“Vivamos los latinoamericanos”
Darío Botero Pérez
La Alianza del Pacífico lleva cuatro años de existencia, según dijo Enrique Peña Nieto en Cali, el 30 de junio de 2017, reiterando que los cuatro países que la crearon, México, Colombia, Perú y Chile, creen en el libre comercio.
Respecto a éste, no dejó de reconocer su capacidad para crear empleo, en la medida en que los inversionistas se interesan en arriesgar sus capitales invirtiendo en nuestros países.
Al menos, sería empleo remunerado, contabilizable en las cuentas nacionales capitalistas. Pero esos nuevos empleados de la inversión extranjera no surgen de la nada: han sobrevivido al margen del mercado oficial, cuando disponen de tierras propias o son contratados para trabajarlas por quienes las posean.
Los propietarios son los menos, de modo que el problema agrario -que impulsó la formación de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y el ELN (Ejército de Liberación Nacional), entre otras guerrillas en Colombia, o el surgimiento del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) en México- sigue creciendo ahí, cada vez más grave, pues a las tensiones por la posesión de la tierra por agentes nacionales, en particular latifundistas convencidos de que son propietarios por derecho genético propio, se agrega la presión intensa del agro negociado promovido por David Rothschild y sus émulos, a quienes no les interesa poseerla sino desgarrarla e inutilizarla.
Lo vienen haciendo por todo el mundo con atentados tan nefastos como su explotación intensiva de extensos monocultivos de palma de aceite, mediante fertilizantes químicos y venenos insecticidas, herbicidas y homicidas.
Y anhelan hacerlo en las preciosas reservas colombianas aún conservadas, para lo cual esperan asociarse con los campesinos que resulten propietarios de baldíos como resultado de los acuerdos de paz con las FARC.
No obstante, la agresión de las industrias extractivas es peor, más intensa y de mayor capacidad destructiva, irreparable y mortal, pues saquea toda clase de ecosistemas, convirtiendo edenes en eriales a ritmo infernal.
Semejante crimen imperdonable lo vienen cometiendo contra la portentosa Amazonía, atacada por las multinacionales en todos los países gobernados por cipayos, enemigos de los pueblos y la Vida a cambio de migajas o coimas, como las recibidas de Odebrecht o de las petroleras o de las grandes trasnacionales mineras.
En Colombia -país arrodillado, confiable y, por tanto, considerado de reserva por el Imperialismo, que prefirió saquear antes otros menos lacayos-, la voracidad depredadora ahora está desatada con toda clase de garantías para las multinacionales, autorizadas a desmantelar y agotar lo que se les antoje para que el PIB crezca.
Así lo ha venido haciendo, creciendo junto a las ganancias de los expropiadores, gracias al aumento de las exportaciones de productos primarios, como el carbón, el ferro-níquel, el coltán, la fauna, la exótica flora, las maderas, el oro y las piedras preciosas.
Paralelamente, con notable previsión arrasadora, insisten en entregarles a las decadentes y anacrónicas compañías petroleras todo el territorio, para que extraigan gas y petróleo a lo loco.
No les importa que se logre a costa de la diversidad biológica y paisajística. De la misma manera los tienen sin cuidado los atropellos contra los nacionales no aliados a los potentados, cuyos derechos son ignorados y violados, sin contemplaciones para las víctimas ni consecuencias para los violadores.
Pero se trata de hechos que suceden intensamente desde la dictadura de Álvaro Uribe Vélez, aunque con Juan Manuel Santos se ha ampliado y fortalecido el saqueo inmisericorde y acelerado del territorio, con su paralelo despojo y desencuadernamiento de las comunidades autóctonas, deliberadamente desmanteladas, expropiadas y desplazadas.
Igualmente han continuado los crímenes impunes contra los ciudadanos dignos, conllevando serios peligros para la convivencia en paz de las comunidades, entregadas al control de las mafias de bandidos comunes que se encargan de mantenerlas amedrentadas y alejadas de la política, tratando de salvar la vida y los bienes, porque la policía, acatando las instrucciones de los politiqueros, no los protege.
Más bien, las autoridades y sus amigotes se alían a los delincuentes que atormentan a los desamparados, evitando que reflexionen y reaccionen de manera multitudinaria y democrática, pues saben que el poder del pueblo es invencible, de modo que hay que mantenerlo entretenido en asuntos cotidianos que les demanden atención o distraigan incruentamente a los ciudadanos del montón, como los deportes y las telenovelas.
Sin embargo, históricamente, la exclusión y represión de las mayorías por las clases dominantes actuando como una unidad que desistió de las guerras civiles partidistas que nos agobiaron durante el siglo 19, y cuyos estertores últimos se dieron durante la violencia de los cincuenta del siglo 20, provienen desde el inicio del Frente Nacional.
Este pacto entre oligarcas le dio oficialmente fin a ese último conflicto entre liberales y conservadores, pero su arbitrariedad dio origen a las guerrillas clasistas, tan calumniadas pero ejemplarmente combativas como pueblo alzado en armas para defender sus derechos políticos y no para enriquecer capos, como lo hacen las derechas narcotraficantes.
Ambos vende patria, el tradicional y el emergente, promotores y autores de los falsos positivos, defienden y han establecido abusivamente la apertura incondicional del mercado interno, tanto como la entrega de los recursos propios, que pertenecerían a la nación pero jamás a los gobernantes que los negocian con las trasnacionales, aunque su administración, protección y defensa corresponden al Estado que representan tales vende patria.
