y hacer la revolución capaz de canalizar positivamente las poderosas fuerzas productivas que hemos desarrollado, depende de si somos capaces de aprovecharlas para realizar los mejores sueños de la Humanidad, en bien de todos, sin exclusiones por la clase social a la que se pertenezca, que es lo que caracteriza a la detestable y moribunda Historia.
Al contrario de la condición social, entendida como la adscripción de los individuos a clases sociales que los marcan de por vida y les trazan formas de subsistencia específicas para cada clase social, lo cual es una arbitrariedad o contingencia histórica, una convención o un accidente circunstancial, simplemente; la condición humana es objetiva, innata, determinante, de modo que más allá de prejuicios culturales y barreras sociales, nos iguala reconociendo que todos somos únicos, distintos e irrepetibles, de modo que, necesariamente, todos aportamos mientras estemos vivos, así no nos enteremos o nos lo oculten.
Es algo independiente de la posición que ocupemos en las sociedades jerárquicas que sustentan la existencia de clases como criterio de supervivencia en común, y que las ideologías fomentan en provecho de quienes las difunden y sus patrocinadores, todos ellos unos zánganos bien posicionados socialmente, lo que les garantiza privilegios a costa del trabajo de los explotados pertenecientes a clases inferiores.
Este criterio discriminatorio y odioso que niega el anhelo universal de igualdad, desde hace unos diez mil años lo imponen los pueblos belicosos que han subyugado a los demás durante la vigencia de la Historia, y pretenden seguir haciéndolo mientras nos conducen al matadero.
Perversamente, los plutócratas degenerados insisten en que siga siendo así, traicionando los mejores sueños de la gente decente.
4/11 Partera anacrónica y repudiada
Sin duda, durante la vigencia de la Historia la violencia ha sido el motor de tan sanguinario período del devenir humano, según lo afirmó Carlos Marx con gran propiedad intelectual. Podríamos agregar que esperanzado en que el Comunismo la eliminaría de la realidad social, tanto como eliminaría las diferencias en clases antagónicas y el odio mutuo que genera su enfrentamiento.
Es lo que ha anhelado la inmensa mayoría de la Humanidad, que no es psicópata ni delincuente sino decente, amorosa, creativa, laboriosa y pacífica.
Desde luego, tal proceder monstruoso y brutal, basado en la fuerza y el atropello irracional, es propio de minorías involucionadas y ambiciosas, que carecen de escrúpulos y abusan de quienes los tienen, pues consideran que su dignidad es cobardía e inferioridad genética.
Es lo que ocurre con los actuales pueblos víctimas de la geopolítica neoliberal, que promueve la guerra mediante el fomento de los grupos terroristas, presuntamente islámicos.
Éstos les sirven como pretexto a los enemigos comunes para exterminar a los pueblos que pretendieron extender la Primavera Árabe contra dictaduras despiadadas, de tufo teocrático y confesional, como la del criminal Bashar al Assad.
5/11 Violencia y Verdad
La violencia genera odio y venganza en los más exaltados y resueltos; y repudio entre las mayorías pacíficas, que se someten y sufren con paciencia, resiliencia y prudencia, respondiendo por la conservación de la Vida.
O sea, con sabia resignación, esperando las condiciones propicias para superar el oscuro y sanguinario período con métodos incruentos pero invencibles y contundentes.
Hasta ahora hemos sido impotentes para combatir a los desalmados mediante procedimientos civilizados que nos diferencien de las bestias victoriosas que han reinado en la Historia. Pero ahora disponemos del Ágora Virtual Global para difundir la Verdad que nos está haciendo libres.
Así lo predijo y predicó Jesús. Y cada vez lo aplicamos y comprobamos más y más personas ajenas al poder, que repudiamos el sufrimiento en vez de propiciarlo y disfrutarlo como hacen los sicópatas, a quienes estamos venciendo al cuestionar sus dogmas, incluyendo las recetas suicidas y perversas del Neoliberalismo.
Con la verdad estamos desenmascarando los sepulcros blanqueados que han abusado impunemente de tantas generaciones dignas, inermes y, hasta ahora, sin alternativas frente a los monstruos embriagados de ambición y maldad.
