MAGNA EST VERITAS, ET PRÆVALEBIT
RAZONES DEL CAMBIO
Darío Botero Pérez
Como me es tan difícil mantener una comunicación oportuna, fluida y confiable mediante el correo electrónico que, cada vez con más restricciones y censura, utilizo desde 2008 para difundir mis textos, he creado, con la app de Jimdo, la siguiente página web, que lo invitó a visitar:
http://gritosescritos.jimdo.com/
En ella pretendo ir publicando mis ensayos, ya sean nuevos o viejitos pero vigentes; adecuados a los hechos tanto como al rumbo de los acontecimientos que precipitan el Apocalipsis y nos obligan a actuar inmediatamente para evitarlo y revertir sus efectos. O, al menos, para detener sus crecientes daños demenciales a la biosfera, disfrazados de economía liberal.
Igualmente, para frustrar la guerra en curso antes de que se vuelva mundial, como lo pretenden los enemigos comunes, cada vez más desesperados por la decadencia de sus dogmas neoliberales, ateos y mortales que, no obstante, no dejan de fomentar el fanatismo religioso para desencadenar su soñada "Guerra de Civilizaciones", tan anhelada por el fronterizo George W. Bush.
Ahora es la bandera oculta pero evidente del notable sicópata, de ambiciones sin límites, Donald Trump, un elegido por los basp para enfrentar la creciente Democracia Directa ejercida mundialmente como única manera de confrontar la podredumbre de la Historia.
Pero igual procederá Hillary Clinton, si queda de presidente. Por eso, como el mismo Donald Trump, disfruta de tanta antipatía entre la gente políticamente avanzada, pues ambos hacen parte del mismo Nuevo Orden Mundial que pretende acabar con la Vida disfrazando su crimen de medida económica racional e inevitable.
Así lo hizo su famoso y mentiroso marido, el codicioso y lascivo vil, Bill, con su ingenioso retruécano, o esputo verbal contra ignorantes atrevidos: Es la economía, estúpido.
(Pero realmente Es la economía de los estúpidos sicópatas plutócratas, como espero ilustrarlo en un próximo ensayo herético contra los dogmas ateos, presuntamente económicos aunque son pura perversidad usurera. Nos están llevando a la tumba a ritmo vertiginoso mediante la negación de cualquier verdadero aporte económico auténtico orientado al bienestar, que es lo que quienes ignoran esas materias esperan de ellas. Tales bestialidades orientadas a extinguirnos en vez de a satisfacer ansias de consumo reales, corresponden a las suicidas recetas neoliberales y ocurren porque los plutócratas han impuesto legalmente sus intereses a los de las mayorías. Lo consiguen con aparatos legislativos y judiciales de bolsillo, de carácter supranacional, que pisotean las soberanías de los Estados mediante una jurisdicción particular y transnacional que desconoce la voluntad popular y las leyes legítimas de que se han ido dotando los pueblos a través de su evolución y sus luchas internas. Sin duda, son asuntos que tenemos que evaluar y depurar urgentemente. Pero dejemos eso para su lugar).
La reacción global de las mayorías condenadas es indispensable cuando la agonía de la moribunda Historia hiede a punta de Neoliberalismo, pues la corrupción de todos los impostores que dicen tener habilidades especiales para gobernarnos ha demostrado que su único talento es para delinquir impunemente, abusando de las mayorías sumidas en la ignorancia y la buena fe.
Tenemos la obligación existencial de convivir en paz, respetando singularidades y diferencias culturales; tanto como la de establecer un medio sensato para producir y distribuir equitativamente la riqueza social, cuando la productividad garantiza la abundancia gracias a los asombrosos avances técnicos y científicos, cuya dinámica es masiva en el sentido de que, con base en la robótica y demás ingenios que nos liberan de la esclavitud del trabajo, ahora se puede producir sin límites, para todo el mundo y no sólo para plutócratas privilegiados.
Esto significa que el problema no es de falta de caridad y dureza de corazón sino de ausencia de equidad por la inicua concentración de la riqueza en manos de los enemigos comunes, pues estamos en condiciones de satisfacer las ansias y necesidades de consumo de todos los seres humanos sumergidos en el mercado, garantizándoles sus peculiares formas de consumismo depredador e irresponsable, pero saneándolas mediante el uso de la razón y la sensatez.