Semejante canallada, anticonstitucional, imperdonable y mortal, ha sido legalizada por los tratados de libre comercio que el régimen uribista-santista, absolutamente arrodillado al Neoliberalismo, ha incentivado de manera criminal, escandalosa, intolerable para la gente decente y sensible, causando daños mortales a la pequeña y mediana industria, como bien claro lo dejó el sector de auto partes a raíz del tratado con Corea del Sur que, de todos modos, fue impuesto.
Una de sus aterradoras consecuencias trascendentales ha sido el arrasamiento de preciosas selvas, como en el Chocó, cuyos recursos naturales han protegido durante cientos de años los nativos y los cimarrones negros respetuosos de la Naturaleza, pero que ahora sufren una ofensiva aterradora, que tiende a convertir la región en otra zona minera como la explotada por Mineros S.A. en el noreste antioqueño, con consecuencias letales.
En Colombia, actualmente la agresión mortal al Medio Ambiente sucede de manera consolidada e intensa. Aprovecha la apertura incondicional a las trasnacionales saqueadoras y ruinosas, que desvergonzada y “abiertamente” impuso César Gaviria Trujillo (1990-94), con la oposición honrosa del “bojote” Ernesto Samper Pizano, ministro suyo y presidente después, de 1994 a 1998, quien, como oligarca demócrata representativo, terminó de secretario de UNASUR hasta 2017.
Actualmente, la mortal ofensiva contra la Vida y la biosfera ha sido legalizada supra constitucionalmente (sobre o por encima de la Constitución) mediante los tratados de libre comercio que el régimen uribista-santista, absolutamente arrodillado al Neoliberalismo, ha incentivado de manera criminal, escandalosa, intolerable para la gente decente y sensible, arrasando con preciosas selvas, invaluables ecosistemas y valiosas tradiciones y prácticas productivas decentes, despreciadas por el capitalismo.
Así lo están haciendo en el Chocó, hay que repetirlo, pues la amenaza nos afecta a todos dado el carácter estratégico climático ambiental del departamento completo, cuyo arrasamiento sería una catástrofe total para la biosfera, la Vida y la Humanidad.
Pero esos recursos naturales -protegidos durante cientos de años por los nativos y los cimarrones negros respetuosos de la Naturaleza, lo cual hay que recalcar, reconocer y defender reiteradamente, hasta vencer a las transnacionales-, ahora sufren una ofensiva aterradora mediante la deforestación acelerada de la manigua con motosierras que funcionan día y noche, sin interrupción.
En los descampados, pronto se cultivan coca y amapola, pues su rentabilidad depende de su clandestinidad, obligada por la arbitraria ilegalización, que convierte en delito lo que es una tendencia natural para muchos seres humanos, amantes de la lúdica.
Esta disposición amable despierta la envidia persecutoria de los amargados, que sólo reciben placer del dinero, humillando a quienes no lo poseen en cantidades suficientes para despertar admiración o celos, o para correr el riesgo de ser robados o secuestrados, por los bandidos protegidos por el régimen o por revolucionarios que lo combaten y persiguen a sus fichas.
Se trata de un macabro juego entre policías y ladrones, que mantiene en vilo a los ciudadanos indefensos. Pero ninguno de los bandos gana, pues se necesitan para justificarse mutuamente ante los incautos.
Otros consumidores de alucinógenos buscan experiencias trascendentales, que obtienen los humanos atrevidos desde tiempos inmemoriales, pero que los nuevos inquisidores -para mantener la alta rentabilidad del sucio negociado- pretenden satanizar, demonizar, prohibir y hasta curar a quienes las disfrutan, así no se consideren enfermos sino místicos o cosas por el estilo.
Pero esta última pretensión no es posible que alcance el éxito cuando se trata de algo tan genético, personal e íntimo como el género, ahora tolerado en cada vez más países civilizados.
Son los mismos países avanzados que toleran a los narco dependientes, pues admiten que tienen pleno derecho a consumir lo que deseen, desde que no perjudiquen objetivamente a nadie.
Pero nadie lo tiene a reprimirlos o afrentarlos, ni a excluirlos y discriminarlos a ellos; mucho menos a matarlos, como lo hace la bestia que gobierna a Filipinas, el asesino confeso, Rodrigo Duterte, tan homicida como Santos, Uribe, Trump o Peña Nieto.
Simultáneamente, la agresión a la selva y sus especies vivas tiende a convertir la región en otra zona depredada y sin futuro, como la explotada por Mineros S.A. en el noreste antioqueño, desde hace años, con consecuencias letales evidentes, que no trasnochan a los vende patrias pero agobian al pueblo, deteriorando la salud de miles de personas abandonadas por los vende patria, que las dejan morir sin asumir ninguna responsabilidad, aunque les cabe toda.
Hasta la sagrada Serranía de la Macarena, el tesoro del Mundo, está en la mira de tales criminales potentados, que apoyan entusiastas la retirada de las FARC-EP de tan preciosos territorios, ahora asignados a las petroleras para que exploren y extraigan oro negro, lo cual impide y retrasa, a propósito, la adopción de fuentes de energía limpias.
Se trata de la misma lógica o sin razón, o razón del bolsillo, billetera o faltriquera, que lleva al converso a impedir y hasta prohibir la importación y producción de motos eléctricas.