6/11 Razones evolutivas más que económicas
Enfocándonos en la naturaleza humana más que en el determinante en última instancia que estableció académicamente el maestro renano como clave para las verdaderas revoluciones sociales, lo que estimula la violencia es, superando el interés económico de vivir del trabajo ajeno, la condición evolutiva inferior del psicópata.
Este desalmado, minoritario pero letal, disfruta con el sufrimiento humano porque carece de barreras éticas que le impidan infligirlo. Ignora lo que son el arrepentimiento y el remordimiento. Para él el perdón no existe, como tampoco los sentimientos corrientes en las mayorías buenas, que el sicópata desprecia por su sensiblería, al considerarla simple debilidad genética que él ha superado con su naturaleza violenta, codiciosa de poder y decidida a conquistarlo sin importar el precio que les haga pagar a los demás y a la misma Madre Tierra.
Sin embargo, aunque no pierde ocasión para abusar de quien se deje, si lo puede hacer impunemente; aprovecha y ejerce sin descanso, sobre todo si le reporta beneficios, su desnaturalización. Por lo demás, ésta la sigue considerando muestra objetiva de su superioridad, como lo han demostrado los nazis y tantos sicópatas más a lo largo de la Historia.
Aunque los Goebbels de todo pelambre insistan en ocultarlo bajo máscaras místicas y míticas que endiosan a los más desalmados y resueltos, como Gustavo Adolfo Hítler y sus émulos de todas las épocas y bajo todas las ideologías dominantes en la Historia, el abuso de las mayorías por unas élites desalmadas es lo que caracteriza a la Historia desde el punto de vista de los héroes, líderes y caudillos que han subyugado y engañado a las personas buenas e inermes.
Sin lugar a dudas, esa es la arrolladora personalidad predominante, o prácticamente exclusiva, de quienes nos gobiernan hace diez mil años y aspiran a culminar su ruindad causando el Apocalipsis.
Lo cierto es que los sicópatas han subyugado y explotado a las mayorías desde que, posteriores a las pinturas rupestres y otras expresiones del tiempo arcaico prehistórico, hay registros escritos de la presencia humana, a partir de los cuales empezamos a hablar de la Historia. En éstos se encargaban de contabilizar las cargas impuestas a los sometidos.
Este determinante sicótico es definitivo para la aparición de la explotación del hombre por el hombre.
Influye más que el simple despojo del fruto del trabajo ajeno, que no seduce al ser productivo aunque es el motivo de vida para los explotadores, en todas las épocas en que ha existido la desigualdad social, que apenas cubre los últimos diez mil años de nuestra existencia como especie durante millones de años.
Parece ser así aunque no lo acepten los intelectuales orgánicos, sacerdotes del marxismo dogmático padre de las revoluciones fracasadas del s. XX, tan presuntamente objetivos y materialistas que han convertido las observaciones del maestro en dogmas.
Y las recogen en catecismos, pisoteando el arma de la crítica tanto como el análisis concreto de la situación concreta, aunque son los únicos recursos válidos para entender la cambiante realidad social, a fin de que el cambio sea favorable para las mayorías.
O sea, la crítica objetiva y el análisis concreto son los grandes aportes epistemológicos del maestro para sortear los desafíos humanos desde un punto de vista laico, ajeno a supersticiones y profesiones de fe.
Pero no los validan sus formulaciones teóricas sino sus aciertos para transformar la realidad positivamente.
Las tesis leninistas y demás, por ejemplo, en el caso de las revoluciones comunistas en un solo país, han sido un fracaso histórico estruendoso, notable e innegablemente regresivo, reaccionario o retrógrado para el progreso de la civilización en lo referente a la conquista de derechos para todos, que en una organización política decente, pacífica y próspera sería el efecto natural de la artificial igualdad social.
7/11 Enemigos de carne y hueso
Dadas las verdades absolutas que alimentó el riguroso y original análisis marxista en quienes son propensos a la fe más que a la reflexión, pero detestan a las clases dominantes y desean combatirlas y castigarlas sobre todo; los expertos revolucionarios científicos insisten en mantener la preponderancia de lo económico y la vanguardia proletaria como criterios indispensables para hacer una revolución triunfante.
