Hombre Pedro, cordial saludo.
Desde luego, lamento lo de la condena tan arbitraria que te han impuesto, por pura persecución ideológica.
Los ofende tu contumacia y quieren quebrantar tu voluntad. Te están aplicando lo que han hecho contra pueblos e individuos algunos de los pensadores que tú apoyas y difundes. Al menos, en el caso de Hitler no hay dudas al respecto.
Sin duda, tus ideas y las de quienes promueves, no son del agrado de mucha gente. Traen recuerdos de épocas y situaciones francamente denigrantes para el ser humano. Pero merecen ser conocidas; y cualquiera tiene derecho a propagarlas, así como cualquiera lo tiene para combatirlas, criticarlas, despreciarlas.
Pero nadie tiene derecho a despreciar o a descalificar o a combatir a los que las practican, siempre y cuando no procedan con sus actos a perjudicar a alguien. En este caso, serían sus delitos, no sus ideas, los que les conllevarían un castigo.
Por absurdas que sean las ideas, los pensamientos, las creencias, los prejuicios, desde que no dañen a quienes no los comparten, tienen derecho a circular.
Por eso es que los mitos religiosos, generalmente absurdos, se toleran, a no ser que lleguen a los extremos sionistas. Estos son violentos y agresivos, y están convencidos de que los sueños de Abraham les dan derechos para expropiar a los palestinos de sus tierras.
Objetivamente actúan como enemigos de la humanidad, lo que exige castigarlos por el beneficio común. Pero de ninguna manera hay que prohibir que difundan sus libros “sagrados” y prediquen sus creencias.
Otros se las criticamos, aunque sabemos que les duele tanto como a los musulmanes que los herejes no respetemos a su profeta, lo cual quieren obligarnos a creer que los autoriza para matar a quien se burle de sus obsesiones, tan pueriles e hilarantes, si no fuesen tan mortales para quienes no creemos en sus santidades.
Ejerciendo nuestros propios derechos inalienables, señalamos sus absurdos y desmesuras, y los consideramos pestes para la vida, por intentar imponer sus creencias; pero no pretendemos que eso les merezca la muerte o que deban abjurar de su fe. Desde que no dañen a nadie, que crean lo que quieran.
Es lo esperado si se es ciudadano de una sociedad que se proclama respetuosa de los Derechos Humanos.
Quien no comparta las ideas ajenas, debe decir por qué, si es intelectualmente honesto y usa su cerebro de adulto con criterio.
Considero que es la única forma legítima de decantar las ideas y establecer los errores que los contradictores suponen hallar en ellas.
Las inquisiciones del nazismo y del fascismo, son tan repudiables como las del comunismo y la iglesia, o las de cualquier dictadura, sobre todo si posa de “democracia”, como sucede con la sociedad española post-franquista.
Supone uno que ya superaron la censura falangista, de modo que serían capaces de afrontar el debate ideológico con altura, sin trampas ni atropellos que los retratan como peores a quienes combaten y persiguen, abusando de su poder.
Por desgracia, los fanatismos suelen inducir esos comportamientos represivos, que nos impiden avanzar en la construcción de espacios de convivencia y respeto. No hay razón para claudicar en las convicciones, desde que no se esté buscando perjudicar a otros o negarles sus propios derechos.
Las discrepancias son resultado y sustento de la riqueza conceptual. También son prueba de la apertura mental que nos permite hallar soluciones a los problemas y forjar una sociedad digna
Claro que las ideas pueden inspirar comportamientos reprobables, como las canalladas de los halcones, los atropellos de los sionistas a la legalidad universal y a los pueblos árabes y palestino; o los abusos de la clerecía católica y su institucionalidad.
Pero no es callándolos sino poniéndolos a hablar como podemos identificar las barbaridades con las cuales justifican sus crímenes, de modo que haya forma de desenmascararlos y refutar sus infundios.
