CONSECUENCIAS GEOPOLÍTICAS DE LA VICTORIA DE DONALD TRUMP
Comentarios de Darío Botero Pérez al artículo
En el Medio Oriente se está jugando el futuro. (II)
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein
A pesar del comprensible repudio que causa entre las personas decentes capaces de reflexionar pero que son víctimas de prejuicios democrateros que las inducen a creer en demagogos tan mentirosos como los Clinton; Donald Trump les ha ganado gracias al respaldo recibido de quienes no están en capacidad de reflexionar con tanta libertad como los librepensadores demócratas.
Se trata de personas con rígidos, éticamente equívocos y elementales principios morales -como los cristianos carentes de formación académica confiable-, pero capaces de percibir, de modo que se sienten engañadas por los politiqueros de Washington y amenazadas por el Neoliberalismo que impulsan éstos globalmente, causando daños enormes a las mayorías humanas y al Medio Ambiente, aunque para los hirsutos sólo signifique que han perdidos sus empleos obsoletos.
En consecuencia, la victoria de Donald Trump implica cambios profundos en la política Neoliberal que ha acabado con tantos puestos de trabajo en USA, y que tanta inestabilidad económica, regresión social y destrucción ambiental ha conllevado para los pueblos del Mundo, subyugados por las transnacionales depredadoras.
Éstas concentran las riquezas en manos de unos cuantos plutócratas que se están apoderando legalmente de la biosfera para destruirla en busca de minerales o con cualquier pretexto que satisfaga el compromiso abrahámico de precipitar el Juicio Final.
Proceden autorizados y “legalizados” transnacionalmente por instituciones jurídico-político-económico-financieras que rebasan a los pueblos.
Actúan aliados con los vende patrias que los traicionan por coimas y sobornos, despojándolos de su capacidad para cultivar sus propios alimentos y defender y conservar su soberanía económica en busca del mayor bienestar posible para la población.
En ese sentido, Donald Trump representa una oportunidad para los ciudadanos dignos e indignados, de denunciar, combatir y expulsar de cada país víctima las transnacionales que están dedicadas a destruir la biosfera alrededor del Mundo.
Proceden olímpicamente, y hasta suscitando envidias en cretinos superiores, con la excusa de que tienen que elevar y no sólo replicar el PIB del año anterior, con toda la destrucción que conlleva, así las consecuencias evidentes sean la desolación de los territorios y la pobreza absoluta de los pueblos.
Lo que les interesa a los depredadores es la utilidad financiera que le entregarán a sus accionistas zánganos y parásitos, no la desolación que causan. Y es esa capacidad de mantener vagos de gran poder lo que impide que tales prácticas mortales sean prohibidas, aunque a los trabajadores les causen enormes perjuicios y destruyan ecosistemas que la Naturaleza ha gastado miles de años en desarrollar.
Sin dudas, Trump combate la locura neoliberal con recursos reaccionarios y fascistas, absolutamente repudiables y retrógrados; pero que tienen la virtud de despertar conciencia, entre las personas íntegras, sobre las calamidades del Capitalismo Salvaje que agoniza, de modo que quienes despierten pueden imponer la alternativa democrática directa, antes de que la hecatombe sea total e irreversible en términos humanos.
Es el ejercicio de la Democracia Directa la única alternativa verosímil para cambiar las condiciones neoliberales en que viven los pueblos inermes, ya sean los obreros de Detroit o los indígenas wayúus de la rica Guajira colombiana.
En ésta, sus habitantes ancestrales están agobiados por las multinacionales que se roban el carbón y el agua, matan a los sindicalistas y han condenado a la población al despojo de sus territorios. No obstante, éstos les han garantizado durante siglos su supervivencia, en condiciones bastante difíciles por la inclemencia propia de la región, lo cual hace más meritoria su conservación.
Ahora, la ejemplar comunidad, expropiada de sus fuentes tradicionales de recursos, enfrenta cotidianamente la inanición y la sed que la están exterminando pese a disponer de la mina de carbón a cielo abierto más grande del Mundo, pues las regalías que produce se las roban los politiqueros que siempre han asolado nuestros países. Y las aguas y los territorios se dedican a garantizar que el negociado continúe, así se extinga una raza (o buscando deliberadamente su extinción, encubiertos en pretextos económicos bastante ruines)
En ese sentido, la causa nacionalista, proteccionista y anti-neoliberal de Trump abre alternativas a los pueblos que despiertan y entienden que no sólo los usanos sino las mayorías en el Mundo entero y muchas especies vivas, incluida la biosfera que nos sustenta a todos, estamos sometidos a los intereses de los sicópatas que concentran el poder y las riquezas, pero que en el narcisista magnate megalómano, Donald Trunp, han encontrado un escollo tanto como una voz de denuncia poderosa, delirante y peligrosa, lo cual abre fisuras que los pueblos y los individuos pueden aprovechar para ejercer sus soberanías particulares.
