Comentarios a propósito de dos artículos del lúcido Fernando Buen Abad
1.Eso que llaman “periodismo
2.No podemos aceptar la Paz obligados por las bayonetas
por Darío Botero Pérez
CONTENIDO
1/4 Propiedad privada individual 1
2/ 4 Patrimonio humano 2
3/ 4 Revolución y cambio 3
4/4 Armas o razones 4
1/4 Propiedad privada individual
Me da pena con Marx; o, más bien, de quienes lo interpretan de una forma que no comparto por insuficiente y dogmática.
Procedo ejerciendo mi derecho a disentir, convencido de la fragilidad de los discursos tanto como del poder que tienen sobre quienes los creen, en particular sobre los incapaces que se niegan a aplicarlos consecuentemente pero no conciben nada diferente. Actúan cerreramente, como si las palabras fuesen sagradas e irrebatibles, como sí lo son las personas por el mero hecho de existir, hasta las más ignorantes y cabeciduras, a pesar de que las mayorías suelan ser tan despreciadas en las sociedades clasistas.
Quiero entender que cuando el respetado y absorbente renano habla de eliminar la "propiedad privada" se refiere a los “medios de producción”, cuya naturaleza es pública al estar en condiciones de afectar los intereses de grupos más que de individuos; aunque la fuerza la degenere en las sociedades piramidales, despojando a las mayorías en beneficio de oligarquías incapaces de solidarizarse con los inferiores, lo cual las descalifica en la actualidad para seguir al mando, sobre todo cuando se pretende afirmar que vivimos en sociedades democráticas porque se rigen por las ideas del liberalismo burgués.
Sería absurdo, y nada atrayente para los explotados expropiados, que dicha propiedad sobre bienes tan especiales significase negar el disfrute de los bienes de uso que producen y que el consumidor se apropia, posee y utiliza a su antojo. Ya sean efímeros, como la comida; un poco más durables, como la ropa; de mediana duración, como los vehículos, o de larga duración, como los inmuebles particulares destinados a la habitación o al ocio.
Lo censurable no es el disfrute individual. Lo sería destinarlos a un enriquecimiento injustificado y que, en una sociedad igualitaria (socialista o comunista, según los estereotipos ideológicos cuyos desastres han agobiado al s. XX revolucionario), realmente plana y democrática, carecería de sentido, pues la misma equidad real significa que la sociedad provee la satisfacción de las necesidades individuales mientras facilita los medios que le permiten a cada uno aportar al patrimonio y el bienestar generales.
2/ 4 Patrimonio humano
Es absurdo que las bienes cuya función es crear riqueza sean privilegio de algunos individuos privilegiados por su cercanía al poder, y no de quienes producen y consumen dicha riqueza, disponiendo de insumos o materias primas que nadie tiene derecho a apropiarse sin la autorización del colectivo social afectado por los efectos permanentes de tales prácticas.
Si no se impide que los particulares sigan disponiendo del omnímodo derecho a expropiar a las mayorías de los “medios de producción”, lo único que nos espera es la extinción a muy corto plazo, pues la capacidad de producción no tiene límites en el presente, pero los insumos que utiliza sí lo tienen.
En estas condiciones, la ciencia y la técnica mal utilizadas, pervertidas por los plutócratas que exigen ganancias de todo lo que contaminan, pueden destruir la Naturaleza en cuestión de días, como lo estamos presenciando con todos los nichos más sagrados. Se los han apropiado algunos pocos privilegiados, que los han obtenido con procedimientos ruines, causando daños irreparables mientras las mayorías son despojadas de cualquier posibilidad de intervenir.
Pero los conocimientos y procedimientos, tanto como los insumos y equipos productivos son patrimonio natural de la Humanidad, que reúne en los inventos y descubrimientos el aporte creativo de quienes han tenido la oportunidad de hacerlo, enriqueciéndonos a todos y ganándose el agradecimiento común. Éste es independiente de que la riqueza se la apropien individuos desalmados o grupo civilizados.