Estos dogmáticos bien preparados, que suplantan a los individuo mediante la práctica jerárquica del centralismo democrático, son los ya clásicos y anacrónicos miembros intelectuales de los partidos comunistas y sus émulos, que se reservan el derecho a trazar línea; o sea, a definir la política del grupo que disponga de sus talentos.
De ahí que su revolución popular delegada la conciban como una que sea capaz de desechar esas ridículas ilusiones pequeño burguesas que no fomentan el odio de clases ni la violencia que lo exprese y sea capaz de parir otro sistema, también jerárquico y autocrático, desde luego, como ha demostrado la Historia que sucede recurrentemente, de modo que estamos obligados a no olvidarlo para no repetirlo una vez más.
Al menos ahora, caer en lo mismo depende de cada uno en la medida en que la hegemonía ideológico-publicitaria está dejando de ser un monopolio de los sicópatas y sus simpatizantes, que los defienden, envidian y alaban.
Mediante los instrumentos diseñados para controlarlos, los individuos desclasados o pequeño burgueses o de clases medias, han hallado la forma de expresarse eludiendo autocracias y jerarquías, sacándole el cuerpo a la disciplina proletaria impuesta a la militancia por los jerarcas de los partidos comunistas, cuestionando sus recetas dogmáticas para salvar el Mundo y organizar la sociedad en beneficio de todos...
Evidentemente, la experiencia demuestra que su todos son ellos mismos, los nuevos detentadores del poder; independientemente del trapo ideológico que hayan agitado para lograr su triunfo a costa de tantos sacrificados, buenas personas pero idiotas útiles que no ejercen su derecho a pensar libremente pero tragan dogma que da gusto.
En cambio los díscolos disolventes que no se someten a los profesionales de la política, en particular a los gurúes de la revolución, aunque descalificados por los revolucionarios profesionales, buscan soluciones democráticas sin obligar a los individuos a renunciar a su personalidad ni a sus manías, ni limitándoles su libre albedrío.
En síntesis, fomentan abiertamente el nocivo individualismo, lo cual es inaceptable para un régimen totalitario, por muy democrático que se auto proclame.
Además, se niegan a ceder su inalienable y precioso derecho a pensar libremente en beneficio de ideólogos líderes bien preparados, experimentados e iluminados, como hacen los fieles de todas las ideologías alienantes, sean laicas o religiosas.
No admiten el derecho innato a dirigir que asiste naturalmente a éstos personajes seguros de sí mismos gracias a sus complejos de superioridad, que los delatan como sicópatas en cierne dispuestos a quebrar cuantos huevos se requiera para hacer sus tortillas sociales.
Así lo han hecho y lo seguirán haciendo, al menos mientras no haya ciudadanos auténticos que se opongan, como esos díscolos disolventes e irreductibles pequeños burgueses, tan detestables y merecedores de reeducación maoísta o estalinista o kimjungunista, para actualizar y resumir.
En cambio, los revolucionarios orgánicos son materialistas que no se dejan confundir por veleidades de rebeldes sin causa. Están llenos de testosterona y ganas de demostrarlo, pero son incapaces de sostener un proyecto revolucionario serio.
De ahí que los que saben -o se lo creen de buena fe gracias a sus serios estudios de los socialistas científicos que ridiculizaron a los utópicos- vivan centrados en lo económico como objetivamente determinante del cambio social. Pero es obvio que no saben interpretarlo correctamente, de modo que no son capaces de establecer un régimen social viable, diferente a los piramidales y hegemónicos ya conocidos.
Su obsesión por lo económico los lleva a despreciar otros determinantes sociales trascendentales.
De ahí que los revolucionarios profesionales no consideren en sus estudios, tesis y proclamas, el hecho palpable y recurrente de que los promotores y caudillos de las sociedades de clases antagónicas dominantes a través de la Historia, se hayan destacado por ser personas involucionadas emocionalmente, aunque las ciencias sico-biológicas han abierto fronteras de investigación sobre las formaciones sociales que un intelectual objetivo se tomaría la molestia de tener en cuenta.
La conformación de dichas sociedades puede y suele rebasar lo económico, validando el terrible papel representado por los sicópatas que ahora están desplegando su demoledora ofensiva final.