Es algo lógico y natural en cualquier sociedad libre e igualitaria. No obstante, como la existencia de éstas apenas es teórica hasta ahora, podemos concluir que el derecho a pensar sigue siendo un sueño para las mayorías en las sociedades jerárquicas y autoritarias que han imperado en la Historia, por “democráticas” que se auto consideren
El combate ideológico es sano, y quien lo limite o prohíba está cometiendo un abuso de hecho, naturalmente peor que la exposición de las ideas más nocivas.
Lamento tu situación. Espero que no estés detenido, pero es lo que supone uno que ocurre cuando lo condenan, aunque en Colombia los presos privilegiados deambulan por todo el país. Quizás tu caso sea algo así. Cuéntame.
Te ofrezco disculpas por retardar tanto mi respuesta, pero apenas recientemente leí tu correo.
Si me autorizas, me gustaría difundir tu mensaje y mi respuesta entre mis contactos, pues es nutritivo, para avanzar en la construcción de nuestro destino común, conocer todas las opiniones y tener la oportunidad de evaluarlas, criticarlas, mejorarlas, rechazarlas o defenderlas, libremente.
Ahora que hay tanto alboroto con los presos de conciencia en Cuba, tu caso merece ser conocido y considerado un atropello de estirpe similar.
Desde luego, hay ideologías que se oponen al libre examen, pero las personas sensatas tienen el deber de revisarlas y cuestionarlas; aunque nadie tiene el derecho a censurarlas, ocultarlas o perseguir a quienes las comparten.
En cambio, sí hay derecho a combatir y denunciar a quienes las practican perjudicando a terceros. Y si el perjuicio es cierto, sus ideólogos pueden adquirir alguna responsabilidad penal. Pero eso lo determina una legislación clara y preexistente, no los prejuicios o las ambiciones de un juez.
Aprecio que tu arbitraria detención sirva para tratar estos temas espinosos, que suelen enfrentar a las personas poco firmes mentalmente.
Felicidades por tu reciedumbre. Consérvala. Recuerda que las almas no pueden ser encarceladas; que el espíritu es libre, y que tú has sido fiel a tus principios y, como cualquier persona, tienes suficiente valor como para merecer respeto de tus contradictores y, muy posiblemente, admiración de quienes comparten tus ideas.
Es eso lo que les molesta a quienes no están en capacidad de confrontarte pero disponen del poder para callarte. ¡Que frágil es una democracia que tiene que silenciar a sus opositores porque no es capaz de refutarlos con argumentos!
Y son bastantes, de modo que pululan los despotismos teocráticos, como el ilegítimo de Irán, tanto como los laicos totalitarios tipo Corea del Norte; o los abiertamente mafiosos y criminales, como los de Colombia y Afganistán, el par de socios narcotraficantes del imperio usano.
Recibe mi solidaridad, apreciado pro nazi. Apoyo tu derecho a pensar distinto y a difundir las ideas que compartes, aunque yo combata, critique y hasta tilde de ridículas muchas de ellas.
En eso consisten las libertades de pensamiento, expresión y difusión de las ideas, que tú también ejerces y te está costando la libertad en un país que se considera modelo de democracia pero sigue siendo una monarquía apegada a la autocracia y con ambiciones imperialistas, como lo prueba el hecho de considerarse con derecho a exigirles explicaciones a gobiernos soberanos cual si se tratase de cipayos o virreyes.
Ciertamente, es deprimente que se atrevan a ordenar la quema de libros. ¿Será alguna exageración tuya? Conviene que me lo confirmes y, ojalá, que adquieras un testimonio gráfico de tan increíble canallada. Con todo gusto lo difundiré.
Felicidades y ánimos. La civilización te reivindica y condena a tus jueces.
Atentamente,
Darío Botero Pérez
PD. Espero tu autorización para difundir este alegato sobre la libertad de pensamiento. Suerte, DBP
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