Como quiere Trump que lo hagan los usanos, podemos proceder los demás humanos, defendiéndonos de los enemigos comunes, de los cuales Trump también hace parte, así tenga serios reparos a las bestialidades neoliberales. Y estos reparos fácilmente los podemos compartir, aunque les duela a los vende patrias.
Para tener una idea más clara de lo que está en juego, que incluye la paz mundial, amenazada por el Neoliberalismo y sus agentes diversos, me permito agregar el texto lúcido y atinado de Sergio Rodríguez Gelfenstein, “En el Medio Oriente se está jugando el futuro. (II)”, publicado por Barómetro Internacional el 31 de octubre de 2016.
No sólo sufrimos una agresión permanente y creciente sobre la Naturaleza sino que la extensión de la tercera guerra mundial en curso requiere reaccionar para detener a los sicópatas que la están desarrollando desde que tumbaron las Torres Gemelas en 2001.
Se trató de un auto atentado cocinado en una alianza macabra entre petroleros usanos y árabes, aliados desde hace muchos años, como es el caso con la Familia Bush y la aristocracia Saudita. Ambas aportaron sendos cretinos (George Walker y Osama bin Laden, respectivamente) para estimular la “Guerra de Civilizaciones” que siguen extendiendo aunque aún no ha cuajado globalmente.
Quizás una presidencia de Donald Trump permita que salgan a la luz esas verdades ocultas que darán elementos de juicio poderosos para denunciar, repudiar y vencer el Neoliberalismo y a los criminales que lo impulsan e imponen como un dogma que ningún politiquero está en condiciones de cuestionar o repudiar.
Todos, independientemente de las ideologías y los discursos, comparten y aplican las recetas neoliberales, como los Clinton o los Juan Manuel Santos o los Enrique Peña Nieto o los Mariano Rajoy o los Alexis Tsipras o los Mauricio Macri o los Pedro Pablo Kuczinsky o los Michel Temer o las Michelle Bachelette o los Horacio Cartes, o los izquierdistas arrasadores de selvas y ecosistemas, como los Tabaré Vásquez, émulos del bonachón José Mujica, o los Rafael Correa, Evo Morales y el recién reelegido Daniel Ortega.
“Sólo el pueblo salva al pueblo” no es retórica; es algo estrictamente serio que al fin está al alcance de las mayorías, si es que despiertan suficientes ciudadanos para enfrentar y vencer a los bandidos que nos esclavizan y degeneran.
Cada uno puede ser protagonista; y es indispensable que lo sea si aspiramos a superar las sociedades piramidales que condenan a esas mayorías, alienándolas y apabullándolas con violencia y arbitrariedad.
Ojalá sirvan las serias denuncias del siguiente artículo para aclarar la situación y motivar a la acción a quienes se creen gente y no meros esclavos supersticiosos de ideologías que los anulan, incluidas las que nos dividen en clases excluyentes aunque todos seamos víctimas de los mismos enemigos desalmados y sicópatas, los plutócratas de todos los pelambres, de modo que adelantar la indispensable e ineludible Revolución Mundial es asunto de las mayorías y no exclusividad de un proletariado cada vez menos influyente y necesario, pues los robots lo hacen superfluo e inútil económicamente.
Es algo que jamás imaginó Carlos Marx que pudiese ocurrir y que el magnate rubio y reaccionario parece querer revertir.
O eso creen los marxistas hirsutos, fieles a la doctrina que ha dado lugar al dogma ateo imperante durante los últimos 150 años; y que pocos intelectuales se atreven a descalificar, como sí lo hizo el portentoso Jorge Luis Borges, lo cual impidió que recibiese el merecido premio Nobel de Literatura y, también, que desapareciese con la declinación de la ideología que se lo negó por reaccionario.