Es obvio que los que dominan desde hace diez mil años carecen de compasión y suelen poseer una capacidad especial para engañar, fingir, estafar, dañar, corromper, abusar, degenerar, esclavizar.
Para lograr imponerse a los demás, débiles o decentes, utilizan el poder de la violencia y del corruptor dinero, pues lo que no pueden matar, si no lo subyugan lo compran.
Sin embargo, las mayorías no alcanzan a concebirlo gracias a su sana moral, de modo que caen fácilmente en las redes de los peores criminales, los enemigos más siniestros de la Vida, sin sospechar tanta perversidad.
A propósito, considero oportuno y conveniente, para valorar el papel de los sicópatas en las calamidades y afrentas a la Vida que han caracterizado a la moribunda Historia, recuperar un pié de página al artículo VERDAD REDENTORA vs. MENTIRA MORTAL difundido el 14 de febrero de 2009 y publicado en el libro:NUEVA ERA contra CRISIS, eL CAMBIO eS tOTAL.
Tras citar a Edward Wilson y sus conceptos de biofilia y necrofilia, concluyo afirmando lo que he seguido enfatizando reiteradamente desde entonces, porque lo considero imprescindible para librarnos de los enemigos comunes al ayudarnos a entender su catadura criminal.
Esto es, que durante la vigencia de la Historia hemos estado gobernados y subyugados por sicópatas que envilecen a la especie humana, convirtiéndola en gratuita, inconsciente, ingrata, radical e incondicional enemiga de la Vida, por culpa de los desalmados que nos han suplantado y oprimido durante diez mil años.
“Edward Wilson es un entomólogo y biólogo estadounidense, quien ha trabajado los temas de la evolución, la sociobiología y la función de las feromonas en la comunicación entre las hormigas. Sus teorías son holísticas y sintéticas; tiene una nueva manera de contemplar el concepto de conducta, e introduce el concepto de conducta altruista, para incluirla dentro de la categoría más amplia de la sociobiología. El altruismo tendría como función beneficiar a los genes del individuo que las emite, con lo cual se lograría cierta selección natural, donde el éxito reproductivo es aquel que es capaz de transmitir sus genes a la próxima generación. La conducta social es la que el individuo emite en relación con sus congéneres. El éxito reproductivo es una aptitud incluyente, determinado por el número de descendiente que deja el individuo, la cantidad de genes que pasa a la generación siguiente, incluso los que comparte con sus primos, sus hermanos, sus sobrinos y sus nietos. Eso determinan el parentesco genético, como el que se observa entre las abejas y las hormigas para determinar el orden biológico al que pertenecen. También Wilson introdujo el concepto de biodiversidad en la literatura científica. También ha creado el término biofilia, que es la necesidad de los seres humanos de interactuar con otras especies a favor de su propio bienestar biopsicosocial, a partir de las tesis de Erich Fromm, como la pasión del sujeto humano por todo aquello que está vivo, que no es una mera función yoica, sino que hace parte de la personalidad total, como expresión de la pulsión de vida, y que se opone a la necrofilia, signada por la pulsión de muerte. Este último concepto ha sido asumido por la antropología de base biológica, especialmente en lo relativo a las conductas sexuales. (Nota al pié tomada de La fuerza curativa de la ecología interior” por Leonardo Boff)
“Dicha necrofilia, agrego yo (DBP), es típica de las personalidades amantes del poder. Son enfermos que nos perjudican a todos. Tenemos que ponerlos en su sitio, y asumir nosotros el mando, como comunidad global comprometida con la biofilia en vez de con la necrofilia de los Bush y los Osamas, los Uribes y los Al Bashires, los sionistas, los wasp y los falangistas; de todo aquel, en fin, que considere la muerte de grupos humanos o de individuos específicos, como solución a los problemas sociales o políticos.”
No obstante, aunque son aficionados a la megalomanía y ostentan su capacidad de seducción con notable placer, como es evidente en Hitler y Mussolini, y en nuestro particular y destacado ejemplar paisa, Álvaro Uribe Vélez; en los sicópatas el recurso favorito para subyugar y reducir a los demás es la violencia, por su eficacia y porque satisface su natural sadismo.
