Contraste entre potentados
Defensa de Zuckerberg y la dignidad
Darío Botero Pérez
La habilidad corruptora del poder, para quienes lo ejercen, ha afectado a gente que no es sicópata pero, casi sin proponérselo, adquiere poder y riqueza, como Mark Zuckerberg, el creador de Facebook, un hombre honesto, sin trazas visibles de sicopatía en su conducta.
Sin embargo, se encuentra hoy en la picota pública por dar pie para negociar la intimidad de las personas con fines políticos, usando la información acumulada sobre su uso individual de la red de redes, cumpliendo la misión de comunicar a las personas, que tan eficaz y exitosamente ha cumplido, aprovechando la candidez de los ciudadanos, incapaces de apreciar las consecuencias de publicar sus intimidades en la red, independientemente de la plataforma que usen. La culpa no es de Facebook sino de la esencia del asombroso medio que es la base del Ágora Virtual Global.
Al menos, ha ofrecido disculpas públicas por semejante descuido, que lo haría indigno de almacenar información de sus usuarios, según expresó.
Desde luego, su honestidad contrasta con la vileza del sicópata Donald J. Trump, quien se regodea con fama, poder y riqueza.
Son las motivaciones clásicas de los lobos humanos, incapaces de crear pero dedicados a acapararlo todo, pisoteando a quien se les atraviese.
Pero ese poder de penetración se le ha concedido no sólo a Facebook. Pero pretenden aprovecharse de la candidez de Zuckerberg para justificar más represión y censura en el Ágora Virtual Global, que es un patrimonio íntegro de la Humanidad en vez de la mayor herramienta de subyugación de las mayorías por los plutócratas sicópatas.
Internet es la misma herramienta que empodera a todos los que ofrecen servicios por la red, tanto como a los hackers y a otros expertos que conocen su poder, de modo que usan los protocolos TCP/IP, abusiva y antidemocráticamente, como si fuesen suyos.
Pero están a disposición de todos, pues son patrimonio de la Humanidad. Conviene repetirlo, para entenderlo, apropiárnoslo y no olvidarlo. Conectémonos, aprovechando la honesta pretensión original de Zuckerberg, ejemplo de potentado no sicópata, amigo de la Vida, la Democracia y la Libertad.
Su propósito inicial no fue volverse un potentado sino facilitar el contacto entre las personas. Gracias a él, hoy es una realidad que nos puede salvar.
Ya deberíamos haberlo comprendido, en vez de dar papaya.
Sería una precaución elemental para proteger la privacidad, fuertemente atacada por George W. Bush para todos los ciudadanos, con el pretexto de combatir el terrorismo, aprovechando que estaban aterrados con los impresionantes auto atentados del 11-S de 2001.
Éstos crímenes deliberados contra su propio pueblo, quiso usarlos para justificar la "guerra de civilizaciones", achacándoles los crímenes de los halcones a los musulmanes -arbitrariamente identificados o encarnados con la organización AlQaeda, creada por la CIA y los árabes, en cabeza del petrolero santón, Osama bin Laden, para combatir la invasión soviética a Afganistán en 1978.
Sin embargo, es sabido que fueron ordenados por el potentado mentiroso, quien, "casualmente", también llegó a presidente impuesto por los colegios electorales.
Sobre todo, con este propósito, fue definitivo el fraude en Florida, durante las elecciones presidenciales del año 2000, propiciado por el gobernador Jeff Bush, hermano del peligroso mitómano fronterizo.
Por decisión inapelable de los plutócratas, logró derrotar al advenedizo Al Gore, en el año 2000; así como lo hizo Trump con la arribista Hillary Clinton, en 2016.
Ninguno de estos "aparecidos", de clase social inferior, bien lo comprobaron con Barack Obama, se habría prestado a incentivar la guerra, como lo hizo el potentado petrolero, George W. Bush. Ni como lo está haciendo Donald J. Trump, abiertamente aliado con Netanyahu, mientras sigue insultando a Hillary, enredando a la opinión, impidiendo que avancen las investigaciones que demuestran la ilegalidad de su triunfo, logrado perdiendo las elecciones y disponiendo de votantes inducidos por Cambridge Analytica, y capeando toda clase de denuncias, incluidas las de agresión sexual; que tanto asustan y escandalizan a los puritanos USAnos hasta el punto de que una nimiedad con una pasante joven, Mónica Lewinski, que lo adoraba, casi tumba a Bill Clinton, quien se salvó bombardeando a Bagdad.