Todos podemos aportar, pero no es una obligación ser un genio. En cambio, disfrutar de la riqueza social ejerciendo la soberanía personal, recibiendo el respeto a la dignidad y la garantía de participar en la discusión de los asuntos, tanto como en la solución de los problemas y desafíos comunes, son derechos negados a las mayorías en las sociedades de clase dominantes en la Historia.
En particular, bajo el imperio global del Neoliberalismo, el capitalismo y sus variantes "socialistas" y "comunistas" (que tanta sangre proletaria, campesina y popular costaron, y tan fácil y cínicamente han traicionado los flamantes revolucionarios marxistas) pervierten la lógica que, en los términos establecidos por la Historia piramidal, nos conduce al caos, a pesar de poseer los recursos necesarios para vivir la mejor vida posible. Pero es lo que nos niegan los plutócratas porque sólo nosotros, actuando con dignidad y lucidez, estamos en condiciones de lograrlo.
En términos individuales, esto significa disponer de los medios de consumo y los servicios sociales necesarios para disfrutar esa vida que nos merecemos y que estamos en condiciones de regalarnos, si vencemos a los sicópatas que amenazan a la Humanidad, a la biosfera y a la Vida en general, y no sólo a los trabajadores que insisten en su revolución científica, la única que conciben.
La tratan como un dogma tan sagrado como el del libre mercado que está acabando con todo sin que nadie se atreva a refutarlo y rechazarlo, pese a la calamidad que significa para la autonomía económica y la autosuficiencia alimentaria de los pueblos, bases de su soberanía y su supervivencia.
3/ 4 Revolución y cambio
"Los revolucionarios deben se expertos en definir y construir la Paz socialista, sin entelequias y sin cursilerías"
Esta idea tan simple señala la gran deficiencia de los partidos comunistas: no creen en la democracia sino en las sorprendentes habilidades de los revolucionarios expertos en marxismo, y dedicados a aplicar sus dogmas con el mayor rigor (que cada uno interpreta a su sagrada manera y suele imponer por la fuerza bruta) para transformar la realidad científicamente, despreciando las veleidades de los pequeños burgueses, tan arrogantes e insignificantes, o de los obreros sin formación política, pues están llenos de ideas incorrectas, según Stalin o Mao o Kim Jung Un. No está preparados para forjar ese mundo del nunca jamàs que prometió hace 99 años la revolución soviética, y con cuyas entelequias pretenden seguir engañando generaciones enteras.
La Democracia Directa entendida como el derecho de cada uno a participar en los asuntos que le incumben, es el camino para superar los mitos y las teorías anquilosadas que sus seguidores consideran perfectas y superiores a la realidad.
Por eso insisten en deformarla para que se acomode a sus interpretaciones, tal cual lo hacen los dogmáticos teístas o los nazis iluminados. Pero los cientifistas nos descalifican a todos con suma arrogancia, pues sus teorías serían objetivas porque se formulan bajo la segura sombrilla del materialismo.
¿Habrá algo más idealista, que confirme tan bien las advertencias críticas del marxismo en su mejor expresión dialéctico materialista, que los esfuerzos de los marxistas para ajustar la realidad a las teorizaciones incontaminadas del maestro?
4/4 Armas o razones
"Si la Paz implica desarmar a los pueblos o negarles su derecho a “la crítica de las armas” estamos condenándonos a repetir errores terribles”, afirma Buen Abad.
“La violencia ha sido la partera de la Historia” constituye una de las más admitidas ideas del genial Carlos Marx quien, con sus teorías sobre la lucha de clases, aportó luces a la comprensión “científica” de la evolución histórica, antes sometida a interpretaciones bastante subjetivas, en particular para explicar las “revoluciones”.
Con la dialéctica materialista, inspirada en la idealista de Hegel, adquirió un prestigio que apabulla a intelectuales lúcidos pero carentes de alternativas científicas a las sólidas tesis del renano.