Al efecto, para aplicarla ampliamente cuentan con la colaboración de admiradores igualmente involucionados y notablemente ambiciosos, que también aspiran a abusar de esas mayorías crédulas, atemorizadas, indefensas y buenas, para alcanzar sus propósitos de superación personal. Por tanto, están dispuestos hasta a exponer su propia vida por los sicópatas que les ofrecen la oportunidad para lograrlo. Pero, sobre todo, a despreciar sacrificar sin compasión las vidas de sus víctimas.
Son gente intrínsecamente buena, según su personal y autorizado juicio, aunque incomprendida.
Así lo demuestra su esmero altruista para rescatar niños condenados al ateísmo y la maldad, tras asesinar en las mazmorras de la derecha a sus madres comunistas y entregarles sus hijos a prestantes miembros de la sociedad, estériles, bien acomodados y resueltos -ya que no pueden hacerlo con sus genes- a difundir sus venenos ideológicos en los descendientes de sus víctimas, salvándoles la vida y el alma al impedir que las verdades libertarias de sus padres los conviertan en enemigos del orden establecido por los plutócratas sicópatas, ¡para mayor gloria de dios y perpetuación de las buenas doctrinas!
Ciertamente, los enemigos comunes que están a punto de extinguirnos apenas constituyen el 1% de la especie humana, sí mucho.
Pero su capacidad para hacer daño rebasa la de los demás porque la mayoría de los seres humanos es inofensiva y buena, tanto en términos de la moralidad propia de la cultura a la que está adscrita la persona como en términos éticos que respetan los valores esenciales de la Vida, sin discriminaciones.
Desde luego, debe tenerse en cuenta que lo moralmente bueno puede ser éticamente malo, pues la moral suele ser bastante arbitraria y caprichosa.
Es propia de la cultura y hasta de la herencia genética de los diversos pueblos y sus particulares experiencias y percepciones de la realidad.
Entre algunas prácticas moralmente aceptadas por algunas culturas se admiten los sacrificios humanos que tantas religiones han practicado para honrar a sus dioses, o la discriminación de las mujeres cuando están menstruando, porque se consideran impuras; o el asesinato de homosexuales.
Todas éstas son prácticas que de ninguna manera podemos aceptar desde el punto de vista ético, que no es tan arbitrario como la moralidad de tales costumbres, vituperables e inadmisibles por mucha tradición que las avale.
8/11 Las cifras del mal
En números, si todos somos siete mil millones, los sicópatas equivalentes al 1% de la población total serían setenta millones.
Es una cantidad razonable y acertada si consideramos a los plutócratas, los politiqueros gobernantes, los funcionarios de todos los niveles y los integrantes de las fuerzas represivas. O sea, corresponde a la realidad de manera bastante notable.
Las mayorías somos sus víctimas, hasta ahora indefensas, pero ya no más.
Pero de éstos 70 millones, que disfrutan de cuentas en paraísos fiscales y privilegios desconocidos para las mayorías productivas y sanas, apenas ocupan las cúpulas del poder mundial unos pocos, los más malos, o malos sin atenuantes, incapaces de arrepentirse o sentir compasión por sus víctimas.
Son los exclusivos sicópatas marcados en un 99% de su ADN como tales bestias, tan irrepetibles como indeseables o vitandas.
Serían uno en un millón, según ha revelado Morgan Freeman en uno de sus programas sobre la Historia de Dios patrocinados por National Geographic Channel. O sea, apenas llegan a siete mil individuos. Y a su cabeza estarían los serenos y letales Rothschild, no conviene olvidarlo.
De ahí que el enorme esfuerzo por crear riqueza sea vano para el bienestar de las mayorías, aunque el aumento del PIB anual causa daños enormes al Medio Ambiente y reduce las posibilidades y el tiempo de supervivencia de las especies, incluyendo la humana.
En vez de crear bienestar para todos, su principal propósito es concentrar la riqueza en esos pocos semidioses, hasta el punto de que la mitad de toda la riqueza disponible para los humanos la acaparan menos de cien individuos, que no se dejan sacar en la revista Forbes, desde luego ¿O será que sí?
9/11 Efectos políticos supra o para económicos
Sin dudas, el desastre inminente es algo tangible para todos cuando, ante la contundencia de la Verdad, son globales e innegables la devastación de la biosfera, el despojo de los pueblos y la profundización de la guerra, tanto como la corrupción de los caudillos y sus huestes de todas las ideologías, y de personajes de todas las profesiones, prácticamente sin excepciones.