Así contribuye al deterioro creciente del Medio Ambiente, pese a que reconoce el horror de lo que llaman “cambio climático”, siguiendo la oportunista desviación de Al Gore al aterrador saqueo, despiadado e irrecuperable, de la biosfera, en que vienen empeñadas las trasnacionales tránsfugas desde hace varios años, causando daños que ya tenemos la obligación de detener, a la mayor brevedad, antes de que la bestia rubia nos embarque en la guerra mundial, lo cual cambiaría las prioridades y desbarataría la incipiente pero poderosa Democracia Directa con que tenemos que vencerlos ya. ¡Y ya es ya!
A los vende patria, el gobierno de Juan Manuel, el flamante premio de paz 2016, los representa nítidamente.
Al negarse a popularizar el uso de energías limpias, mientras siguen embalsando ríos e impidiendo la reproducción de los peces, como en Hidroituango, que bien pudo llenarse de paneles solares que permitían seguir cultivando alimentos, y no con agua que reduce la frontera agrícola, entre tatos más daños enormes causados al entorno, demuestran -con hechos indiscutibles que los delatan abiertamente, pero que insisten en negar con sus sibilinos discursos o por su ignorancia rampante- que no les importa que las motocicletas y demás vehículos rodantes que funcionan con combustibles fósiles o con agro combustibles, nos están matando a los medellinenses con su contaminación del aire que respiramos, por ejemplo.
Este crimen ambiental, ya sentido por la gente, también fumigada reiteradamente por los misteriosos chemtrails, ocurre ante la impotencia paisa, que reverencia al gurú de Salgar, tan comprometido, desde joven, con la implantación del Neoliberalismo en nuestra patria y en la región latinoamericana.
Al fin y al cabo, se trata del reconocido senador estrella que logró la aprobación de la ley 100 de 1993, después de haber negociado los predios para construir la pionera represa del Peñol-Guatapé, anegando los terrenos donde se ahogaron siete personas en junio de 2017.
Es el mismo domador de caballos y manipulador de gente que ha tenido el honor de figurar en la lista Clinton como socio de Pablo Escobar Gaviria, quien le facilitó su helicóptero para ir a la finca donde las FARC mataron a su padre.
Este trágico hecho sucedió cuando era alcalde de Medellín, nombrado por el humanista pecador, Belisario Betancur Cuartas, quien, desde joven, logró el mecenazgo del prócer conservador y conocido comerciante antioqueño, Navarro Ospina.
Pero el reconocido humanista falangista, nacido en Amagá, ya tiene como cien años y todavía debe las muertes de los obreros de Santa Bárbara y de los altos magistrados del Palacio de Justicia, y hasta las causadas por el deshielo del Nevado del Ruiz, el 13 de noviembre de 1985, siete días después del aterrador y salvaje holocausto de los jueces, propiciado por el general Miguel Vega Uribe, financiado por Pablo Emilio, y ejecutado por el yerno de aquel, Alfonso Plazas Vega, entonces coronel en ejercicio.
Este patriota armado, para salir de los indeseables guerrilleros no dudó en asesinar a los jueces en defensa de la democracia representativa, representada por los instigadores del aterrador crimen de lesa humanidad, al que el M-19 se prestó con gusto e irresponsabilidad, creyendo que iba a protagonizar otro espectáculo mundial exitoso, como el de la toma de la embajada de la República Dominicana en 1980, resuelto por Julio César Turbay Ayala con alta diplomacia, lo cual lo dignificó.
Con la privatización del sistema sanitario público y el semipúblico, Uribe Vélez convirtió el cuidado, la protección y el restablecimiento de la salud de los asociados, una responsabilidad fundamental del Estado, en un rentable y letal negocio privado, que atenta contra la salud en vez de protegerla.
Los nuevos amos del sistema, pícaros innatos, vivos decididos a vivir de los abundantes bobos, aducen que no son monjitas de la caridad ni les atrae sacrificarse por los demás, como sí lo hace, por vocación noble y altruismo auténtico, el personal sanitario de médicos y enfermeras, víctimas permanentes de tal oprobio intolerable.
Hemos caído en manos de viles e inescrupulosos negociantes, que causan muertes por montones dejando excelentes rendimientos a los intermediarios, cuya negligencia no se castiga sino que garantiza su alta rentabilidad privada y su pésima rentabilidad social.
De ésta da cuenta el famoso “paseo de la muerte”, que señala el hecho de que un enfermo grave va de IPS en IPS hasta que se muere, pues en ninguna lo atienden porque las EPS se roban los fondos que deberían destinar a pagar los servicios heredados de los vendepatria, ahora prestados por las IPS. ¡Qué jergas!
Mucho menos le van a suministrar las drogas y los tratamientos que ahora escasean en Venezuela y tanto escandalizan a la opinión internacional de los medios al servicio del régimen, tan complacientes con el golpe de Estado protagonizado en Brasil por mafias inescrupulosas, mucho peores que los chavistas arribistas.
El motivo de tales discriminaciones -odiosas e infundadas en términos comparativos- es que los sicópatas plutócratas están decididos a que en Venezuela la confrontación social se convierta en una guerra civil.
Les urge que el foco bélico, requerido para ampliar y agravar esa tercera guerra mundial en curso, iniciada el 11-S de 2001 por el sicópata fronterizo, petrolero y republicano, George W. Bush, se replique en la región.