Vivimos la época de la abundancia, de modo que podemos, si nos atrevemos, vencer la escasez que, históricamente, dio origen a la Historia; esto es, al despojo violento de los productores honrados por aventureros desalmados e improductivos pero sanguinarios y sin escrúpulos éticos, llenos de ambiciones de poder y riquezas.
Este atroz, sanguinario y, finalmente, catalizador período de pueblos y culturas -que explica el calificar de civilizador el genocidio de Alejandro Magno en Asia, por ejemplo- se justificaría por la aparición de la Aldea Global Horizontal, que sería su gran resultado antropológico tras diez mil años de doloroso parto, si quienes estamos vivos somos capaces de asumir el papel que nos corresponde, con dignidad y soberanía.
Pero necesitamos trascender la Historia para construirnos un Mundo de Armonía y Paz, absolutamente equitativo, donde la escasez sea superada definitivamente para todos, pues la abundancia será un atributo más de la Sociedad Democrática Global.
Con su potencial abundancia racional de bienes de consumo, capaz de eliminar las diferencias sociales basadas en los bienes poseídos o no poseídos por el individuo; el actual desarrollo de las fuerzas productivas está en condiciones de derrotar definitivamente las sociedades piramidales que surgieron a causa de la lucha por bienes limitados, cuando la ambición de los sicópatas dio al traste con las sociedades idílicas de la prehistoria, de modo que los violentos se impusieron a los sabios y a los pacíficos; Alejandro Magno, el famoso Iskánder, a Sócrates y Diógenes. La violencia, a la razón y la dignidad.
Actualmente, el hambre y la pobreza no tienen justificación, aunque la estructura social dominante siga privando a las mayorías de las abundantes mercancías fruto de la automatización.
No es cuestión de escasez sino de perversidad, ruindad e involución de los monopolizadores del poder y la riqueza, felices con sus inmerecidos privilegios y gozando su sadismo al negarles a las mayorías lo que les pertenece por derecho propio, pues son las que lo producen.
Prefieren convertir las materias primas incorporadas en los productos desechados, en basura mortal más que en medios de producción disponibles para todo el que los requiera, cuyos componentes han de reciclarse a medida que se vuelva obsoleto el engendro en que se hayan integrado, en vez de botarlos, causando una contaminación suicida.
Gozan con el sufrimiento ajeno y la destrucción de la biosfera, que corroborarían, según su patológico pensar, la superioridad de los sicópatas que los causan.
Es que razón y sensatez son virtudes de las que carecen los sicópatas, según bien ramplona y estentóreamente lo comprueba Donald Trump con sus ruindades criminales de plutócrata decadente, como todos ellos a partir de la crisis financiera que desencadenaron en 2007, y que ha de culminar con el Fin de la Historia.
Es algo que está a punto de ocurrir, ya sea porque nos extinguen las calamidades en curso; o porque les arrebatamos el poder a los enemigos comunes de la Vida y la Humanidad, que causan los desastres con total perversidad y cinismo, presentándolos como "progreso" y midiéndolos con el mortal crecimiento anual del PIB.
Está en nuestras manos remplazar las inicuas formaciones sociales piramidales, típicas de los pueblos dominantes en la Historia, por sociedades fundadas en la verdadera democracia, que no puede ser otra que la directa.
Buscando desacreditarla entre los timoratos que no investigan ni cuestionan lo que les dicen sus maestros y guías, de modo que relacionan anarquismo con terrorismo y maldad, y anarquía con ingobernabilidad, desorden y descomposición social fundados en una supuesta falta de autoridad; peyorativamente, a la Democracia Directa la llaman anarquismo los felones mentirosos, ambiciosos, hipócritas y seductores, narcisistas y megalómanos, convencidos de que la ley no puede ser más que la expresión de sus deseos y caprichos.
Son quienes nos suplantan en los gobiernos, dizque para garantizar la ley y el orden pero buscando ocultar que, en una sociedad plana, todos mandan colectivamente dentro del marco de una legislación concertada por todos y, por tanto, realmente legítima.
En consecuencia, todos la acatan por convicción y no por simple superstición, ni, mucho menos, por represión de quienes se sienten mejores y con derecho a corregir y castigar, como cualquier señor inquisidor medieval o cualquier fascista actual.
Aunque el respeto a la ley es una conquista de la civilización, sólo es respetable la ley legítima. O sea, la que proviene de la única fuente de autoridad admisible por cada individuo digno y soberano, que es el pueblo. Por tanto, la ley que merece respeto no puede ser otra que la que surge del acuerdo de todos o, al menos, de las mayorías deliberantes.