En el Medio Oriente se está jugando el futuro. (II)
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein
La semana pasada concluíamos diciendo que la nueva situación creada en el Medio Oriente no era alentadora para los intereses de Estados Unidos en la región y que Irán se había consolidado como una potencia regional, así como que la presencia de Rusia había servido como elemento equilibrador que evitaba una imposición hegemónica a favor de los intereses occidentales.
Por el contrario, en el cuadro geopolítico creado, si miramos la situación de manera integral, si consideramos las esferas internacionales, política, económica y energética, la gran perdedora ha sido Arabia Saudita. En Siria, es evidente que el contexto y las tendencias se manifiestan en su contra. El gobierno del presidente Bashar al-Assad ha resistido la agresión y sus fuerzas armadas están prestas a retomar las áreas del país, bajo control de los terroristas, en primera instancia la ciudad de Alepo, capital económica del país. Por su parte el gobierno de Irak, a través de las acciones que está llevando a cabo con sus fuerzas militares propias, el apoyo de Irán y la participación de las milicias chiíes y kurdas, ha recuperado el 80 % de los territorios que había ocupado el Estado Islámico y se prepara para la toma de Mosul, segunda ciudad en importancia del país. En estas circunstancias, la ya deteriorada influencia de Arabia Saudita en la estructura política de Irak, va a quedar absolutamente desplazada, impidiéndole cualquier tipo de participación en el escenario post Estado Islámico.
El fracaso de la maniobra saudita en los mercados internacionales energéticos que demandó y logró bajar el precio del barril del petróleo para debilitar a Irán y Rusia a fin de buscar el cese del apoyo y la participación de estos países en la lucha contra el terrorismo en Siria e Irak, y en específico, la de Irán en Yemen y Bahréin, ha dejado un tremendo déficit presupuestario en todos los países del Golfo aliados de la monarquía saudita y en ella misma. De manera particular, ha sido muy notoria, la resolución del parlamento de Kuwait, que aumentó en un 80% el precio de la gasolina para el comprador minorista, a fin de utilizar tales recursos para cubrir su déficit presupuestario, lo que devino en la renuncia de su gobierno.
En este contexto, Arabia Saudita se vio obligada a aceptar la reducción de la producción petrolera en un tope específico, al mismo tiempo que tuvo que respetar la cantidad de 4 millones de barriles asignados a Irán, lo cual no había aprobado hasta la anterior reunión de la OPEP en Argelia el pasado mes de septiembre. Pero, lo que vino a derramar el vaso de las derrotas sauditas y el fracaso total de su política exterior, es la ley aprobada y ratificada por las dos cámaras del Congreso estadounidense, al aprobar el rechazo al veto que intentaba el presidente Obama, y conceder el derecho a los familiares de las víctimas del 11 de septiembre de 2001 de interponer demandas en cortes de Estados Unidos contra el reino saudita por el apoyo a los supuestos terroristas que perpetraron los atentados, dado que, –según Estados Unidos- 17 de los 19 participantes en los hechos eran ciudadanos de ese país, existiendo incluso indicios no revelados por los tribunales que señalan la vinculación de personeros de la monarquía wahabita en esos funestos acontecimientos.
En otro escenario, vale mencionar que los aliados de Arabia Saudita en el Líbano se quedaron sin alternativas, de cara a las próximas elecciones presidenciales, por lo que están a punto de apoyar al candidato de la organización islámica chií Hezbollah, el ex general Michel Aoun. Estando el Líbano sin ejecutivo desde hace tres años, las fuerzas aliadas de la monarquía saudita llegaron a la conclusión de que, de no realizarse estos comicios que conducirán a la elección de un nuevo presidente, el país podría ir hacia un proceso fundacional constituyente que Hezbollah solicitó hace 4 años, y ante el cual estas fuerzas muy probablemente serían barridas electoralmente, perdiendo importantes espacios de poder que aún hoy ostentan.