También les urge rescatar el control incondicional de las riquezas del país hermano, cuyo propios vende patrias se esmeran por servirles a los enemigos comunes como lo ordenen o sugieran.
Ya que el FMI y el Banco Mundial están tan desacreditados, proceden a través de la OCDE, por ejemplo, como está ocurriendo en Colombia gracias a los malos manejos del vende patria mayor del momento, Juan Manuel Santos Calderón.
Sin embargo, lo cierto es que en Colombia -donde los niños mueren de hambre como algo normal, la población desplazada está en el segundo lugar mundial, y matan desechables por deporte, y desplazados, a cambio de premios militares, con plena impunidad para sus autores, que empiezan en el presidente- llevamos muchos años en una situación peor que la que vive Venezuela ahora, asediada por las multinacionales enemigas de cualquier régimen populista que les impida saquear a su gusto, pero aliadas de dictaduras tan aterradoras como la de Arabia Saudita, recientemente bendecida por Donald J. Trump, para decepción del peligroso sionista genocida, Benjamín Netanyahu.
Desde luego, con la victoria del Neoliberalismo fueron arrasadas y desnacionalizadas tanto la agricultura tradicional -que nos garantizaba la independencia alimentaria, base de cualquier soberanía nacional-, como la industria propia, realmente pujante pese a los librecambistas que prefieren el saqueo de los recursos naturales para enriquecerse rápidamente, y lo están haciendo a la vista de todos.
Proceden a propósito, forzando la ruina, la venta o el desmantelamiento de nuestras empresas insignia, cuyo personal hoy está dedicado a la maquila, de modo que el sindicalismo desapareció del sector privado, apuntalando la hegemonía de las multinacionales.
Las que sobrevivieron a la ofensiva arrasadora del Neoliberalismo globalista, como Coltabaco o Bavaria, las adquirieron inversionistas extranjeros.
Esta disposición de prostituta pobre alimenta esos tratados de libre comercio, cuyo propósito explícito -pero maquillado, edulcorado y desdibujado al presentar tales pactos leoninos como signo, instrumento y vía de progreso- es el saqueo de la Naturaleza, que está acabando con la Vida aceleradamente, en la patria y el Mundo entero.
Se trata de algo enormemente grave. Y no lo podemos tolerar ni ignorar ni perdonar, si conservamos algo de dignidad y sentido común, o, al menos, el elemental y poderoso instinto de conservación.
Recalcando la locura ecocida dominante, a los vende patria no les importa que las motos y demás vehículos que funcionan con combustibles fósiles o con agro combustibles, como ya se anotó, están matando a los medellinenses ante la impotencia paisa, que reverencia al gurú de Salgar, tan comprometido desde joven con la implantación del Neoliberalismo en nuestra patria y en la región latinoamericana.
Sabemos que agenció en el Congreso colombiano, con la ayuda del helicopterizado Juan Luis Londoño de la Cuesta, la ley 100 de 1993, copiada de la de Chile, que les fue impuesta por el Consenso de Washington a las neoliberocolonias, aunque aún los Institutos de Seguros Sociales, inspirados en las recetas saludables de la CEPAL, se conservan en algunos países centroamericanos, sobre los que pende la misma espada de Damocles.
Todos están sometidos a la misma campaña de descrédito que, finalmente, por obra del chalán macabro, dio al traste con el ISS en Colombia, fuertemente atacado desde el gobierno de Alfonso López Michelsen, hasta el punto de que todos sus empleados se vieron obligados a declarar una huelga nacional ejemplar, en 1976, que contó con el apoyo popular e impidió, en esa ocasión, su privatización y despojo por parte del gobierno ladrón.
O sea, todas las neoliberocolonias están condenados a convertir la salud pública en un rentable y letal negocio privado que, objetiva y sistemáticamente, atenta contra la salud y causa muertes por montones, aunque dejando excelentes rendimientos a los intermediarios.
Semejantes resultados inhumamos obedecen a su perversa negligencia en la atención a los enfermos, manifiesta en las limitaciones en medicamentos y tratamientos, que suelen negarse, si es que el médico se atreve a recetarlos, arriesgando su estabilidad laboral.
Es una práctica común que obliga al paciente a acudir -muchas veces orientado y animado por el médico responsable, que sabe la importancia de la atención adecuada- a la Acción de Tutela para que la justicia, amparando el derecho fundamental a la salud, obligue a cumplir sus compromisos contractuales a los particulares.
Se trata de astutos y desalmados vampiros que suplantan al Estado contra los intereses de los ciudadanos, aplicando las recetas Neoliberales en beneficio de las transnacionales y los negociantes de la muerte.
Eluden cumplir sus deberes, retardando artificial y mortalmente la indispensable atención oportuna del enfermo, porque sus desvíos de fondos públicos no se castigan sino que garantizan la alta rentabilidad privada y la pésima rentabilidad social de la salud, convertida en negociado.
Como se los indica su naturaleza de sicópatas, y les parece normal y hasta meritorio, vilmente han enfocado, asumido y tratado el noble servicio y la sublime misión de los mejores apóstoles del bienestar humano, los más apreciados y respetados por su prójimo doliente, pues los triunfadores consideran que el valor sublime es el dinero.
