SUPERVIVENCIA COLECTIVA
Darío Botero Pérez
// Lucha por sobrevivir
// Prudencia heroica
// Oportunidad histórica única
// Hecatombe total en curso
// La cruda Verdad
// Hora de la gente
// Lucha por sobrevivir
Ser prudente al actuar requiere evaluar los riesgos y las probabilidades de éxito, para no ir en desventaja. Igualmente, exige identificar las ventajas de actuar, tanto como las de no hacerlo, en la oportunidad debida. También aconseja estimar los beneficios, los perjuicios, la repercusión y los costos que acarrée la decisión, sea cual sea ésta.
Esta actitud prudente descarta la cobardía que permite, eventualmente, no perder muy pronto la vida, lo cual se lograría renunciando a vivirla plenamente, sometiéndose sin condiciones a los dirigentes, de todo orden, que se nos impongan.
O sea, renunciando a derechos que nos pertenecen por el simple y maravilloso hecho de existir; pero que los sicópatas disfrutan arrebatándonoslos, concentrando y derrochando riquezas que serían de todos, y no sólo de los humanos ni, mucho menos, de los sicópatas que degeneran a nuestra especie, convirtiéndola en el azote de todas las expresiones de la Vida, con la excusa económica que concentra en los plutócratas sicópatas la riqueza y el poder.
Pero la Naturaleza, de la que los desalmados abusivamente extraen riquezas preciosas e irremplazables, nadie tiene derecho a destruirla, pues es Madre generosa para todas las especies pero no pertenece a ninguna en particular, como creen los abrahámicos.
Sin embargo, necesitamos sus regalos para adelantar procesos productivos artificiales, esto es, inventados por el hombre con la ilusión de que sean capaces de suministrar bienes de consumo suficientes para satisfacer los apetitos de cada uno de nosotros. Esto debería ser así si los poderosos criminales de cuello blanco, que han subyugado y expropiado a las mayorías durante los últimos diez mil años, no se apropiasen legalmente de lo que nos pertenece a todos.
Por eso, aunque el respeto a la ley es una conquista de la civilización que no conviene desechar, es absurdo respetar a los criminales de alto vuelo y los privilegios que se arrogan sobre los demás, imponiendo su legislación plutocrática, que sustenta y protege sus instituciones, piramidales e inicuas, pues es esencialmente ilegítima e inaceptable por la gente decente.
Estas convenciones, bien usadas por los ciudadanos globales, son altamente civilizadoras y convenientes para establecer una convivencia positiva basada en reglas claras, previamente admitidas por el individuo, que debe entenderlas y tiene derecho a intervenir en su aprobación colectiva.
Pero las convenciones existentes no son nada civilizadoras, ni civilizadas, en las sociedades piramidales, porque las élites degeneran su esencia, en su beneficio y contra los demás.
La razón es que las leyes espurias establecidas para todos los subyugados por los enemigos comunes, a éstos les permiten, justifican y legitiman -al menos para los más cobardes e indignos- concentrar las riquezas y el poder en las manos de los peores sicópatas.
Como ya es bastante conocido, se trata de farsantes absolutos a quienes no les faltan admiradores y devotos entre la gentuza cobarde y perversa, resentida y fanática, que respeta, adula, defiende, imita, obedece y sigue a individuos como Trump, Hítler, Putin, Bashar al Assad, los Gadafis, Erdogan o Álvaro Uribe Vélez, el vitando gurú colombiano que sigue disfrutando de libertad y respeto a pesar de sus crímenes abominables e innegables, jamás admitidos por él o por sus delictivas huestes de emergentes (narcotraficantes de derecha) y de latifundistas desalmados.
Son energúmenos de alto vuelo, capaces de hacer lo que sea para mantener sus prerrogativas de gamonales, incluyendo el patrocinio, la organización y la financiación de las bandas genocidas conformadas por esos emergentes.
Estos personajes figuran entre tanto sicópata indeseable que corrompe a la especie humana y destruye la biosfera; de modo que estamos obligados a vencerlos y castigarlos lo más pronto posible, en todo el Mundo.
Ellos lo saben. Por eso asumieron directamente el gobierno de la metrópolis, en vez de delegarlo en arribistas como Hillary Clinton. Se afanan en desatar la hecatombe definitiva, que sólo las personas dignas de ese 99% pisoteado podemos evitar, pero si actuamos ya...
// Prudencia heroica
Desde luego, durante la vigencia de la Historia, la imposibilidad para sobrevivir desafiando abiertamente las reglas impuestas por los déspotas, incluida la obligación, para las mayorías, de rendirles pleitesía y obedecer sin reparos sus caprichos, ha permitido -y hasta exigido- que la cobardía y la prudencia se confundan.
Esta aparente renuncia a una vida plena parte de reconocer la imposibilidad de lograrla para las mayorías en las circunstancias históricas propias de la generación a la que se pertenecería, que conllevaría sus peligros y desafíos propios, a veces definitivos para la supervivencia de la especie.
Dicho reconocimiento histórico -muy diferente en la actualidad, cuando es indispensable actuar multitudinaria y contundentemente contra los plutócratas-, exige gran ecuanimidad y sabiduría, para no caer en el arrojo desatinado condenado al fracaso, cuya consecuencia puede afectar catastróficamente a toda la Humanidad.
Tal sacrificio personal ha sido el aporte de quienes se han visto sometidos a situaciones de exterminio deliberado, sin poseer los medios que proporcionan la fuerza para enfrentarlas con esperanzas racionales de superarlas; o sea, contando con alguna probabilidad de éxito que justifique el riesgo.