Por eso no se atreven a usar el arma de la crítica para criticar la "crítica de las armas",. O sea, para cuestionar a la luz de la realidad actual la lucha armada como recurso inevitable para consolidar la revolución, que necesariamente, para un marxista ortodoxo, sería fruto de la violencia.
En síntesis, la crítica de las armas sigue siendo imprescindible, a ojos dogmáticos que se creen dialécticos, para vencer y superar a las clases caducas.
Así continúan sosteniéndolo los revolucionarios profesionales, fieles a las anunciadas y fracasadas revoluciones proletarias, aunque el proletariado sea una clase en extinción y la condición humana nos una al 99% explotado por los plutócratas del 1% más que la efímera condición del obrero industrial, perfectamente sustituido por máquinas en la sociedad pacífica que necesitamos construir para superar las consumistas, depredadoras y explotadoras.
No tienen en cuenta que "Lo que necesitamos es una lucha verdadera contra la guerra imperialista"
O sí. El lío es que insisten en que sea armada, cuando la capacidad de los enemigos comunes, los dueños del complejo militar-industrial, para extinguirnos es evidente, de modo que confrontarlos con la lucha armada hiede a suicidio.
Objetivamente parece un error histórico anteponer la observación marxista a la asombrosa capacidad bélica de los sicópatas al mando. De insistir en la violencia como vía para arrebatarles el poder, sus arsenales les facilitarán diezmarnos por obsesivos, por no entender la realidad, que es tan diferente a la conocida por Marx y su socio Federico Engels, aunque sus enfoques, métodos y categorías analíticas conservan validez.
Eso que llaman “periodismo
por Fernando Buen Abad
17 julio 2015|
La lucha de clases no se detiene en las puertas de los “diarios”.
Cada día más mediocre, más corrupto y más servil eso que llaman “periodismo”, en las empresas mercantilizadoras de “noticias” o “información”, constituye hoy una de las maquinarias de guerra ideológica capitalistas más degeneradas... Su degeneración es su fracaso y al mismo tiempo su delación. Se delata su definición a partir de su función distorsiva y lo que debiera servir para orientar a la sociedad es, en realidad, un negocio para desorientar.
No es lo mismo “periodismo” que mercadeo de noticias. Aunque se ha instalado la idea perversa de que sólo lo que vende diarios es información, y con ello se han creado cátedras, carreras, posgrados y especialidades... aunque reine en la cabeza de muchos la idea de que “periodismo” es el arte mercenario de vender la pluma al mejor postor... aunque impere el criterio peregrino de que un periodista es mercader de confiabilidad... y, aunque se machaque con la falacia de que el periodismo es el arte demagógico la “objetividad” burguesa... lo cierto es que lo que llaman y practican como “periodismo” en las empresas de periódicos es una mercancía más sometida a las peores leyes del capitalismo. Lo saben bien los trabajadores.
Los hechos que genera la vida social, económicos, políticos, artísticos, culturales... a partir de su motor histórico que es la lucha de clases, no pueden ser privatizados por maniobra comercial alguna aunque esta sea capaz de convertirlos, según sus intereses, en “información” o “noticia”. Los hechos cotidianos (ocurran cuando ocurran) producto de las relaciones sociales, hasta hoy divididas en clases, además de requerir registros y análisis científicos, exigen capacidad de relato clarificante, creativo y emancipador, para contribuir a elevar el nivel de la conciencia colectiva incluso en la resolución de problemas individuales. La terea [tarea] de producir análisis e información periodística además de ser parxis [práxis] ética cotidiana, debe ser trabajo organizador para la transformación del mundo. Así lo ejerció el propio John Reed.