Por eso desprecian tan olímpicamente la salud, el bienestar y las vidas ajenas, de modo que disfrutan enviando muchachos a matar musulmanes, como Santos ofreciendo contingentes a la OTAN, para asesinar sirios o morir como sus víctimas, cándidas y metiches, donde nada tendrían que ir a hacer si fuesen dueños de sus vidas en vez de marionetas de los vende patrias que desgobiernan los pueblos en beneficio de los enemigos comunes.
Pero las vidas de los Trump sí son preciosas, dependen del tamaño de sus capitales, que suele ser tan reducido en manos de las mayorías.
En consecuencia, los colombianos, como típicas víctimas del Neoliberalismo y el consumismo -excluyentes de las mayorías pero letales para todos-, llevamos muchos años en una situación peor que la que vive Venezuela ahora, asediada por las multinacionales enemigas de cualquier régimen populista que les impida saquear a su gusto.
Esta realidad global indica que es indispensable detener y castigar, ya mismo, a los promotores del destre mundial en curso.
Pero sólo lo podremos conseguir haciéndolo como parte de la indispensable revolución democrática multitudinaria y global que detenga la agresión mundial de los sicópatas plutócratas, todos tan canallas como Trump, aunque exhiban ideologías diferentes y hasta supuestamente antagónicas.
“Necesitamos crecer más, necesitamos desarrollarnos más”, agregó, en el vergonzoso foro, PPK (Pedro Pablo Kuczynski), la más reciente ficha del clan de sátrapas depredadores y vende patrias, feliz porque pronto se unirán, en calidad de asociados a la Alianza del Pacífico, cuatro países de gran éxito económico: Canadá, experta en minería, Singapur, Nueva Zelandia (sic) y Australia, en un estrafalario esfuerzo de miserables por revivir el APEC o Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico, con que ilusionaron a la Humanidad tras la caída del bloque socialista a fines del siglo 20.
Fue creado en 1989 para poner al servicio y abuso de las transnacionales las riquezas naturales de los países de la enorme y rica cuenca del Pacífico. Alcanzó a tener 21 países miembros, incluyendo a los fundadores del nuevo intento clonado, del cual sólo Colombia sería una novedad.
Pero la codicia de los inversionistas conllevó que fracasaran sus planes expansionistas, que incluían la asociación con la decaída ALAC, en 2005, la cual murió prematuramente gracias a la unidad independiente latinoamericana, promovida por Hugo Chávez y acogida por los llamados gobiernos de izquierda.
La superexplotación de los dragones y los tigres asiáticos -como denominaron a los países emergentes que se montaron en el desarrollo depredador, impuesto por el Neoliberalismo al mundo entero- afectó gravemente el Medio Ambiente, hasta dejar sin su hábitat natural a los gorilas de Borneo y Sumatra, en Indonesia, porque sus selvas las han arrasado para dedicarlas al cultivo de palma de aceite.
Es lo mismo que están haciendo en nuestros países, y es patético y doloroso en el virginal Chocó, cada vez más estuprado o violado o abusado. No podemos dejar de repetirlo hasta impedirlo,
Para 1997, la crisis financiera y de superproducción estalló, obligando al previsivo y generoso FMI (Fondo Monetario Internacional) a endeudar inmensamente a los países asiáticos, a cambio de la entrega incondicional de sus recursos a las multinacionales privadas del gran capital financiero mundial.
Como “no hay mal que por bien no venga”, la tragedia del lejano oriente desaceleró la aplicación en Latinoamérica de la carrera ecocida global, que ahora pretenden revitalizar los cuatro sátrapas de la región buscando reforzar el saqueo de nuestros frágiles, irremplazables, preciosos y cada vez más escasos recursos naturales.
No les importa, en absoluto, aunque no dudarán en afirmar que sí, que ya están bastante reducidos, deteriorados y amenazados, por obra de las inversiones favorecidas por los tratados de libre comercio, que asumieron el papel depredador del APEC, ampliado en los planes pero fracasado en la realidad.
La novedad es que ahora, figurando como creadora, lo integra Colombia, que se une a los tres viejos socios latinos del APEC, Perú, México y Chile.
Los cuatro sirvientes del gran capital, abusando de la amnesia que fomentan en las masas mediante su demagogia, con su Alianza del Pacífico posan de creadores del remasterizado propósito depredador y suicida, el fracasado y macabro APEC.
Se ufanan de su traición cuando la emergencia ambiental es prioritaria y exige detener inmediatamente todas las agresiones a la biosfera, que ya no las soporta, de modo que la Vida se extingue aceleradamente, a la vista de todos, pero sólo los ciudadanos indignados y resueltos podremos impedirlo o, al menos, detener a los criminales que se obsesionan con precipitar el Fin del Mundo.
“Vivamos los latinoamericanos”, es la retórica consigna final del predispuesto peruano, educado en USA y sátrapa incondicional de Washington, tratando de convertir el crimen de esta nueva banda de los cuatro en algo meritorio, digno de aplauso por los depredados.
Pero ese buen propósito del PPK:
¿Cómo lo lograremos si las corporaciones que invierten, destruyen el medio ambiente que nos ha permitido sobrevivir durante cientos y miles de años?
¿Cómo será posible acabando con la diversidad que los mineros, madereros, pescadores industriales, agro negociantes, saqueadores de la Naturaleza y demás inversionistas, detestan y acaban en cuestión de dos o tres años?
¿O si lo explotan con exclusividad mientras haya algo por extraer en condiciones de alta rentabilidad, como en Cerromatoso y el Cerrejón, asolados por los inversionistas extranjeros?