En consecuencia, para bien de las mayorías decentes y perjuicio irremediable de los perversos insensibles que monopolizan el poder y la riqueza, la opinión pública cada vez admite menos que le cambien una mentira por otra.
Aunque son muchas las mentiras vigentes, cuando la Verdad surge es poco lo que pueden hacer para imponer más mentiras los que viven de ocultarla o deformarla a su antojo y en su beneficio, como bien lo demuestran los escándalos surgidos alrededor de los Papeles de Panamá.
Pero, desde luego, no dejarán de intentarlo una y otra vez porque es su costumbre de mitómanos profesionales, de la que han vivido y vivirán mientras no estén plenamente derrotados.
Por eso, Mariano Rajoy sigue insistiendo en sus mentiras siendo el jefe incuestionable de un partido corrupto hasta la médula, y que no puede serlo sin su apoyo y estímulo porque los partidos suelen ser bastante jerárquicos.
Aunque se lave las manos y se finja idiota para engañar a los cándidos católicos y falangistas que lo creen decente, fanatizados por las prédicas de los criminales franquistas todavía impunes e interesados en morir siéndolo; su apoyo y estímulo a los politiqueros delincuentes caídos en desgracia los ha brindado oportunamente, pues son sus cómplices y hacen parte de sus indispensables huestes de embaucadores que sostienen el régimen oprobioso representado por una monarquía constitucional dizque democrática.
En consecuencia, tanto en el PP (partido popular español) como en el CD (partido centro democrático colombiano, creado por el ex dictador para seguir vigente, aspirar a recuperar el poder y evadir la persecución de la justicia al hacerse elegir senador), y en la gran mayoría de los partidos, así no sean fascistas, como los dos citados, los cuadros y directivos le rinden cuentas al jefe máximo, so pena de castigos serios, pues la disidencia y la insubordinación acaban con la complicidad que permite sostener el engaño en que sumen a las masas.
Además, esas felonías arrasan con los privilegios de los politiqueros si no se contiene a los resentidos que violan la disciplina interna. De ahí que se imponga la ley del silencio que caracteriza a la mafia.
Bien claro lo dejó el mandamás Rajoy con sus alabanzas constantes y superlativas al ex ministro Juan Manuel Soria, el de las coimas en Panamá, quien pronto renunció, cuando fue cogido en mentiras flagrantes. Quizás cayó porque subestimó la creciente politización de las multitudes, a las que siguen tratando como a masas ignorantes, manipulables a su antojo y conveniencia.
Pero su poder para conservar el barco a flote aunque haya que sacrificar oficiales, lo había demostrado el inefable Mariano reduciendo y disolviendo las amenazas inminentes de tanto escándalo. En particular con sus iniciales respaldos verbales a Luis Bárcenas cuando supo que había sido encarcelado.
Se trata del hábil tesorero ladrón que tanto dinero sucio les dio a los jefes del partido popular durante tantos años, sobre todo a Rajoy, su compinche y soporte desde la jefatura máxima del partido, que ha ejercido omnímodamente por demasiados años, de modo que es absurdo y una falta de respeto a nuestras inteligencias que niegue su complicidad con tantos ladrones integrantes de las cúpulas directivas de su antro político.
A pesar de sentirse traicionado y disponer de información que los compromete a todos, por el interés del colectivo delincuencial, a Bárcenas ahora le toca callar pese a sus ladridos de perro escandaloso pero incapaz de morder a sus amos. Si lo hace, el precio a pagar sería demasiado alto. Prefiere una suave pena, y listo: rico, libre y con amigos poderosos.
Es lo mismo en todas las mafias politiqueras, sean gobernantes o apenas aspirantes a serlo.
En fin, el astuto trepador que lo dirige e insiste en ser su candidato como jefe de gobierno, ha logrado evitar que acaben con el partido popular gracias a su autoridad que, aunque hay grandes ambiciosas que lo rondan, nadie se atreve a cuestionar pese a que su descrédito personal es creciente entre la gente honesta.
Pero es que ¿Quién puede remplazarlo cuando la podredumbre es general?.
