OPORTUNIDAD LIMPIA
Darío Botero Pérez
En memoria de mi inteligente, orgullosa, gentil y aristocrática tía Sara, fin de un Mundo (noviembre 17 de 2017, 97 años, un mes, 25 días, desde 23 de septiembre de 1920)
La ayuda para Puerto Rico, tras la destrucción causada por los huracanes Irma y María, abre la posibilidad de reconstruir la infraestructura eléctrica a partir del sol, las reacciones químicas y, ocasionalmente, las olas y el viento.
En consecuencia:
1. La costosa y traumática generación mediante grandes embalses -que anuncian catástrofes e impiden la reproducción de peces, anegan tierras fértiles, y desplazan población ancestral, ajena a las cuentas nacionales pero laboriosa, productiva, sensata, saludable y bien abastecida, de una manera sustentable que perversa e interesadamente es negada, ocultada, tergiversada y despreciada por el consumismo mortal, inicuo e irresponsable, depredador consciente y deliberado de las fuentes de Vida-,
2. Tanto como el empleo de generadores movidos con combustibles fósiles -que los perversos ecocidas insisten en agotar, privando definitivamente a nuestros descendientes de recursos irrecuperables y con gran potencial, considerados liquidos, sólidos y gases vitales del Planeta-,
3. Además de la ineficiente red de transmisión por cables, -que ignora las propuestas de Nicola Tesla, quien proyectó que fuese inalámbrica-,
Serían superados gracias a la generación de energía eléctrica en el sitio, desde el hogar hasta la fábrica, pasando por el hospital, la biblioteca, el estadio y el burdel, empleando tecnologías limpias, abundantes y baratas, por no decir gratuitas y siempre disponibles.
Tales son las facilidades que ofrecen las celdas electrovoltaicas incorporadas a los paneles solares, cuya viabilidad y eficacia están plenamente demostradas. Cada vez son mejores y más asequibles por su reducido precio.
Al efecto, la oportuna y casi inmediata instalación en la azotada y ninguneada isla con estatus de "estado libre asociado", de un hospital que funciona con energía solar, donado por Elon Muskie, presidente de la empresa Tesla, es una prueba evidente de la superioridad, versatilidad, sencillez y mínimos o nulos efectos no deseados y perjudiciales de esta fuente. Es inocua, amable, poderosa y universal.
Está disponible para todos si derrotamos los intereses de los potentados ecocidas de los hidrocarburos, pues estos monstruos insisten en agotarlos totalmente antes, con técnicas tan mortales como la fractura hIdráulica, acogida, entre otras neoliberocolonias mendicantes, por Argentina y Colombia a costa de su capacidad para producir alimentos orgánicos, ciertamente saludables, indefinidamente.
Es algo que no permiten los sicópatas plutócratas, interesados en envenenarnos con el agronegociado, de modo que el genocidio deliberado lo disfrazan de actividad económica con validez incuestionable, pese a ser evidentemente mortal y contraproducente, absolutamente ruinosa para la biosfera e irracional para la sociedad.
Y todos felices, pues las víctimas directas no cuentan, son seres marginales al Neoliberalismo, que los desprecia y sacrifica para que los potentados prosperen sin límites ni consideraciones romanticonas de ecologistas perdedores.
Los catalogan como simples envidiosos, fracasados en la carrera del éxito financiero que, aparte del poder sobre los demás, es lo máximo que se puede obtener en la Historia, a juicio de los plutócratas. Por eso, el horroroso y productivo período antropológico está en franca decadencia.
También son tan sorprendentes como accesibles -e igualmente probados en la industria automotriz con éxito, desde la presidencia de Bill Clinton- los ingenios que producen energía eléctrica como un subproducto del agua nueva que resulta de la unión entre oxígeno e hidrógeno.
Pero la satisfacción de las necesidades de agua potable es más ágil y abundante desalinizando la que contiene el mar, sin que se descarte la nueva creada mediante procesos físico-químicos.
En estas circunstancias de ecocidio global y acelerado, ojalá los aportes privados hechos a los puertorriqueños se usen racionalmente, buscando promover fuentes seguras e inagotables de energía eléctrica y agua potable, aptas para sustituir mejor y definitivamente las traumáticas antisoluciones consumistas que aceleran el fin apocalíptico anhelado por las bestias involucionadas, representadas por el troglodita Trump.
El reto es interesante; y el tiempo, escaso.
Por fortuna, la conciencia crece y las multitudes se empoderan en todo el Mundo, mientras el descrédito de toda clase de hipócritas con autoridad se extiende a todas las instituciones oprobiosas, siempre jerárquicas pero, ahora, agonizando junto a la piramidal Historia que las engendró.
Los protagonistas de esta Revolución Mundial Democrática somos las mayorías integrantes del abusado 99 por ciento, que nos arropa e iguala como víctimas comunes de los plutócratas y sus siervos desalmados.