¿O como en el Bagre y Nechí, donde la empresa Mineros S. A. dispone de cinco dragas mecánicas y cinco de succión que excavan 72.000 m3 de material granítico cada día para producir 100.000 onzas de oro al año, lo cual, a 1.268.80 dólares por onza, equivale a 126’880.000 dólares por 365 días de destrucción ambiental irreparable?
Por menos de 127 millones de dólares anuales han convertido 8.485 km2 de seis municipios (Bagre, Nechí, Zaragoza, Caucasia, Cáceres y Tarazá) y las cuencas de dos grandes ríos, el Cauca y el Nechí, en “la zona más contaminada del planeta, y sus ríos ocupan el tercer lugar en la escala de contaminación del mundo. El mercurio librado por la Compañía Mineros S.A., es transportado por estos dos grandes ríos, por lo que ha dañado la dinámica de los humedales, y envenenado regiones próximas, como La Mojana, una de las zonas más ricas en peces y cultivos de arroz en el país... A este ritmo de exterminio químico, Mineros S.A. en corto tiempo acabaría el 78% de las especies presentes en el país...” (Cfr. Ramón Alcides Ávila Peralta, “Mineros S.A.: nefasto y amargo legado para Nechí”, periódico Periferia No.129, junio-julio 207, p. 16)
¿Cómo podemos creerles a los sátrapas felices, que engordan sus fortunas entregando lo que no le pertenece a nadie, pues está a disposición de la Vida en general pero de ninguna especie en particular, pese a las bestialidades abrahámicas que matan sin piedad y destruyen con pasión, enceguecidos por la codicia que les permite comprar todo, hasta la salvación?
¿Cómo seguir confiando en estos corruptos de todas las ideologías que viven del engaño a las masas fanatizadas y despojadas del poder que les pertenece?
Lo que corresponde es empoderarnos globalmente, como ciudadanos libres e iguales, fundados en la Verdad, que es invencible pese a las artes de los disimuladores.
Tenemos que entender, para convertirlo en una realidad universal, que todos somos dignos de disfrutar todos los derechos y conquistas de la Humanidad, sin destruir el Planeta, respetando y protegiendo todas las formas de Vida y los ecosistemas que las albergan, evitando la degeneración neoliberal del globalismo.
Este concepto ha sido desvirtuado para entregarles a los plutócratas el Gobierno Mundial en la Sombra, mediante el cual vienen consolidando su Nuevo Orden Mundial, cometiendo toda clase de canalladas impunemente.
Por esta razón siguen prosperando los criminales banqueros y caballeros de industria, causantes de la crisis financiera de los derivados, que explotó en 2008.
Pudieron proceder matreramente, amparados por las calificaciones de sus propias calificadoras de riesgo, usadas para engañar a los inversionistas incautos, pero ambiciosos y confiados en los rectores de la economía.
Impune, arrogante y vilmente, pisoteando cualquier escrúpulo ético o humanitario -pero amparados en su condición de buenos y triunfadores, o hábiles manipuladores de opiniones y riquezas, que trocan por ilusiones y promesas mientras apuran el final-, no sólo han deteriorado las condiciones de vida de millones de personas en el mundo entero, sino que salieron libres, impunes y con enormes fortunas personales, tras dejar en bancarrota las empresas que cayeron en sus maniobras especulativas, y en la inopia a lis ahorradores, pequeños inversionistas y clientes hipotecarios.
Y ahora, como castigo adicional para sus víctimas, que confirma el síndrome de Medusa y representa una amenaza global, mortal e inminente, conforman el equipo de gobierno del sicópata indeseable (o vitando), Donald J. Trump, su particular Nerón.
El gobierno de USA, subordinado a la FED, les suministró a los delincuentes de cuello blanco e impunidad eterna, billones de dólares a cero intereses, para recuperar la propiedad de los conglomerados arruinados, en vez de nacionalizarlos y ponerlos al servicio de las mayorías, decentes pero impotentes, que perdieron sus casas y sus empleos y sus beneficios sociales, o sus ahorros y pequeñas rentas.
Para mejorar el bienestar general y proteger la Vida, habría sido de gran utilidad que el ilusorio títere Barack Obama se hubiese atrevido a aprovechar la quiebra de la General Motors para restablecer la producción de vehículos eléctricos, que Bill Clinton sí se atrevió a apoyar en 1997.
Lo hizo como alternativa saludable y real a la contaminación deliberada del Medio Ambiente, cuyo objetivo oculto es apocalíptico y juicio finalista, aunque lo disfracen de racionabilidad económica, plutocrática y excluyente, que todos estamos obligados a acatar aunque nos mate, como lo está haciendo a pasos de gigante.
Igual les pasó a los ingenuos ciudadanos de la Unión Europea, cuyo Estado de bienestar se diluyó sin mayores protestas efectivas de la ciudadanía.
Desde luego, tales medidas las pulieron con anticipación en las neoliberocolonías del tercer mundo.
Así ocurrió en Colombia, cuyas crisis financieras por causa de la desregulación y la corrupción que nutre; sus rescates con el presupuesto público de bancos arruinados por sus directivos, y las reprivatizaciones a pérdida, tras las enormes inyecciones de recursos públicos que jamás se recuperan, con sus consecuencias funestas sobre la población, provienen desde el gobierno de Alfonso López Michelsen (1974-78), patrocinador de las estafas de su primo, el “Águila” Jaime Michelsen Uribe, quien terminó asilado por Manuel Antonio Noriega, el recientemente muerto héroe cipayo panameño, tan traicionado por sus jefes de la CIA.