O sea, sólo merecen acato las leyes legítimas, lo cual exige denunciar, combatir y repudiar las impuestas por poderes artificiales que no tienen su origen en la autoridad del pueblo.
Ésta es la única autoridad reconocida por los seres evolucionados, que han superado las supersticiones sobre su falso origen divino y su atribución a seres superiores que abusan de quienes les creen sus cuentos, como los levitas de las once restantes tribus de judíos.
La equidad y la justicia exigen denunciar, combatir y no respetar leyes abiertamente injustas e ilegítimas, como las que nos están imponiendo los sicópatas con el Neoliberalismo y su ofensiva global, mediante contratos leoninos, tratados de libre comercio que privatizan los Estados, instituciones supranacionales cuyos integrantes son lacayos de los enemigos comunes.
Estos traidores a las mayorías, rotan sus servicios entre las multinacionales privadas y las instituciones oficiales que defienden los derechos de los plutócratas contra los de los pueblos.
Por eso, la Sociedad Democrática Global que estamos construyendo entre todos los oprimidos es anárquica, pues nadie manda a nadie, ni se le puede imponer a otro desconociendo las normas de convivencia común elaboradas y convenidas por todos los interesados en participar en la vida pública ejerciendo su soberanía individual sin ninguna discriminación.
Por tanto, las fuerzas represivas no pueden justificarse en una sociedad igualitaria controlada por la ciudadanía en condiciones de auténtica civilización, cuya gran conquista es la convivencia pacífica y tolerante, sin mezquindades ni abusos. Sin las desigualdades propias de las sociedades piramidales o verticales o inicuas dominantes en la Historia, que tanto daño les han hecho a las igualitarias.
Por fortuna para la parte decente de la especie humana, aún no han podido extinguirlas, de modo que éstas ahora se yerguen como una alternativa vital a la moribunda Historia y sus engendros patológicamente sociópatas y sicopáticos.
Se sienten orgullosas de su identidad, tan pisoteada por los abrahámicos conquistadores y otras aberraciones autocráticas presentes en la Historia, como los sucesivos imperios que esclavizaron al mismo pueblo judío. Y el nazi que trató de exterminarlos.
Por su lado, esas formas enfermizas de consumo que nos inculca la propaganda están basadas en el derroche irresponsable y letal que acelera el Fin, de modo que -sin predicar la miseria, la resignación o la nociva adoración por los plutócratas depredadores- podemos sobrevivir sin carencias pero absteniéndonos de convertir el Mundo en un basurero.
Basta aplicarle decencia y racionalidad a tal orgía mortal -que justifican involucrando al consumidor indefenso en el derroche como paliativo a la frustración urbana-, en vez de seguir las rutas suicidas del Neoliberalismo empeñado en acabar rápido con la golpeada biosfera.
En consecuencia, estamos obligados a dejar de proceder como cretinos descerebrados e impotentes; o muy "prudentes" o, tal vez, sólo cobardes, si queremos evitar el programado, pronosticado y cacareado Fin del Mundo y el consecuente Juicio Universal que nos han preparado los abrahámicos y los masones, entre otros plutócratas despiadados, corruptos, mentirososos y ambiciosos.
Evitarlo depende de quienes están despiertos y de quienes están despertando.
Si alcanzamos la "masa crítica necesaria"; o sea, la cantidad suficiente de gente decente requerida para derrotar a los sicópatas, lograremos evitar que culminen su milenaria conspiración, tan evidente en sus libros sagrados, aunque la nieguen ante los " gentiles".
Por eso Jesús, quien dio su vida por nosotros, pues fue asesinado por los enemigos comunes a quienes no dejó de fustigar con todas sus fuerzas, insiste en enseñarnos: "El que quiera ver, que vea".
O sea, seguir ciego, volverse miope o recuperar la vista depende de lo que cada uno decida mientras esté vivo, pues el muerto ya nada aporta por sus propios actos. ¡Tengámoslo en cuenta!
Le deseo reflexión honrada, sindéresis, amplitud de miras, objetividad, amor propio, solidaridad con la Vida y decisión.
Cordialmente, DBP.
ramiro11969@hotmail.com (sábado, 23 julio 2016 03:02)
Excelente mano.La leeré con detenimiento.No olvide mi correo y por favor me dice si recibió este mensaje,Juicio mano.