10/11 Ciudadanía sin soberanía popular
Por su lado, los militantes y electores anquilosados siguen sintiéndose cómodos, seguros y protegidos con su extraña y aberrante condición de subdidadanos.
Temen la de ciudadanos, así no se trate de la esquiva y verdadera ciudadanía que nos habilita para ejercer la democracia directa, sin impostores que nos suplanten e impongan sus intereses personales a los de las mayorías.
Como tanta gente que sigue creyendo en partidos y redentores alrededor del Mundo, como en USA, por ejemplo, o en mi martirizada y saqueada Colombia, los españoles del montón son víctimas de un estado mental de dependencia política causada por la alineación ideológica que les impide identificar y defender sus propios intereses.
Pero los induce a sufrir por los de sus verdugos y estafadores, incluyendo, para el caso de España, la perpetuación de una monarquía corrupta y absolutamente anacrónica, como las demás que subsisten en pleno siglo XXI, y no sólo en Europa, aunque allí rechinan o chillan.
Constituyen una bofetada a las conquistas de la Revolución Francesa, que se atribuyen los capitalistas, o burgueses, como su gran logro en cuestiones políticas, de modo que defienden la democracia representativa como el menos malo de los sistemas jerárquicos y despojadores que ha conocido la Historia (aunque, para eternizar esta calamidad que agoniza, ellos prefieren decir que la Humanidad)
Y tienen razón si se limitan a la Historia.
Por eso, la democracia directa, la única auténtica, la que materializa la consigna -demagógica hasta ahora pero que siempre ha sido la guía de los mejores sueños humanos- de que el poder pertenece al pueblo, exige constituir sociedades planas, donde todos valen lo mismo y nadie suplanta a nadie, de modo que queda desenmascarada la falsa democracia representativa, que sigue siendo la hegemonía de unas élites que subyugan al resto, sean o no sus electores. ¡Ni qué decir de las monarquías y las dictaduras!
En estas condiciones, seguir creyendo en redentores por desidia, indiferencia, ignorancia, miedo, mediocridad o cobardía, nos precipitará al abismo.
11/11 Recurso democrático
La única forma viable que se vislumbra para evitar la hecatombe programada por los enemigos comunes, es ejerciendo nuestra cuota personal de poder junto a todos los indignados dispuestos a enterrar la Historia con sus beneficiarios desquiciados e inhumanos, para establecer la Sociedad Democrática Global realmente civilizada, que nos respete a todos y nos proteja sin robarnos la soberanía individual ni la que nos compete como miembros de pueblos que poseen su propia cultura.
Mientras no viole los Derechos Humanos, cualquier cultura merece el respeto y la tolerancia que reciban las demás, sin discriminaciones ni favoritismos.
Pero ninguna puede sustraerse a la crítica y el cuestionamiento de sus prácticas, postulados, teorías, cosmogonías, teologías, opiniones, interpretaciones y dogmas; ni imponer respetos a la fuerza, como pretenden los yihadistas con su intocable Mahoma, el profeta licencioso.
En conclusión, debido al poder de la palabra (o verbo), todo discurso crea lo que predica. Incluso los que mienten a propósito, deformando, inventando, mutilando u ocultando la verdad percibida con objetividad y formulada con la pretensión, ya sea honesta o perversa, de interpretar la realidad, de descubrir sus secretos, su identidad esencial tras sus formas.
Pero cuando la verdad verdadera surge, difícilmente se podrá rebatir con sofismas u ocultar con una mentira, pues deslumbra tanto como el sol.
Por eso es la gran esperanza, bastante sensata, la trillada sentencia formulada por el apreciado hermano Jesús: ¡La Verdad os hará libres!
Busquémosla, saquémosla a la luz, pues parece que es cierta la consecuencia de la sentencia.
Y la libertad no deja de ser un lugar común, un tópico, como los llaman los intelectuales; pero pocos la rechazan.
O sea, a la mayoría nos seduce, y deseamos ejercerla sin esclavitudes para ganarnos el pan o ensalzar déspotas que nos lo den. Garantizada por la sociedad plana, rica y justa que estamos en condiciones de regalarnos. Pero toca reaccionar antes de que nos diezmen, como lo están haciendo a un ritmo vertiginoso.
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