El cínico inolvidable -y sagaz crítico de los de su clase social, en un delicioso libro que llamó Los elegidos-, conocido como el “Pollo López”, es el continuador del Neoliberalismo temprano, inaugurado por Misael Pastrana Borrero.
Este personaje, padre de Andrés, con medidas como el ingenioso UPAC -ya entonces fracasado en Brasil tras su imposición por la dictadura militar y dúctil al Imperialismo, que derrocó a Joa Goulart en 1964; o como la contra reforma agraria concertada en el Pacto de Chicoral -organizado por los terratenientes para enfrentar las pretensiones de democratización de la propiedad de la tierra agitadas por la ANUC (Asociación Nacional de Usuarios Campesinos)- hizo la transición del modelo de sustitución de importaciones al de la privatización de los monopolios públicos y los recursos naturales.
Igualmente, inició la transferencia de la infraestructura productiva nacional, pública y privada, a favor de las multinacionales de los sicópatas más poderosos y desalmados, y el desmantelamiento de la autosuficiencia alimentaria, que tenía en el IDEMA un respaldo oficial poderoso al garantizarles a los campesinos la adquisición de sus productos. con precios de sustentación que les evitaban la quiebra recurrente.
Se trató de los pasos iniciales del capitalismo moribundo o salvaje, también conocido como Neoliberalismo o Consenso de Washington, que ya es mundial y nos amenaza abiertamente a todos con la osadía del rubio malo, Donald J.Trump.
En particular para Europa, los efectos de la crisis final del sistema capitalista, que empezó a hacerse evidente en 2007, la sufrieron los ciudadanos -incautos, confiados o recelosos pero impotentes- de los 18 países de la moneda única, subordinados al Banco Central Europeo en materia de independencia monetaria y financiera, y a la Comisión Europea en soberanía política.
Institucional y legítimamente, según las leyes definidas por los enemigos comunes, ambas características de los estados nacionales (independencia económica y soberanía política) están perdidas a favor de las instituciones supranacionales, dirigidas por estos sicópatas súper poderosos, que sólo nosotros podemos derrotar.
Estos personajes, cínicos, mentirosos, inescrupulosos, impunes y amorales, se ríen de las mayorías en sus reuniones del Club Bilderberg.
Se trata del auténtico cónclave de seres superiores con sus sabios lacayos incondicionales, bien diplomados en las mejores academias, a quienes encargan de la dirección de los gobiernos de los países administrados por el Gobierno Mundial en la Sombra.
Este engendro plutocrático está dedicado a la ruina de los pueblos, despojados ya, en su gran mayoría, de sus conquistas sociales, económicas y políticas.
Igualmente, tal estructura supranacional y fantasmagórica, mediante la cual los plutócratas ejercen su dictadura mundial impunemente, se dedica a la depredación estratégica de la biosfera, lo más letal y extensa, en el menor tiempo posible.
Por eso tenemos que proceder ya, como ciudadanos globales, libres, autónomos, iguales, maduros, sensatos, evolucionados, inteligentes, críticos, honestos y soberanos, dispuestos a unirse mundialmente para defender su dignidad, sus derechos y sus territorios, tanto como las independencias y culturas de los pueblos sometidos por los cipayos a las transnacionales criminales.
Es indispensable exigir para todos el goce de la parte de propiedad que les correspondería de la riqueza social, si tal propiedad privada fuese un derecho humano real y no lo que es: el insoportable y criminal despojo de las mayorías productivas en beneficio de los sicópatas zánganos, pisoteando cualquier racionalidad.
Estos corruptos poseen las armas y el poder político, gracias a su concentración desmesurada de la riqueza social y natural, lo cual conforma un círculo infernal que las mayorías tenemos la obligación de romper definitivamente, pues cada vez concentra en menos manos más riqueza, causando hambrunas y miseria sin ninguna justificación racional, con iniquidad absoluta, para que los sicópatas puedan seguir disfrutando su grandeza.
Los indeseables dominantes imponen sus conceptos neo lingüísticos e infames, hasta el punto de poner a las mayorías despojadas a matarse mutuamente para defender la propiedad privada.
Pero, negando su condición de derecho universal, y confirmando el de privilegio para unos pocos, la gran propiedad, en particular la de los medios de producción, siempre ha sido monopolizada por los plutócratas astutos, ambiciosos, despiadados y corrompidos, que les niegan tan fundamental derecho a los demás,
Tan egoísta acaparamiento los señala como auténticos bandidos y enemigos principales para esas mayorías despreciadas y despojadas.
Los conceptos de propiedad y derechos han sido tergiversados, envilecidos, deformados, adulterados, por el sacrosanto y reverenciado Neoliberalismo, que degeneró al mismo capitalismo decimonónico, y hasta acabó con los sueños socialistas de la milenaria China, incorporándola a la actual letal locura depredadora y consumista, que nos tiene al borde del abismo de la catástrofe más grave que haya enfrentado la Humanidad.
Desde luego, se trata de una dinámica suicida de ámbito mundial, disfrazada de actividad económica, que no podemos tolerar más.
Pero que ninguna organización excluyente de politiqueros o de reformadores sociales, iluminados o estoicos, podrá enfrentar y cambiar por un modelo respetuodos de la Vida.