En las empresas que han hecho de la información una mercancía caprichosa y desleal con la verdad, el trabajo de los “periodistas” ha sido deformado hasta la ignominia de la esclavitud del pensamiento y la explotación de personas obligadas a traicionar la conciencia (individual y colectiva) sobre la realidad. Se vive diariamente un desfalco informativo en contra de todo sentido común y se humilla la inteligencia de los trabajadores de la información sometiéndolos a principios y fines empresariales cada día más mediocres, corruptos y mafiosos. La Sociedad Interamericana de Prensa conoce bien esta historia.
En las escuelas hay no pocas tendencias empeñadas en “formar” mano de obra barata, mansa y a-crítica dispuesta a tragarse, con disfraz academicista, las condiciones laborales más aberrantes a cambio de ilusiones de fama burguesa, prestigio de mercachifles y, desde luego, rentabilidad de cómplices muy creativos a la hora de inivisibilizar las verdades más duras, criminalizar a quienes luchan por emanciparse y asegurar las ventas de los “informativos”. Títulos universitarios de “periodista” amancebados con el capitalismo y sus odios, así sea necesario mentir, calumniar o matar. Así sea necesario auspiciar golpes de estado o magnicidios. Los hemos visto y los vemos a diario. Para la tele, para la web, para la radio... para los impresos.
Dignificar el trabajo del “periodista” es un reto social enorme que no se resuelve sólo de manera “gremialista”, ni sólo con “educación de excelencia”, ni sólo con “buena voluntad”. Se trata de una profesión, un oficio y una tarea política... atascada en el pantano de la guerra ideológica y la guerra mediática burguesa. Dignificar la definición y la función de periodista comprende factores muy diversos que parten de la base concreta de luchar contra el trabajo alienado y contra las condiciones de insalubridad ideológica extrema en que, bajo el capitalismo, se desarrolla. Dignificar el trabajo periodístico implica emprender, a diario, una revolución de conciencia y acción que devuelvan a la producción informativa su alma socialista y su poder como herramienta emancipadora de conciencias... implica pues devolver al “periodismo” sus brújulas y sus responsabilidades en el camino de la revolución.
Eso implica exigencias programáticas, organizativas y disciplinarias cuya base es la lucha de clases y cuya praxis debe andar al lado de las luchas emancipadoras de la clase trabajadora. Ya basta de que cualquier payaso capaz de publicar, bajo cualquier método y medio, sus canalladas se haga llamar “periodista” a costa de degenerar la verdad que es de todos. Frenarlos en seco implica desarrollo científico y político para conquistar un poder profesional y militante capaz de ponerse al servicio de la clase que emancipará a la humanidad. Ese es su lugar mejor. Eso implica impulsar escuelas nuevas, estilos nuevos, sintaxis, comunicación y conciencia revolucionarios. Eso implica impulsar generaciones nuevas de trabajadores del periodismo emancipados de la lógica del mercado informativo. Nada menos.
Ahora que estamos asqueados por la desfachatez y la impunidad con que exhiben sus canalladas omnipresentemente los amos y sus siervos “periodísticos”, hay que fortalecernos para combatirlos. Ahora que la náusea nos sacude y la irracionalidad del mercado informativo se vuelve comando golpista y magnicida, en todo el mundo, es preciso organizarnos de manera democrática, plural y combativa. Ahora que se despliegan las acometidas más feroces de las mafias comerciales que venden “diarios” contra la verdad de los pueblos en lucha y contra sus logros más caros... nosotros requerimos la unidad y la acción organizada y desde abajo como causa ética suprema. Ahora que se alían las mafias mediáticas y forman su ejército de “periodistas” para bombardearnos con misiles de injurias y mentira... nosotros debemos hacer del “periodismo” un frente riguroso en sus principios y adaptable en su organización para sumarnos abiertamente a todas las fuerzas de la comunicación emancipadora donde se propicie colaboración revolucionaria irrestricta. Al menos. Así, eso que llaman “periodismo” dejará de ser, muy pronto, reducto de farsantes mercenarios enfermos consuetudinarios de la mentira para convertirse, de una vez por todas, en herramienta creativa de la verdad al servicio de la Revolución. Y ya hay muchos trabajadores que avanzan en esa ruta. A diario.
