Peru
Esta vez no queda casi tiempo. Cumbre de los Pueblos. Rio +20
Ricardo Jimenez
15.May.2012
No es, ni mucho menos, la primera vez que los pueblos están al frente y con una lógica opuesta a los estados, capturados por el poder económico capitalista y sus
intereses anti ambientales, pero a diferencia de todos los siglos precedentes conocidos, nunca antes lo estuvieron con tan poco tiempo y ante tan crítica urgencia.
ESTA VEZ NO QUEDA CASI TIEMPO
CUMBRE DE LOS PUEBLOS RÍO+20
Pocas veces fue tan cierto que un evento global marca un nuevo hito en el camino de la humanidad, a estas alturas un hito decisivo. La cumbre de Naciones Unidas del 20 al 22 de junio próximo y la cumbre de los Pueblos desde el 15 al 23, en Brasil, son un doble símbolo desbordante de significados.
Entre los estados, salvo escasas y aún débiles excepciones como las de Ecuador y Bolivia, que pusieron los “derechos de la madre Tierra” en el borrador oficial en discusión, predomina, con más o menos diversidad de grados y formas, la irresponsabilidad.
Ciegos a la evidencia abrumadora de que es el propio sistema capitalista, su lógica de saqueo alegre de la naturaleza, de sacrosanta maximización de ganancias, de producción y consumo desenfrenados, de ciencia dominadora, sin prudencia y sin responsabilidad, la causa del grave colapso ambiental en marcha, persisten en avanzar dicho sistema ahora sobre las funciones y procesos de la naturaleza, para convertirlas en nuevas formas de especulación y ganancia, mismas con que han llevado a las economías, antes del sur ahora del norte, al descalabro.
Contumaces en la hipocresía de silenciar las criminales acumulaciones, lujos y desigualdades que generan la pobreza, sin coraje ético para avanzar en la auténtica
redistribución de lo colosalmente acumulado (es un hecho que con un impuesto de menos del 1% a las transacciones financieras se podría superar la pobreza), plantean como supuesta solución para la
misma esta persistencia anti ambiental, a la que además disfrazan con concesiones simbólicas como la “economía verde”.
En su enfermedad ética, en su ignorancia, en su pequeñez de reflexión, creen que su “triunfo” político inmediato, que los millones obtenidos con el último proyecto minero o forestal, son más
importantes que el suicidio de la especie al que avanzan con absoluta irresponsabilidad para con sus propios pueblos.
Toca a los pueblos entonces asumir la responsabilidad histórica, en que se juega la supervivencia y la posibilidad de bienestar mismas para la especie. Para recuperar el equilibrio perdido, cuyos
indicadores, desde la primera cumbre hace 20 años hasta esta tercera, han empeorado incontestablemente en todos los campos, con la sola salvedad quizás de la recuperación del ozono.
No es, ni mucho menos, la primera vez que los pueblos están al frente y con una lógica opuesta a los estados, capturados por el poder económico capitalista y sus intereses anti ambientales, pero a diferencia de todos los siglos precedentes conocidos, nunca antes lo estuvieron con tan poco tiempo y ante tan crítica urgencia.
En esta encrucijada, los pueblos han de saber superar sus límites y obstáculos, internos y externos, para asumir esta responsabilidad y cumplir a buen tiempo, el escaso que queda, la tarea de pensar e imponer el tránsito a un nuevo y opuesto mundo ético, social, cultural, político y económico, basado en la responsabilidad, la cooperación y el equilibrio entre los seres humanos y con la naturaleza. No sólo porque los múltiples e innumerables cambios que la transición requiere son una tarea colosal en su conjunto, sino porque cada día que tardan en lograrse el daño es más acumulado, sistémico e irreparable.
Los pueblos entonces han de saber darse prisa y estar a la altura. De lo contrario, más pronto de lo que quisiéramos, no quedará ya mucho que salvar, al menos no del planeta tal y como lo conocemos.