Sólo los ciudadanos globales unidos, concientes de nuestros derechos y singularidades, podremos derrotar a los sicópatas del 1% que nos desprecia y apura las medidas para diezmarnos, como lo promete el Apocalipsis.
Todos los politiqueros apoyan la hecatombe en curso, y disponen de múltiples discursos sofísticos y místicos para defenderla, porque de ahí provienen sus fortunas, aunque la mayoría dicen ser defensores de la Vida y el Medio Ambiente.
Hemos de hacerlo sin caer en chovinismos que nos aíslen, entendiendo que la condición de ciudadanos globales es la mejor garantía para conservar nuestras particulares identidades, pues ninguno tendrá derecho a imponer sus prejuicios, gustos y convicciones a los demás.
Esto implica poner de presente la defensa de la soberanía, aplicando el sentido común y buscando el mayor beneficio colectivo, restringiendo el comercio y limitando la inversión extranjera al mínimo necesario para que cada pueblo complemente su oferta en el mercado interno, importando lo que no produce, no lo que le imponen como menos costoso las falsas contabilidades de las multinacionales.
Su propósito es acabar con la producción nacional en todas las neoliberocolonias, para saquearles sus recursos naturales a cambio de mercancías de origen global o multinacional, introducidas legalmente, en mejores condiciones tributarias que el contrabando, gracias a los generosos tratados de libre comercio que los vende patrias usan para legalizar el siempre ilegítimo despojo colectivo e inconstitucional de las naciones.
Se trata de una evidente y mortal traición a los pueblos, que indigna a los decentes y no podemos tolerar más tiempo.
La Verdadera Economía es opuesta a la impuesta por los capitalistas especuladores, que la han convertido en crematística degenerada. Vale decir, en un casino depredador, mediante las recetas abusivas del Neoliberalismo difundido por los Rothschild y sus think tanks, recetas que son aplicadas a ciegas por los sátrapas politiqueros y tecnócratas, felices sirviéndoles a sus amos.
La Economía anhelada por los pueblos ha de velar por el bienestar general y la distribución equitativa de la riqueza social disponible, disfrutando de la diversidad y la abundancia sin acabar con la biosfera.
Aprendiendo de las sociedades milenarias que los inversionistas se esmeran en extinguir.
Aplicando la sabiduría del casto José al interpretar el famoso sueño del faraón con siete vacas flacas y siete gordas.
Capitalizando, o ahorrando, en vez de derrochando. Protegiendo la Madre Tierra en vez de convertirla en un basurero tóxico, como lo están haciendo desde mediados del siglo 20 las trasnacionales apátridas e inhumanas.
Lograremos evitar el acabose final siendo equitativos, decentes, justos, solidarios, dignos y egoístamente inteligentes.
Procediendo como seres evolucionados y no cómo reptilianos primitivos y desalmados, cual los sicópatas del 1% privilegiado.
Estos arrogantes indeseables y funestos conforman los enemigos comunes de todas las clases sociales, profesiones, oficios y géneros sexuales, que hacemos parte del restante 99%, y que estamos tan amenazados como las demás especies animales y el Medio Ambiente que nos alberga a todos.
Pero, si nos erguimos, podemos reaccionar y liberarnos, recuperando el derecho a trazarnos el futuro común, en vez de someternos impotentes a lo que determinan los criminales de cuello blanco.
Si no actuamos rápido, sin embargo, pronto será imposible hacerlo. De ahí el afán y la necesidad de que la respuesta sea simultánea y global, en términos democráticos, no plutocráticos, como hasta ahora.
Es hora de rechazar cualquier suplantación del soberano, constituido por todos los ciudadanos que resuelvan ejercer la cuota personal de poder que les pertenece, sin cedérsela a nadie, por muy designado por dios que presuma ser, o por mucho que se sienta legitimado por los votos cautivos que legalizan sus crímenes de carácter público.
Pero ceder o negociar con los politiqueros la alícuota de poder (o cuota personal de soberanía del animal político individual) es lo normal en la piramidal y decadente Historia, que subyuga a las mayorías, ya sea mediante la fuerza seductora de las dictaduras, o a través de la farsa electoral, cuya gran oferta para los ciudadanos del montón son los votos de que disponen en las falaces democracias representativas.
Con ellos eligen a los verdugos de los pueblos, aunque les sean desconocidos a las mayorías, hasta entonces, los candidatos a serlo.
Pero los pueblos, ahora, contando con el Ágora Virtual Mundial (o Global) son capaces de gobernarse a sí mismo mediante el ejercicio de la Democracia Directa, ejercida en todos los ámbitos públicos, desde el local hasta el universal y cósmico, pasando por el global, desde luego.
Ese es el poder decisivo que nos ofrece la globalización, si nos la apropiamos.
Pero el tiempo apremia, no lo olvides, pues las empresas saquean a corto plazo, día a día.
Por tanto, cada vez hay menos biosfera para saquear aunque las máquinas herramientas poseen una capacidad depredadora mucho mayor, día a día.
Y cada día sus efectos mortales son peores y más evidentes, hasta el punto de que algunos de sus promotores lo han notado.
Pero casi ninguno se atreve a reconocerlo, aunque sus hijos no dejan de señalarlos como los criminales que son, en vez de admirarlos por lo emprendedores que se creen.
¿Qué le dirán los suyos a Santos, o las suyas a Obama? ¿Y a ti, los tuyos?