20 abril 2016
| Fernando Buen Abad
Blog
No podemos aceptar la Paz obligados por las bayonetas
6
Lo fácil es hablar de Paz si se quiere, como tanto se ha hecho, maquillar con lentejuelas filantrópicas la hipocresía de las maquinarias burguesas para la violencia y la muerte. Es fácil desgarrarse las vestiduras y sacar a pasear frases plañideras, con desplantes de ocasión mediática y “políticamente correctas”. Todos sabemos que el capitalismo es un sistema absolutamente antagónico a la Paz. Todos sabemos que bajo el capitalismo la Paz verdadera es imposible. No es lo mismo conquistar “treguas” que conquistar la Paz. Desde sus púlpitos mediáticos el capitalismo nos relata, a voz en cuello, su amor por la muerte, su pasión por la destrucción y su romance eterno con el belicismo serial. Y lo han convertido en un gran negocio.
Es el capitalismo quien financia millones de películas de guerra, millones de series televisivas empapadas en sangre y crueldad. Es el capitalismo quien “crea” avalanchas de asesinatos y canalladas televisadas con toda impudicia. La Paz no tiene lugar en la mentalidad burguesa porque el capitalismo es la violencia por definición. La andanada criminal que el capitalismo también pone en sus pantallas, disfrazada de películas de “ficción” o de “noticieros”, es tributaria del estereotipo ideológico que tiene su base concreta en una realidad ensangrentada y que supera a toda ficción. Nada tienen de “pacíficos”.
Como ha sido muy “jugoso” el discurso de la Paz a lo largo de la Historia humana, lo han ensayado los poderes hegemónicos con silogismos de todo género, sin faltar los extraterrestres ni losreconciliatorios. Es enorme la lista de los “tratadistas” sobre la Paz y, visto lo visto, el primer paso hacia la Paz debería ser desarmar a quienes atacan a los pueblos con todo tipo de armas, es decir, las armas convencionales, las no convencionales… y las armas de guerra ideológica (universidades, monopolios mass media, iglesias y antivalores burgueses).
Los revolucionarios deben se expertos en definir y construir la Paz socialista, sin entelequias y sin cursilerías. La paz no se merece las traiciones de los hipócritas que, incluso en mesas de negociación, mientras hablan de Paz, siguen saqueando a los pueblos, siguen explotando a los trabajadores, siguen depredando los recursos naturales y siguen financiando operaciones mediáticas golpistas. Los conocemos muy bien porque “por el engaño nos han dominado más que por a fuerza”. Ya basta.
No toda lucha anti-guerra es sinónimo de Paz. Si la Paz implica desarmar a los pueblos o negarles su derecho a “la crítica de las armas” estamos condenándonos a repetir errores terribles. Lo que necesitamos es una lucha verdadera contra la guerra imperialista. La paz por la paz misma es un callejón sin salidas en el que los pueblos avanzan hacia un encierro ideológico con consecuencias objetivas monstruosas.
Toda lucha contra la guerra (sea del tipo que sea) exige entender su naturaleza y sus características. Se trata de una lucha que requiere análisis dialéctico permanente. Nadie debe ignorar que el capitalismo es un serio peligro para la clase trabajadora y, por lo tanto, los trabajadores no pueden bajar la guardia ante ninguna de las ofensivas, objetivas y subjetivas, que padecen diariamente. Caracterizar la guerra como una ofensiva del capitalismo, apenas sirve para ver uno de sus aspectos que siempre son usados por los charlatanes de la Paz burguesa como naipes trucados contra los pueblos.