Sin embargo, es en Yemen, donde se ha producido el mayor fracaso de Arabia Saudita. Tras 16 meses de haber creado una fuerza multinacional de países árabes, mediante la erogación de una importante cantidad de recursos financieros, para ejecutar las operaciones bélicas en contra del pequeño país del sur de la Península Arábiga y contando con el más sofisticado apoyo militar y de inteligencia de Estados Unidos, destruyeron el país, sin poder lograr un solo objetivo militar o político que no haya sido el asesinato de miles de ciudadanos inermes, con el propósito de hacer rendir a las fuerzas revolucionarias huthies y al ejército yemení, leal al presidente Alí Abdullah Saleh. Por el contrario, la influencia de estas fuerzas, se ha expandido. Su dominio territorial, abarca una zona del centro del país que incluye a la capital Sanaa, las costas del Mar Rojo y el estrecho de Bab el Mandeb, también controlan el noroeste del país. Sus milicias han llegado a incursionar hasta 300 km en la profundidad del territorio saudita que ha sido asediado por la presencia y el fuego directo de las fuerzas militares huthies. Por su parte, el ejército yemení ha lanzado misiles que han alcanzado bases militares y concentraciones bélicas hasta 700 km, en la zona central de Arabia Saudita, produciendo importantes bajas y pérdidas materiales al invasor, llegando a golpear objetivos a poca distancia de la importante ciudad de Taif. Por su parte, los Emiratos Árabes Unidos perdieron el pasado mes de septiembre, un modernísimo y sofisticado navío de guerra que fue alcanzado por los misiles de las fuerzas militares huthies en Bab el Mandeb muriendo 28 soldados.
Por su parte, Estados Unidos anunció su retiro y cese de cooperación con la coalición saudita que ha invadido Yemen. Aunque resulta dudoso, que esta decisión se ejecute en la práctica, con ello busca disuadir las protestas y presiones de ONG´s y del Consejo de DD.HH de la ONU que han denunciado las masacres que se están cometiendo a diario en contra de civiles, sobre todo de niños.
En ese contexto, Estados Unidos informó que navíos de su armada fueron atacados con misiles lanzados desde territorios dominados por las milicias huthies, quienes se apresuraron a negar tales imputaciones. Sin embargo, las fuerzas navales estadounidenses replicaron las acciones, lanzando proyectiles en contra de objetivos en territorio yemení, con lo cual formalmente se ha iniciado su participación directa en el conflicto.
Sin conocer los hechos reales que han ocurrido, esta situación conduce a varias suposiciones, la primera es que de ser falso que los ataques fueran perpetrados por las milicias huthies, estamos ante una nueva falacia creada por Estados Unidos para justificar su involucramiento en el conflicto, como ya va siendo tradicional en su política exterior. Por otro lado, estas acciones podrían ser un anuncio de Irán, a fin de legitimar su presencia en la zona y hacer valer su condición de potencia regional que apoya a las fuerzas chiíes que combaten en Yemen. Finalmente, es dable suponer que Arabia Saudita, utilizando fuerzas yemeníes aliadas atacó a las naves estadounidenses con la intención de impedir la anunciada retirada de Estados Unidos del conflicto y, al contrario, lograr un mayor involucramiento de la potencia norteamericana en el mismo.
Por lo pronto, las elecciones presidenciales de Estados Unidos generan un “compás de espera” en el desarrollo de los acontecimientos en el Medio Oriente. El resultado de los comicios y la decisión sobre quién será el nuevo/a mandatario/a de ese país tendrá un notorio impacto en la región, en particular en el sostenimiento y apoyo de Israel como portaviones de la política de Estados Unidos en la región, en el manejo de las relaciones con sus aliados árabes, en particular en la conducción de la guerra contra el Estado Islámico y las fuerzas terroristas en Irak y sobre todo en Siria y, sobre todo en los acuerdos que se tomen o no con Rusia, un actor primordial, protagónico y que se ha fortalecido en la región.
En el futuro habrá que poner todas las cartas sobre la mesa, El debate no podrá ser solo sobre reformas y participación de la oposición en Siria y Líbano, por el contrario, si la correlación de fuerzas sigue avanzando a favor de Irán, el tema fundamental a discutir tendrá que ser democracia y participación de todas las fuerzas presentes en los conflictos por el poder en Yemen, Bahréin, Irak, Siria o Líbano o la continuidad del conflicto con un frente anti estadounidense y anti saudita mucho más fortalecido y una alianza occidental muy debilitada, a la cual solo le quedará el recurso del escalamiento de la guerra, un mayor nivel de involucramiento en la misma, con todas las consecuencias que ello tendría.
Publicación Barómetro 31-10-16
Los contenidos de los análisis publicados por Barómetro Internacional, son responsabilidad de los autores
Agradecemos la publicación de estos artículos citando esta fuente y solicitamos favor remitir a nuestro correo el Link de la página donde está publicado. Gracias
internacional.barometro@gmail.com
(Resaltado y coloreado por DBP)