La defensa de la Naturaleza y el disfrute de la riqueza por todos los seres humanos, son la guía para superar el terrible presente neoliberal, evidentemente suicida e intolerable.
La tragedia de Puerto Rico es una muy buena oportunidad para cambiar paradigmas autocráticos mortales por modelos sensatos, evolucionados, sustentables, sólidos, responsables, dignos, prósperos, igualitarios, realmente civilizados, democráticos y equitativos, surgidos de la iniciativa privada de la sociedad civil sensible, compasiva, solidaria, capacitada, capaz, soberana y emprendedora.
Será posible si la población boricua define el uso de los recursos reunidos para atender a los damnificados, libre de politiqueros o, al menos, actuando por fuera de ellos y sus negociados.
O sea que los habitantes comunes y corrientes, pertenecientes a todas las clases sociales golpeadas por la Naturaleza enfurecida, tienen la oportunidad de definir democráticamente el destino y la inversión honesta y provechosa de los dineros obtenidos a partir de la solidaridad humana expresada por los ciudadanos globales.
Semejante participación es la vía correcta para labrarnos un futuro digno y venturoso entre todos, como iguales únicos y soberanos, en vez de como borregos de politiqueros y plutócratas, mediocres, involucionados y desmedidamente ambiciosos.
Sin dudas, el dilema, tanto colectivo como individual, es evolución o desaparición. Y resolverlo en defensa de la Vida depende de nosotros, si somos gente
Participar es una decisión autónoma, un derecho que nadie puede arrebatarte ni obligarte a ejercer, si eres digno, libre y único, porque te lo crees, no porque te lo impongan.
Ten en cuenta que lo que no es esencial es convencional, de modo que las mayorías, con franqueza, libertad, honradez y claridad podemos establecer las convenciones que nos convengan, en vez de permitir que los politiqueros nos impongan las que favorecen a los enemigos comunes.
Se trata, en cuanto a éstos, de las lacras que se apropian de las condiciones objetivas, pese a que el desarrollo de las fuerzas productivas -que las determina en última instancia- es una labor colectiva y milenaria, en vez del resultado de un genio ajeno al resto, o de la inversión de un magnate mecenas que lo financia y le arrebata sus logros, privándonos a los demás de disfrutarlos gratuita y ampliamente.
Por tanto, los avances técnico científicos son un patrimonio común de la Humanidad, resultado de los aportes colectivos del talento de la especie, difundido, desarrollado y manifestado en todos los pueblos y épocas.
Ahora nos ha tocado disfrutar, sin exclusiones totalitarias ni restricciones aristócraticas, de tal conocimiento sorprendente, versátil y altamente avanzado.
En principio está disponible para todos los que accedan a Internet sin restricciones.
Pero, como ha sucedido históricamente, los plutócratas sicópatas e inescrupulosos se lo apropian, impidiendo que sus beneficios se irriguen y la esclavitud del trabajo humano desaparezca, pues los robots lo hacen mejor.
Lo propiamente humano es lo creativo, no lo productivo, pues de esto las máquinas dan cuenta de manera óptima, como lo sospechó Frederick Taylor hace como cien años, cuando formuló lo que los USAnos han llamado "administración científica".
Actualmente, los anacrónicos potentados nos impiden disfrutar de la libertad y el ocio creativo que el progreso material puede garantizarnos a todos.
Prefieren imponer el despojador, monopolizador y arbitrario concepto de "propiedad intelectual", que es una inicua e inaceptable leguleyada, absolutamente antidemocrática.
Pero reconocerle legalidad al despojo caprichoso y radical, significa renunciar a lo que nos pertenece a todos.
Honrada y legítimamente, antes de pasar a ser propiedad colectiva para la Humanidad, cualquier invento o idea original, cualquier descubrimiento o aporte individual, sólo debería lucrar con exclusividad al autor, de ninguna manera a un magnate que sostiene que el dinero todo lo compra, hasta la creatividad ajena y los dones generosos de la Naturaleza.
Respecto a ésta proceden disfrazando de actividad económica productiva lo que es un vil, injustificado e imperdonable saqueo de la espléndida, soberbia y poderosa Pachamama, cuya biosfera es tan frágil ante el embate consumista.
En casos como los de los combustibles fósiles, ha invertido millones de años y de restos orgánicos para producirlos en beneficio de la Vida, no de la codicia de los capitanes de industria, vulgares ladrones de cuello blanco que de empresarios nada tienen.
De eso se trata, de ser o no ser, como Hamlet. De apropiarnos de lo nuestro y proteger lo sagrado en vez de permitir que nos lo roben los Trump y los Rothschild, lo cual es un drama peor para la Humanidad que el planteado por Shakespeare, pues los banqueros y demás potentados monopolizadores de la riqueza social son más perversos que los príncipes; y el Mundo, más grande que Dinamarca.