La construcción del socialismo no es, solamente, “una lucha por la paz”
No son pocos los señores, los señorones y los señoritos de la burguesía que se exhiben como luchadores por “la paz” mientras prosperan los grandes negociados de la guerra que es, ella misma, un gran negociado para sus negocios. Las guerras son el comercio por otros medios. El pacifismo burgués es un tóxico ideológico que se propaga con “facilidad” entre los pueblos gracias a la urgencia que en ellos habita por frenar el agobio, con todo género de violencias, que se despliegan en su contra. Es fundamental el análisis y la acción del proletariado con un programa socialista de paz que sólo tiene sentido si aporta tiempo, espacio y condiciones concretas para profundizar el socialismo.
Todo programa de paz que se desvincule de la lucha de la clase trabajadora, puede ser sólo fraseología burguesa muy perniciosa y sentimentalista para engañar a los pueblos con artimañas cursis útiles para dejar que la burguesía gane tiempo y posiciones. Es necesario protegernos de los juegos de palabras y los espejismos que les encantan a los reformistas y en los que, en apariencia, se abordan temas de “Estado” para justificar “programas de paz” que sólo enmascaran negocios subterráneos y reconciliaciones de ocasión en las luchas inter-burguesas. Nada debe distraernos de la lucha y de nuestro programa socialista científico. Toda palabrería de esperanza de “paz” burguesa es un engaño... la paz verdadera sólo existe cuando cesa la propiedad privada y las relaciones de producción capitalistas.
El gran circo del sentimentalismo pacifista que la burguesía despliega en sus escenarios mediáticos no debe silenciar a los pueblos ni debe anestesiar su capacidad crítica. La única verdadera garantía de Paz es la derrota del capitalismo. No son los pueblos, que construyen el socialismo, quienes ejercen la violencia. El capitalismo es la violencia en sí mismo. Es el proyecto socialista y científico una de las acciones más certeras y contundentes para inquietar la Paz que la humanidad anhela y ese anhelo de paz de debe ser realizado por los pueblos y no por sus enemigos. Los revolucionarios debemos integrarnos a toda iniciativa de Paz, ir a todo movimiento de masas a favor de la paz para defender un programa socialista y señalar el camino hacia su solución con acciones revolucionarias. Porque el problema no es la Paz, el problema sigue siendo la necesidad de terminar con el capitalismo y todas las guerras que despliega para seguir adueñándose de los recursos naturales, la mano de obra y la conciencia de los pueblos. El colmo es que el burocratismo, aliado con la burguesía, trata de engañar a los trabajadores haciendo pasar como “programa de social pacifismo” sus “acuerdos” de negocios. Hay que desarmar al capitalismo, principalmente de su arma suprema que es la “propiedad privada” y todo lo que usa para defenderla.
La defensa de la Paz en abstracto es siempre una manera de engañar a la clase trabajadora. La propaganda burguesa por la Paz que carece de contenido revolucionario, sólo sirve para inocular ilusiones, desmoralizar al proletariado y abonar confianza en la filantropía burguesa que no es más que saliva ornamental para cócteles diplomáticos de los intereses más beligerantes. La idea de la Paz es posible, sin contenido socialista y de espaldas a los pueblos, es una monumental mentira histórica que nos ha costado muchísimo.
No se trata sólo de ideas. Un programa por la Paz socialista debe ser dictado por el curso de la historia y de la lucha de clases; debe reflejar y expresar las necesidades históricas de la clase trabajadora. Debe proporcionar respuestas vivas y concretas. La Paz socialista no se opone, únicamente, a la guerra, no se limita a luchar contra los ataques burgueses y todas las locuras depredadoras de la barbarie imperialista en sus campos mercantiles de guerra. La lucha contra el pacifismo burgués es inseparable de la Batalla de las Ideas que, también debe derrotar a la ideología de la clase dominante y a todas las variedades del engaño con el que nos han derrotado, incluso, más que por la fuerza. Hasta no derrotarlos no estaremos en Paz.
Perfil del Bloguero Fernando Buen Abad
Es mexicano de nacimiento, (Ciudad de México, 1956). Doctor en Filosofía, Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Dirige el Laboratorio de Escritura Creativa en México y Argentina. Colaborador editorialista de diversos diarios y suplementos culturales.