COYUNTURA VITAL
Darío Botero Pérez
Estamos viviendo un momento crucial, cuando a cada uno le toca decidir si apoya a los triunfadores del 1% conformado por los sicópatas que aspiran a sostener y prolongar la moribunda Historia, que poco más habrá de durar dada la destrucción acelerada de la biosfera con su consecuente extinción de especies en que están empeñados los consumistas.
Proceden motivados por la crematística. Esta visión azarosa ha degenerado la economía para favorecer a unas oligarquías estafadoras y parásitas, absolutamente ineptas y decadentes, a costa del bienestar de la mayoría de la Humanidad.
Por fortuna, gracias a la dignidad innata a los seres humanos, ahora los decentes despiertan y entienden que nadie nos va a redimir si nosotros mismos no somos capaces de defendernos con inteligencia, dignidad y eficacia, como gente y no como marionetas de politiqueros degenerados y vende patrias que nos humillan y despojan con pleno cinismo y a punta de mentiras, mientras nos desgobiernan y traicionan.
En estas condiciones, los fracasados del 99% honorable preferimos bañarnos en una quebrada de aguas limpias, no intervenida por las bestias inversionistas, en vez de retozar en una piscina sofisticada y debidamente ambientada y clorificada en un hotel de diez estrellas de Dubai o Abu Dabi, mientras cenamos el carísimo último ejemplar de la especie recién extinta por nuestro cocinero.
Los marginados de tal festín somos la mayoría capaz de detener las bestialidades de esos sicópatas desbocados, que nos desprecian, alienan, agreden y manipulan de manera evidente, de modo que quien no lo ve, no lo entiende o no le importa actúa como un idiota redomado o, perversamente, como un verdadero amante apasionado de la fructífera y corriente mentira que nos confronta, condena y anula en aras de los intereses de los politiqueros y sus amos.
Los demás podemos acudir a la Verdad que nos une y libera, restableciendo valores humanos pisoteados por la falaz propiedad privada que despoja a las mayorías en beneficio de los peores seres humanos, los sicópatas que concentran el poder y las riquezas.
Con la Verdad como arma podremos anular el efecto de los enormes y sofisticados arsenales con que los plutócratas bombardean a los pueblos.
Esta aberración, típica de la falsa democracia representativa y propia de los regímenes despóticos, independientemente de las teorías en que se base, es particularmente violenta contra los indignados resueltos a recuperar el poder para los pueblos, que es lo que significa el ejemplar movimiento de la Primavera Árabe, expresado tras el suicidio de Mohamed Bouazizi en Túnez en diciembre de 2010, y cuyos detractores, desde 2011, están exterminando kurdos en Siria, Turquía, Irán e Irak, a un ritmo infernal, Pero dicho genocidio no deja de expresarse en muchas partes más; y no sólo contra los valiosos y ejemplares kurdos, como claramente lo demuestra el destino que les han trazado los sionistas a los palestinos o los politiqueros chilenos a los mapuches.
Sin embargo, las armas al servicio de los enemigos comunes pierden su eficacia cuando la manifestación de las mayorías globales es contundente, simultánea, independiente y multitudinaria; sobre todo porque desde la comodidad de su hogar cada persona puede ejercer su cuota individual de poder aprovechando las ventajas increíbles del Ágora Virtual Global, sin exponer su integridad física a la represión de los sicarios lacayos de los enemigos comunes.
En estas circunstancias, la dignidad tiene forma de expresarse al ofrecer a cada ciudadano la oportunidad de opinar e intervenir, gracias a Internet, en las decisiones comunes, hasta ahora monopolizadas por las cúpulas gobernantes durante los diez mil años de Historia que quienes estamos vivos podemos superar para establecer sociedades planas donde la existencia sea grata para todos.
La decisión, entonces, es tuya y de cada ser humano que se sienta digno.
Unidos podemos lograr cualquier objetivo que nos tracemos.
Hagámoslo antes de que nos frieguen absolutamente, como se apresta a hacerlo Trump aliado a los halcones y dándoles órdenes a los cipayos vende patrias que son incapaces de reivindicar la soberanía de sus naciones pero están dedicados a enriquecerse con negociados vergonzosos, como los denunciados de Odebrecht, de los que presumen en sus aquelarres inspirados en el Club Bilderberg.
¿Quieres seguir tolerándolos; esperas que otros decidan salvarte, o te sientes suficientemente digno como para demostrarlo? ¡Tú verás!