Ampulosamente, Trump está gobernando a punta de ucases imperiales; burlándose de los legisladores y tratando como trapos sucios a los funcionarios federales, incluidos sus más inmediatos colaboradores, como el tiranosaurio Rex Tillerson, cooptado de la Exxon Mobile, en 2017, quien se despidió públicamente, el 22 de marzo de 2018, incitando a los demás a no soportar tantos insultos y malos tratos por parte del sicópata esquizofrénico e infantil.
Para un buen pensador, todo esto comprueba que USA es una plutocracia que se disputan a dentelladas los plutócratas y donde el pueblo no tiene oportunidad de gobernar. Halcones basp, masones y sionistas imponen a quien quieran, cuando quieran, burlándose del alienado y políticamente atrasado pueblo USAno.
Por ende, para que no violen abiertamente sus derechos, en USA cada ciudadano está obligado a afirmar que vive en la mejor democracia concebible por la Humanidad.
Una que realmente funciona; que no es una utopía, como las que podemos construirnos ahora gracias al asombroso desarrollo de las fuerzas productivas, que están dando pie para una revolución insólita.
Nuestra realidad vivencial confirma que depende de las fuerzas productivas, y no de las intenciones de los héroes ni de los caudillos, ni de la inspiración de los ideólogos, los políticos, los filósofos, los humanistas o los sabios, que una verdadera revolución social sea posible, como acertadamente lo postuló Carlos Marx.
Desde luego, la experiencia ominosa con los representantes, y la realidad global, nos exigen que no esperemos un genio que proponga un plan social perfecto e ideal, o que se inspire ante cada problema y encuentre la solución acertada y admirable; de modo que las mayorías adopten sin críticas las decisiones del Trump o del Hitler o del Putin o del Erdogan de que se trate, embelesadas con su superioridad y coherencia, orientadas a la defensa del bien común, ¡Cómo no!
Se trata de concertar, entre todos los que deseen intervenir, la sociedad y el modelo de convivencia que más convenga; a juicio de las multitudes conscientes, pensantes y actuantes, que ya pueden expresarse libre, erudita y ampliamente.
O sea, pese a tantos creyentes aislados del conocimiento y sumergidos en los dogmas que han introyectado, asimilado, hecho carne de su carne; de ninguna manera se trata de esperar al elegido, para que nos salve con su guía iluminada de generoso neurótico mesiánico, redentor del género humano.
Pero esta proeza de súper héroe es lo que esperan las víctimas ideológicas de los estafadores de la fe, que posan de voceros de dios. Por sí mismos se declaran como legítimos intermediarios entre el padre celestial y sus hijos terrenales, a cambio del 10% de sus ingresos.
¿Será que les creemos? ¿Podrá ser verdad una mentira tan obvia, absolutamente ceñida a las creencias del individuo, que difieren, necesariamente de las de cualquiera otro, pues todos somos distintos, de modo que es imposible que dos personas piensen igual?
Pero es lo que les obligan a hacer a los fieles religiosos, y a los militantes de cualquier secta ideológica, incluyendo las cofradías ateas; causándoles notables y recurrentes enfermedades mentales.
Casi nadie se escapa de esas agresiones invasivas y traumáticas, pero es indispensable superarlas para reconocer en el otro un hermano en vez de un enemigo irreconciliable y hasta mortal.
La decisión sigue siendo tuya, aunque te aterre reconocerlo para no tener que enfrentar a los demonios, que te esclavizan porque les concedes poder sobre ti.
Decídete a sacudirte para recuperar tu dignidad, ahora manoseada por quienes han recibido tu confianza y reconocimiento, como si fuesen seres superiores a los pecadores y a los explotados laborales, a los desamparados sociales y a ti mismo.
Estos infelices no tienen redención mientras sigan de borregos que se niegan a usar sus cerebros para no ofender a quienes les prohíben hacerlo.
¿Acaso eres tú uno de ellos?
En cualquier caso, serlo, no serlo, llegar a serlo o dejar de serlo, es tu derecho.
¡Ojalá elijas libremente, en vez de guiado por tus alienaciones y tus alienadores!