Es el capitalismo, imbécil
Contradicciones
19-07-2016
Florencia Kirchner tenía en una de sus cajas de seguridad la friolera de 4.660.000 dólares, y casi un millón de dólares más en una de sus cuentas. NO trabajó en su vida, y quiere justificar ese dinero con la “herencia” que le dejó su padre. Tiene un problema: lo declarado cuando falleció Kirchner fueron 16 millones de pesos, y no 70 como le encontraron ahora. Si ya le hubiese sido difícil justificar su fortuna al padre, sería bueno saber cómo hizo los 54 millones de diferencia a favor que logró la “dulce” Flor.
Cabe señalar que en el país que hoy nos toca sufrir, el salario promedio de los trabajadores que tienen la suerte de estar ocupados es de $8000. Es decir, un laburante promedio podría juntar esa plata, sin gastar nunca un mango, en 8750 meses: unos 729 años
¿No da asco la inequidad?
La hija del matrimonio que dijo llegar al gobierno para “distribuir la riqueza”, tiene tanta plata que un asalariado necesitaría 10 vidas sin gastar un peso para juntar algo igual. Más o menos lo mismo pasa con Máximo, otro que en su vida agarró un martillo o una pala.
Linda forma de “distribuir” tenían estos...
La propia CFK declaró tener 77 millones de pesos como fortuna, aunque en una de sus tantas contradicciones, la adalid de lo “nacional y popular” confesó que dolarizó sus ahorros. Es decir, sus acciones desmienten sus dichos. El kirchnerismo, como herramienta del sistema burgués, no puede abstraerse de esas miserias. Los propios militantes que dicen defender los derechos de los trabajadores, veneran a una multimillonaria terrateniente que no puede explicar su fortuna ni la de sus allegados, familiares, amigos y compañeros.
A una buena parte del pueblo argentino eso parece no importarle. Ni siquiera que esa terrateniente los haya condenado a un salario promedio menor que la mitad de una canasta familiar. Ni hablemos de cuestiones ideológicas: en eso la corriente pingüina hizo una mezcolanza de la que costará años salir. Es que nadie defendió tan bien la propiedad privada de las multinacionales mientras cacareaba sobre la propiedad social en las nubes de Úbeda: la gente hacía cantitos por la liberación mientras los empresarios se llenaban los bolsillos como nunca. Es eso mismo, esa pauperización de la consciencia que se ejerció durante 12 años, lo que le dejó el país servido en bandeja al nefasto macrismo. Porque si le dicen a los trabajadores que un rico, ya sea un general o una terrateniente puede gobernar para ellos… ¿por qué no puede hacerlo un empresario, visto desde las llanuras populares?
Solamente así puede entenderse que humildes trabajadores hayan votado a Macri.
Macri sacó más de 13 millones de votos en el balotaje de 2015, mucho más que los 11 y medio que sacó CFK en 2011. Como se verá, millones de asalariados votaron a sus verdugos.
Macri, en su declaración jurada de 2016, expuso que su fortuna asciende a $110.000.000, el doble que en 2015. Y que tiene, además, otros $18.000.000 en las Bahamas. Es mucho, pero seguramente mentira, porque este integrante de la burguesía proimperialista de la argentina tiene muchas más cartas de las que muestra. Por ejemplo, los famosos Papeles de Panamá.
¿No asquea tanta mentira, tanta hipocresía, tanta soberbia?
Está claro que este pueblo está y estuvo gobernado por miembros de la clase propietaria o comprados por ésta, salvo excepciones (tal vez la única sea Illia). Y está claro que la corrupción no es potestad de esta época, sino de todas las épocas. Como se dice siempre, si hay corruptos es porque existen quienes corrompen. Los que pagan y cobran coimas, los que se quedan con la plusvalía generada por los trabajadores y los que roban del erario público son miembros de la misma banda: la burguesía.
Es que, en definitiva, ver antagonismos entre ellos y generar peleas entre sectores populares para apoyar a unos u otros, es pelear por dos caras de la misma moneda, la del capitalismo.
Y ése es el verdadero problema
La contradicción insalvable de los condenados peleando para ver qué verdugo los somete mejor.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
200 años de… ¿indepen qué?
11-07-2016
Parece mentira que en este país llamado Argentina, con la realidad concreta que nos toca vivir, haya espacio y tiempo para hablar, jactarse y festejar la “independencia”, una entelequia que cumple 200 años. Parece mentira que haya quienes puedan pronunciar esa palabra y enarbolar ese concepto en un país gobernado directamente por multinacionales, con ceos en todos los puestos más encumbrados del gobierno. Baste como botones de muestra nombrar a Aranguren, ligado a y accionista de Shell; a Melconián, aliado y parte de los fondos buitres; o a Prat Gay, el miembro de la Banca Morgan a cargo de nuestra economía.
Tal vez tenga que ver con la forma en que nos declaramos “independientes” hace dos siglos, y con todo ese proceso que hoy veneramos, protagonizado en su mayoría por gente poco venerable, salvo
excepciones.
Nuestra historia está llena de contradicciones que nos hacen ser lo que somos. Tal vez no sean muchos los argentinos que sepan que la bandera española flameó en el fuerte de Buenos Aires hasta
el 22 de enero de 1815. ¿Quién la hizo arriar?: Alvear, quien comisionó a Manuel García ante Strangford –embajador inglés en Río de Janeiro- para solicitarle que las Provincias Unidas del Río
de la Plata pasen a ser parte del Imperio Británico. Alvear fue depuesto no por ello, sino por su forma tiránica de gobernar. Huyendo a España, renegó de la revolución, se declaró español y por
medio de una carta pidió el perdón de Fernando VII, quien había recuperado el trono de España luego de la caída de Napoleón. Cuando se piensa en los actos de Alvear, uno entiende que la avenida
que lleva su nombre en Buenos Aires no puede llamarse de otra manera, dada su ubicación, composición y significación.
Tal vez no sean muchos los que sepan que el primer Triunvirato envió a Sarratea a Inglaterra en noviembre de 1813 para negociar “la vuelta al dominio español y el libre comercio con los
británicos”, ya que había caído el dominio francés en la península. La desesperación era tal que Posadas envió más o menos para lo mismo, en noviembre de 1814, al venerado Belgrano y a
Rivadavia, con instrucciones secretas y secretísimas: la aspiración de máxima era un protectorado inglés, y la de mínima, algo parecido a lo de Sarratea.
Tal vez no sepan muchos, que Beruti izó por primera vez la bandera celeste y blanca en el fuerte de Buenos Aires el 17 de abril de 1815.
Tal vez no sepan muchos, que el Congreso de Oriente de la Liga de los Pueblos Libres, compuestos por Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe y la Banda
Oriental, liderados por Artigas, declaró la independencia allá por el 29 de junio de 1815. Artigas fue combatido por la intelectualidad revolucionaria porteña, por la condición de
caudillo popular del oriental y su federalismo. Artigas quería una federación de pueblos libres de toda Nuestramérica, mientras Buenos Aires aspiraba ser el centro del poder revolucionario. Por
eso, el Congreso de Tucumán, convocado desde el puerto, no contó con los diputados de las provincias de la liga artiguista, excepto de Córdoba.
El Congreso de Tucumán comenzó a sesionar el 24 de marzo de 1816… una fecha que hoy significa una cosa muy diferente. Asistieron diputados de Buenos Aires, Tucumán, Córdoba, Catamarca, San
Luis, La Rioja, Mendoza, San Juan, Santiago del Estero, Salta, Jujuy, Charcas, Mizque, Chichas y Potosí. A pesar de que se había convocado para dar una forma de gobierno a las Provincias
Unidas y no para declarar la independencia, ante la iniciativa de los delegados tucumanos y jujeños que habían sido así instruídos por sus Cabildos, se instaló el tema. Al revés de la
Asamblea del año 13, que había sido convocada para ello y no lo hizo, por injerencia del Imperio Británico. San Martín, Güemes, Artigas y Belgrano, que había vuelto de Europa con la noticia de
que “Inglaterra se desinteresaba de la causa de la independencia”, fueron los que más presionaron en tal sentido.
El 9 de julio de 1816, por aclamación, se declaró la Independencia “de las Provincias Unidas de América del Sur de la dominación de los Reyes de España y su
metrópoli”. Argentina todavía estaba a unas décadas de formarse. Como la independencia se había declarado sólo de España, ello no era obstáculo para someterse a otro dominio.
Por eso, a instancias del porteño Pedro Medrano se modificó el acta de declaración el 19 de julio, agregándose la frase “…y de toda dominación extranjera”. Sin embargo, seguramente pocos
sabrán que esos mismos diputados que votaron la independencia el 9 y 19 de julio, votarían el 4 de setiembre, con la excepción de Godoy Cruz, enviar dos delegados ante la corte portuguesa para
“persuadir al gabinete de Brasil a que se declare Protector de la libertad e independencia de estas Provincias, restableciendo la Casa de los Incas y enlazándola con la de Braganza” (punto
6).” Si no tuviesen aprobación, pedir la coronación de un infante del Brasil o de cualquier otro infante extranjero con tal que no sea de España, para que enlazándolo con alguna de las
infantas del Brasil gobierne este país” (punto 7).
Es decir…. Cuando se venere a los que declararon la independencia el 9 y el 19 de julio, téngase en cuenta que renegaron de ella el 4 de
setiembre.
Releyendo nuestra verdadera historia, viendo a quienes consideramos nuestros “héroes”, no es de extrañar que quienes hoy llevan las riendas del país y quienes las llevaron hasta hace poco
continúen el engaño y el relato tergiversado de los hechos. Los ceos de las multinacionales responden a ellas y no les interesa un comino la independencia del
pueblo a sus intereses, como tampoco –a pesar de la retórica- a los que guardaron los intereses de Chevron, Monsanto, Barrik Gold, Rockefeller, Soros, Slim y 400 multinacionales que se llenaron
los bolsillos con el sacrificio de los habitantes de este país.
La “independencia” de nuestro pueblo seguirá siendo una gran mentira mientras nos gobierne la escoria explotadora y sus aliados, con
intereses entramados con las potencias imperialistas. Está en nosotros, los explotados, los de abajo, hacer realidad ese concepto en estas tierras.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.